El final de otro show de Lady Malbec

Actualidad - Nacional15/05/2025
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El show de Patricia Bullrich terminó en eso, en show, apenas con la detención de un cocinero. Este miércoles la justicia ordenó la libertad de todos los tripulantes del buque Ceci y permitió que el navío deje el puerto de la empresa Vicentin, en San Lorenzo, 14 días después de que el capitán denunciara que había cocaína en una de las cámaras frigoríficas del barco. El único que queda detenido es Jonathan Caputero, el cocinero, que admitió que el cargamento de droga --469 kilos-- se subió con su visto bueno. Caputero declaró como arrepentido, pero hasta el momento sus dichos no permitieron la detención de ningún jefe narco. A dos semanas, y después de que Bullrich intentó adjudicarse los méritos, incluso sosteniendo falsamente que el hallazgo fue producto de la operación Cereales Blancos, las cosas terminaron en lo que sucede habitualmente: se detiene a un chofer, a un piloto, en este caso a un cocinero, pero nunca a los verdaderos dueños de la droga. Y, lo peor: los investigadores dicen que tienen pocas expectativas de lograr un avance. 

El juez Carlos Vera Barros fue el que tomó la decisión de liberar a la tripulación, todos filipinos, y dispuso que el Ceci puede dejar el país. La resolución se tomó tras una audiencia con el fiscal Claudio Kishimoto y Matías Alvarez, de la Procuraduría contra el Narcotráfico. Como adelantó Página/12, la clave estaría en los celulares de los tripulantes, que se peritaron y no se encontró nada de relevancia. Como el cocinero fue el que se hizo cargo de la subida de la cocaína, el juez desvinculó a los demás y liberó al Ceci.

Al menos por ahora, la declaración de Caputero no resolvió ninguno de los interrogantes del caso. Dijo que los ladrillos de cocaína se cargaron en el puerto de Montevideo, algo que no tiene lógica ya que el barco va a pasar por el puerto uruguayo ahora, de regreso, camino a Europa. Quienes conocen los movimientos de los narcos piensan que la droga vino de Bolivia, tal vez a través de Paraguay, se cargó en Santa Fe desde una barcaza de suministro de comida (por eso estaba en la cámara frigorífica) y a la vuelta, en las afueras de Montevideo, se trasladaría a contenedores, con bultos mezclados con mercancías, para ser despachado a uno o varios puertos europeos. La cocaína estaba preparada en empaques que impiden el ingreso de agua, dos GPS, chalecos salvavidas, todo lo que indica que se iba a tirar al mar y allí la recogerían narcos en lanchas. El cocinero, diciendo que la droga se subió en Montevideo, pateó la pelota afuera y deja a la justicia argentina sin poder avanzar. 

La presunción es que el dueño de la cocaína es la organización brasileña Primeiro Comando da Capital (PCC), pero según fuentes de la investigación eso todavía no se pudo comprobar. Sucede que el PCC se ha convertido en el principal grupo narco y se dice que maneja las afueras del puerto de Montevideo, la vía que se hizo habitual ahora por un fuerte control en las salidas al mar de Brasil. De todas maneras, tampoco en la causa judicial aparecen elementos concretos, decisivos, que apunten al PCC. Está todo en una nebulosa.

Lo que sí está claro es que lo de Bullrich fue un show. Desde el principio, trató de impedir que se difundiera que el hallazgo fue producto de la denuncia del capitán del Ceci. El equipo de la ministra les transmitió a los integrantes de la Prefectura que había que presentarlo como el éxito de una operación antinarco porque “estamos en un año electoral” y procedió de inmediato a ponerle el cándido nombre de Operación Cereal Blanco. La cartera de Seguridad emitió un comunicado asombroso con el título de “incautamos más de 460 kilos de cocaína” y disfrazó todo como “una operación conjunta”. Cuando el periodismo le mencionó la denuncia del capitán, Bullrich cerró la cuestión diciendo: “sí, él también colaboró”. 

El fiscal Kishimoto, la Procunar y la Unidad de Información financiera, a cargo de Paul Starc, impulsaron varios allanamientos relacionados con la carga de los alimentos --en especial la carne--, pero no hubo resultados. Este diario consultó con algunos de los investigadores y admitieron que no tienen expectativas en lograr un avance significativo. Habrá que ver si eso es verdad o si están tirando secretamente de algún hilo. Hasta ahora el saldo es un cocinero preso, la droga incautada, los demás tripulantes libres y los narcos dueños del cargamento, impunes. Como casi siempre. 
 
 
 
Por Raúl Kollmann / P12
 
 
 

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