Plan V: por la crisis, el dispositivo cívico-militar de Villarruel redobla la campaña de relevo y acorrala a Milei

Actualidad - Nacional13/07/2025
nacio55nal_4ssss

Advertencia para lectores maniqueos: esta es una historia de malos contra malos. En el teatro de operaciones que se ha convertido el poder, Victoria Villarruel no necesitó levantar la voz para hacer temblar los cimientos de Balcarce 50. Le bastó con mantener su lugar en la presidencia del Senado mientras la oposición logró aprobar un aumento a los jubilados y otros proyectos que reparan parte del daño provocado por la motosierra fiscal del Ejecutivo. La réplica de Javier Milei fue automática: "Hicimos 25 veces más de reformas estructurales con el 15% de la Cámara de Diputados, siete senadores, una traidora", disparó sin nombrar a Villarruel durante un discurso en la Bolsa de Comercio. El presidente ya no disimula que ve en su vice una amenaza existencial a su proyecto.

La palabra "traidora" resonó como una declaración de guerra en un conflicto que, lejos de estallar por sorpresa, venía cocinándose desde las primeras semanas de gobierno. "“Levántese, señora vicepresidenta. No denigre la institución que preside. No sea cómplice del kirchnerismo. Al menos siga del lado del pueblo que la votó para cambiar este país” apretó Patricia Bullrich por X, enemiga íntima de la primera hora y adversaria cantada en las aspiraciones de relevo que rodean a Milei. Villarruel siguió con el papel que despliega desde que el círculo íntimo del presidente la relegó a tocar la campanita del Senado. Ese rol fue, precisamente, el que detonó la última crisis entre los antiguos socios.

El federalismo como bandera de guerra

Con su presencia, Villarruel avaló una sesión requerida por los gobernadores como acto de reproche al gobierno nacional. El gesto de la vice se suma a su larga peregrinación por los despachos de los jefes provinciales. En lo que va de mandato visitó a los gobernadores de Santa Fe, Corrientes, Misiones, Tucumán, Salta, Jujuy, Mendoza, Santa Cruz y Catamarca, entre otros, dibujando un mapa federal que contrasta con el centralismo porteño de un presidente que desprecia la política territorial. Cada encuentro con mandatarios provinciales es un mensaje: donde Milei ve "casta", ella construye vínculos. Donde el presidente levanta muros, la vicepresidenta tiende puentes.

El recorrido federal no es turismo institucional. Es parte de una detallada cartografía política que concluirá en la provincia de Buenos Aires, con la expectativa de tener un refugio electoral en caso de ser expulsada definitivamente de La Libertad Avanza en 2027. En las últimas semanas  la vice se reunió con el intendente de Chivilcoy, Guillermo Britos; y con el de Saladillo, José Luis Salomón con la evidente intención de construir una base electoral propia en el distrito más importante del país.

Para ejecutar este plan, la vicepresidenta recuperó a Claudia Rucci, a quien volvió a nombrar como titular del Directorio del Observatorio de Derechos Humanos del Senado, después de una sonora ruptura en diciembre por fricciones entre pretendidos armadores villarruelines. La reincorporada Rucci quedó a cargo del desembarco en territorio bonaerense y tiene voz de peso en la mesa federal. La funcionaria conoce el territorio: recorrió el país como parte de su trabajo con José Manuel De la Sota y tiene experiencia en construcción electoral peronista.

1749343647638

Detrás de la fachada institucional, Villarruel despliega una red de contactos que inquieta a la Casa Rosada. Mantiene visitas y reuniones frecuentes con las cúpulas de la Policía Federal, de la Gendarmería y de la Prefectura. También suele recibir en el Senado a enviados de las Fuerzas Armadas argentinas y de otros países, enviados para realizar ejercicios conjuntos con los uniformados locales. Estos vínculos no son protocolo: son la continuidad de relaciones que vienen de lejos y que adquieren nueva significación en el contexto de la reestructuración de las fuerzas federales que impulsa el gobierno.

El entramado militar de Villarruel tiene nombres y apellidos. La vice empoderó a la directora de Auditoría, Iris Speroni, y al director de Seguridad, Claudio Gallardo, un militar cercano al ex general César Milani que supo integrar la dirección de Inteligencia en el Ejército. El triángulo Speroni-Gallardo-Russo configura el núcleo duro de poder que rodea a la vicepresidenta.

La historia personal de Villarruel anuda su proyecto a los vínculos castrenses. Su mentor en la política fue el feroz genocida Alberto González, a quien conoció a través de su padre artillero, Eduardo Villarruel, quien decía sentir orgullo de "haber luchado contra la subversión", y hermano de Ernesto, uno de los altos mandos del centro clandestino El Vesubio. Prohijada por el dispositivo negacionista que dice pujar por la “memoria completa” -integrado por uniformados, pero también por empresarios que se beneficiaron del genocidio y sus letrados patrocinantes-, Villarruel utiliza la tribuna del Colegio de abogados de la calle Montevideo para detallar diferencias, coincidencias y eventuales continuidades del plan que hoy gerencia Milei.

Se trata de una audiencia clave para sus aspiraciones: en el Colegio de abogados de la calle Montevideo, donde Villarruel es socia y sus cofundadores del CELTYV tienen voz predominante, figuran los socios de los estudios más poderoso de la city porteña. Marval, O´Farrell & Mairal; Baker McKenzie; Brouchou & Funes Rioja; Allende & Brea; Beccar Varela; Perez Alati, Grondona, Benites & Arnsten; Bomchill; Martínez de Hoz & Rueda; Cassagne; entre otros, son apellidos de peso en el sistema de negocios de la Argentina y escribieron buena parte del digesto legislativo de la Ley Bases y el decreto 70/23 con el que la élite se propone afianzar de manera estructural el modelo regresivo que propicia. Villarruel, a diferencia del “outsider” Milei que obtuvo el cargo a fuerza de carisma y algoritmo, explicita cada vez que puede que forma parte de ese dispositivo tradicional y permanente del poder real, cuyos tentáculos se expanden por el arco político argentino de modo transversal.

El vínculo con el “mundo gorra” está en la base del odio que se manifestaron por X Bullrich y Villarruel. La vice nunca digirió que la ex candidata del PRO y su postulante a vice, Luis Petri, se alzaran con los ministerios de Seguridad y Defensa, carteras que había acordado para ella y su entorno en las negociaciones pre electorales los hermanos Milei. Las tensiones mutaron en guerra abierta durante la sesión del jueves 10. El "Levántese, Sra. Vicepresidente” que disparó Bullrich recibió como réplica un misil: "Ministra Bullrich, la democracia fue denigrada cuando personas que integraron orgas terroristas como en su caso, manejaron durante décadas el destino del país". El contraataque no apuntó solo al pasado de Bullrich en Montoneros: fue un mensaje dirigido a establecer quién tiene más pedigrí conservador en sangre.

La pelea de fondo entre ambas mujeres no tanto es por el pasado sino por el futuro: ambas se imaginan como el relevo de Milei en el sillón presidencial. En el despliegue de matices buscan afianzar sus respectivos perfiles: mientras Bullrich busca representar al ala más dura del mileísmo, Villarruel encarna una derecha nacionalista que dialoga con tradiciones que el presidente desprecia. "Como Vicepresidente cumplo con mi rol institucional el cual implica que presida las sesiones me gusten o no. Entre otras cosas me votaron para defender la institucionalidad y hacerla respetar, no para levantarme cuando las papas queman", replicó la vice, en un párrafo que sonó como manifiesto político.

El Congreso como búnker

Las elecciones de medio término suelen dejar un tendal de heridos que la vice planea aprovechar. La vicepresidenta intenta explotar la debacle de Macri para quedarse con fragmentos del PRO -tantea un acercamiento con los senadores Alfredo De Angeli y Martín Göerling-, aunque la ambulancia no se limita al macrismo en retirada. La Vicepresidenta también teje una buena relación con Convicción Federal. El bloque de senadores peronistas que responden a gobernadores y tomaron distancia de Cristina Kirchner encuentra en la vice una interlocutora predispuesta a recompensar a las minorías por encima de su representación para sostener “los equilibrios federales”. Dicho de otro modo: la vice tiene cargos y chequera, y se muestra dispuesta a usarlos para cimentar la construcción de su escalera a la cúspide del poder formal.

En esos términos, la vice mantuvo su acuerdo con José Mayans para que el peronismo votase la designación de Emilio Viramonte como secretario Administrativo del Senado a cambio de devolverle a interbloque de Unión por la Patria algunos de los lugares de conducción en las comisiones que les fueron arrebatados en 2023. Con el camino libre de vetos, Villarruel rearmó su elenco de colaboradores. Incorporó al politólogo Mario "Pato" Russo, quien fuera consultor de Javier Milei en la campaña legislativa de 2021 y némesis del asesor estrella del presidente, Santiago Caputo, con quien se prodiga una larga enemistad. Russo también trabaja para la instalación de Guillermo Moreno, uno de los peronistas que dedicó lisonjas a la vice a viva voz. En política, como es prudente, nadie cree en las casualidades.

El tridente Gallardo, Speroni y Russo tienen como tarea blindar a Villarruel en el Senado con un método tradicional: voltear contratos para obligar a negociaciones posteriores entre la vice y el amplio tendido opositor que, como se vio en la semana, si sopla para el mismo lado puede hacer tambalear el frágil castillo de naipes apilados por el crupier del Plan Timba, Luis “Toto” Caputo.

La espiralización de la crisis económica, política y social que se abate sobre la Casa Rosada intensifica el fuego cruzado. Al "traidora" del presidente le siguió un aluvión de doxeo en redes que la vicepresidenta replicó bajo la línea del cinturón. Desde su cuenta en instragram deslizó que el líder libertario "roba", atacó su modelo económico y le exigió "asistir a los más desprotegidos" si existe "el equilibrio fiscal que celebran desde el Gobierno". También cargó contra el armado electoral con una apelación a dirigentes y militantes: "¿En qué lista están? Solo veo ex K y exPRO", disparó. En la descarga masiva Villarruel hizo públicos algunos conceptos que venía soltando en conversaciones privadas. "Javier no entiende", "Javier no sabe de política", "Javier no hace política". La mayoría de los interlocutores que en el último tiempo mantuvieron reuniones con la vice escucharon alguna de estas críticas hacia el presidente, según recabó una formidable crónica biográfica de la revista Anfibia. Entre esas expresiones, hay una frase que inquieta más que las otras: "Javier es frágil", le habría dicho a un hombre de fe que se reunió con ella a principios de este año.

La percepción no es solo diagnóstico, es estrategia. Villarruel comprende que el tiempo juega a su favor en un gobierno que navega de crisis en crisis. ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar para saciar mandatos y ambiciones? Es la incógnita que su pasado íntimo con el jefe golpista Jorge Rafael Videla no hace más que alimentar.

 

Por Adrián Murano / El Destape

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email