El ajuste cruel y la tolerancia de la sociedad

Actualidad17 de octubre de 2024
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Argentina, diciembre 2023: Con un programa económico ultra ortodoxo bajo el brazo, radicalizando la letra del libreto que históricamente impone el FMI en cada país donde interviene, asume la presidencia Javier Milei, con el 56 por ciento de los votos.

La estrategia que se propuso desde la LLA para lograr el objetivo de trasladar a Milei de un set de televisión y “tiktok” a la presidencia de la Nación, no fue más que dar con un diagnóstico simplista pero funcional al exitismo del momento: “un salario que se desangra mes a mes al son de la inflación galopante”. Esta poción mágica dio apertura a cualquier tipo de receta milagrosa que permita soñar nuevamente.

Pero todo milagro tiene su procesión, y corriendo un poco el velo de “esperar mágicamente algo”, nos chocamos con el tarifazo, el arancelamiento de prestaciones básicas (salud), el achicamiento del Estado, la reforma tributaria, la flexibilización laboral, privatizaciones y la reforma previsional, por mencionar algunas medidas.  

Si relacionamos cada medida adoptada, con la declaración de principios consignados como los 10 puntos claves que se detallan en el documento “Bases de Acción Política y Plataforma Electoral Nacional 2023 LLA”, se podría llegar a pensar que las propuestas libertarias no traen nada nuevo “ bajo el sol”, y mucho menos vienen a irrumpir o revolucionar algo, dado que se parece demasiado a una restauración conservadora.

Sin embargo, bajo estas proclamas y transcurriendo el segundo semestre del gobierno de Milei y LLA, la procesión sigue. A la implementación de estas medidas se le suma un fuerte contexto de recesión, de mayor caída del consumo, principalmente en alimentos de primera necesidad, una merma del poder adquisitivo de los salarios, provocando una grave crisis social en los sectores medios y populares.

Siguiendo esa misma secuencia de hechos, desde el inicio de la gestión a la fecha, como consecuencia de la modificación de las competencias ministeriales efectuada por la Ley de Ministerios, se procedieron a la desvinculación, o despidos encubiertos, de más de 24.000 trabajadores estatales, con más de 20 años de carrera profesional en la administración pública nacional. Así el topo, odiador del Estado, se dio a la tarea de purgarlo, y a como sea llegar al déficit fiscal cero.

El mejor alumno

No estamos frente a un “outsider”, un paria fuera de ley. Muy por el contrario, lejos de representar y parecer “lo disruptivo en el contexto actual” tanto en el escenario local, como global; es el mejor alumno que vino a “acomodar y ajustar”. Y en esta empresa, se armó de las herramientas discursivas más disruptivas, que la mayoría silenciosa buscaba escuchar. 

Así, este avance del plan “motosierra”, no fue posible sin antes demonizar y criminalizar al trabajador del Estado, bajo el discurso oficial de que la Argentina es “un país empobrecido” con un Estado demasiado grande e ineficiente, donde la fiesta del Estado debía ser cortada de raíz. En tal sentido, desde marzo del 2024 a la fecha, en cada alocución mañanera del vocero presidencial Manuel Adorni, podemos escuchar todos los lunes de cada semana cómo se han “eliminado” del mapa del Estado a organismos, secretarías, institutos y ministerios, quedando solo nueve de este último, en el organigrama del Estado. Eliminando, en tal sentido, las posibilidades de acceso a derechos de sectores de la población históricamente vulnerados.

Botón de muestra
 
En la mañana del 19 de marzo de 2024, el vocero presidencial Manuel Adorni, en conferencia de prensa, anuncia la “eliminación del Instituto Nacional de Agricultura Familiar Campesina e Indígena”.

“Este instituto tenía un total de 964 empleados, el cual se va a transformar en una dirección en la que queden apenas 64 empleados, se van a reducir 900 puestos de no-trabajo (sic), y esto va a significar un ahorro de 9.000 millones de pesos, para que tomen dimensión de la fiesta que había en el gasto público solo en este instituto”, dijo.

“Además de los 964 empleados, tenía 160 delegaciones, dos sedes, una en Catamarca, otra en Santiago del Estero. Uno de cada tres empleados eran delegados, tenía 204 vehículos y el 85 por ciento del presupuesto se destinaba a pagar sueldos, casi casi una agencia de empleo público, de”, agregaba Adorno. 

Por último, sentenció: “No hemos recibido, ni de productores, ni de trabajadores del campo, un solo reclamo, así que está a la vista que el instituto ya no estaba cumpliendo con la esencia en la que se habían basado para su creación”.

Los trabajadores y las trabajadoras del INAFCI de todo el país se anoticiaron de su desvinculación laboral sin aviso previo. Asimismo el Estado nacional retiró el apoyo técnico, financiero, legal y social a las familias que desde hace generaciones cultivan alimentos. Estos equipos técnicos desde los años 90’ se encontraban trabajando en el sector, alentando a la producción agroecológica, asistiendo a las poblaciones rurales, fomentando su arraigo y facilitando el acceso a tecnologías adecuadas para mejorar la infraestructura productiva. 

Límites

Más recesión, inflación, caída del consumo y del poder adquisitivo de los salarios, mayor desempleo y precariedad laboral, el 54 por ciento de la población está en la pobreza, y el 20,3 por ciento, en la indigencia. La octava encuesta a hogares publicada por UNICEF este año anunció que un millón y medio de niñas, niños y adolescentes en nuestro país, van a dormir sin cenar. Bajo estas condiciones críticas, surge la pregunta: “¿cuál es el límite de la tolerancia social?”

Si la conflictualidad representa la suma de situaciones en tensión, el conflicto es su máxima expresión. Si las situaciones en tensión se dan a partir de un “estado de crisis”, cabe pensar en un “estado regular”, usual, donde las fuerzas en tensión que se vinculan armónicamente, se ven alteradas. Así, dicho “estado de crisis”, pasa a irrumpir y desbarajustar el normal acontecer de los sucesos. Para lo cual, la percepción de “un estado regular de las cosas” precede a la noción de un “estado de crisis”, dice Bauman. Empero, ¿es posible pensar un “estado regular de crisis”? ¿Puede este “estado regular de crisis” constituirse en un elemento recesivo de la conflictualidad? 

La sensación de que las cosas andan mal, nos dice Bauman, la sensación de que el suceder de las cosas difieren de lo esperado y el desconcierto que provoca tal situación de desdicha, son lo más frecuente y común “e incluso universal” de la experiencia existencial del ser humano.

Así, el “estado de permanente crisis”, pasa a ser el “estado normal de la sociedad humana”. En tal sentido, ¿cómo va habitando el sujeto la conflictualidad social ante la suma de situaciones críticas del escenario actual? Si el acontecer de la conflictualidad es el “estado normal “, ¿qué representación social del conflicto estamos elaborando? ¿Es posible dar con elementos singulares de la lógica actual que van configurando la conflictualidad social, que nos permitan contar con elementos constitutivos de un suelo institucional común, capaz de producir vinculación y cohesión, acción colectiva, frente al constante intento de la segregación, dispersión y desvinculación de lo común? 

Acción

La acción colectiva, la organización sectorial, sindical, flotan a la deriva, tienen vergüenza. Desorientadas intentan dar con un lugar sólido hacia dónde converger. Parece fácil, pero es bien difícil cerrar filas en una causa común, en este estado de “incertidumbre, inseguridad y desprotección”, como lo describe Bauman.

Ante tanta descentralidad (salarios, política, gremio, estado, trabajo, trabajadores), solo encontramos fugaces intentos, explosiones aisladas, de corta vida. De todo este proceso de continua conflictividad en someros espasmos, esporádicos, que se agotan rápidamente, ¿es posible tejer confluencias, desde las intersecciones de las desregulaciones presentes? 

Pareciera ser que en este presente las personas se sienten tan inseguras, preocupadas por lo que le puede deparar el contexto en lo inmediato y el futuro, que no se logran ver verdaderamente libres para emprender la demanda de una acción colectiva. ¿Estamos ante un sujeto solo, huérfano, con temor, sin valor y sin tiempo para pensarse en su desgarramiento y asumirse en una contienda colectiva?

Bauman afirma que se trata de una nueva conciencia del individuo, la cual se enfrenta fatalmente a una vida sobresaturada de aprehensión, donde la única posibilidad parece ser vivir en la incertidumbre, en lo errante. Frente a ello, es poco lo que cabe hacer, no hay capacidad de agencia que canalice la demanda colectiva de más seguridad y cohesión. En razón de ello, propone la búsqueda de la política, como ese espacio de lo público, esa agencia, esa visión común que organice la incertidumbre. Consigna a la figura del ágora, como espacio virtual convocante. 

He aquí la tarea, dar con el modo de ser actual de la conflictualidad, en torno a este “estado permanente de situaciones críticas” y la representación social del conflicto que estamos elaborando, será quizás la punta del ovillo que nos lleve al horizonte de sentidos posibles, comunes, que articulen el nuevo pasaje a la vinculación y cohesión actual, y se reconfigure en ese horizonte de sentidos y posibilidades colectivas que nos enlacen.

Por Laura Lemus * Licenciada en Trabajo Social / P12
 
 
 
 
 
 
 

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