Uno de cada cuatro inquilinos se tuvo que mudar por no poder afrontar el alquiler
"Abuso de poder" es la sensación que más repiten los y las inquilinas al hablar de sus experiencias con dueños o inmobiliarias en los últimos meses. Es que la Libertad no funcionó para la situación habitacional en Argentina: pasados nueve meses desde que Javier Milei asumió como presidente y eliminó la ley de alquileres por decreto, uno de cada cuatro inquilinos tuvieron que mudarse a un lugar más chico o más lejos o compartido por que no le alcanzaba la plata.
La situación inquilina, que venía golpeada tras décadas de un Estado ausente, empeoró de manera drástica desde diciembre. En diálogo con PáginaI12, inquilinos cuentan cómo los dueños comenzaron a cambiar las condiciones del contrato, con aumentos discrecionales en monto y tiempo. El resultado es uno de lo hallazgos más preocupantes de la Encuesta Nacional Inquilina de septiembre: el aumento de 15 a 27 por ciento en el porcentaje de gente que tuvo que mudarse en los últimos tres meses por no poder afrontar el precio del alquiler.
Al límite
"Fue un balde de agua fría", explica Cielo, una tatuadora de 33 años, que tuvo que dejar en mayo de este año la habitación que alquilaba como estudio "primero porque no me esperaba que el aumento sea tanto. Yo entré en agosto pagando 80.000 pesos y con un arreglo de palabra de que el próximo aumento iba a ser en enero. Apenas asumió Milei, a mitad diciembre, me llamó la dueña para aumentarme ese mismo mes que yo ya había pagado, a 100.000 pesos, pero le dije que no iba a pagarle de más ese mes, porque ya habíamos acordado ese precio. Después me volvió a aumentar en febrero a 150.000, y en marzo me quiso aplicar un 47 por ciento más. Ahí decidí irme, le avisé diez días antes y quería cobrarme todo el mes porque le estaba avisando con poca anticipación, que paradójicamente era bastante más tiempo del que ella me avisaba los aumentos. Me fui, pero fue un garrón porque no me esperaba tener que invertir tanta plata para entrar a otro lugar, y sobre todo me sentía mal por el manejo, como un abuso de poder".
El informe, elaborado por Inquilinos Agrupados y Ni Una Menos, cuenta que los inquilinos que firmaron contratos post diciembre, destinan casi el 50 por ciento de sus ingresos al pago del alquiler. "Yo vivía en Recoleta y me mudé a Villa Urquiza, a un departamento un poco más grande que era dueño directo. Eso fue determinante para que me vaya del centro, porque la verdad que toda mi gente vive por allá. Con la actualización del Indice de Contratos de Locación del Banco Central, de marzo a agosto el alquiler aumentó 96,72 por ciento, mientras mi sueldo desde marzo hasta agosto aumentó un 22 por ciento - y sé que soy una privilegiada-. Si en marzo el alquiler me representaba el 35 por ciento de mi sueldo ahora se va al 57 por ciento. Es insostenible. Hablé con el dueño y, por suerte, llegamos a un arreglo", asegura Camila de 30 años, que trabaja en tecnología.
Otro de los puntos que destaca el informe es el impacto del aumento de las tarifas de servicios públicos en el presupuesto de los inquilinos, "que en muchos casos supera el 10 por ciento del ingreso familiar", señala el informe. Esto agrava aún más la situación para las familias de bajos ingresos, que ya destinan una gran parte de su presupuesto a la alimentación y el transporte. El informe también resalta la creciente tendencia a la suba de expensas, que representan entre un 10 por ciento y un 15 por ciento del costo total del alquiler. Esta situación se agrava cuando los edificios requieren mantenimiento urgente, cuyos costos recaen principalmente en los inquilinos.
Desamparados y endeudados
La precarización habitacional se profundiza con la tendencia creciente de contratos a corto plazo: en septiembre, el 59,9 por ciento del total de los contratos se firmaron con un periodo de entre uno y dos años. Los acuerdos de tres años, que eran más comunes bajo la Ley de Alquileres, disminuyeron drásticamente. Sólo el 5,8 por ciento de los nuevos contratos logró firmar con un plazo de alquiler que supere los 2 años.
El aumento anual pasó a ser la excepción y cada vez es mas común la opción trimestral o cuatrimestral. Sólo el 3,3 por ciento de los casos iniciados luego del decreto lograron acordar aumentos anuales. Cecilia, una trabajadora estatal que alquilaba hace once años un departamento en el que vivía con su familia en Caballito, cuenta que "apenas ganas Milei, con el fogonazo inflacionario de diciembre, me llamó la dueña para aumentarme un 100 por ciento. Nunca en los once años que había alquilado se había corrido de nuestro contrato de palabra y, en seis meses, primero me aumentó 100 por ciento, me llamó a los dos meses para aumentarme de nuevo, y pretendía hacerlo a los tres meses nuevamente. Estaba a merced del humor en que se levantaba la dueña, hasta me llegó a decir que le aumentaba la prepaga y por eso me aumentaba, pero ¡yo no le tengo que pagar ese servicio! Me fui, tuve que poner toda la plata que tenía y más, todavía nos estamos recuperando".
El informe expone que, al mismo tiempo que se destina una mayor proporción de los ingresos a pagar el alquiler, la cantidad de inquilinos que están endeudados también es mayor. En efecto, el 64,6 por ciento de los encuestados tuvo que endeudarse para cubrir estos costos - en enero, el 53 por ciento estaba endeudado-.
De vuelta a casa
Según la Encuesta, la mayoría de los inquilinos viven solos o en hogares de dos personas. De aquellos que viven solos, el grupo mayoritario tiene entre 26 y 30 años, lo que indica que la emancipación familiar ocurre principalmente en esa etapa. En contraste, el rango de hasta 25 años muestra una menor proporción de personas que viven solas.
Este análisis también revela que el 70 por ciento de los inquilinos son trabajadores formales. "Yo tengo un trabajo en blanco pero tuve que dejar mi departamento igual", lamenta Federico, un periodista de 43 años que vivió durante veinte años solo, pero tuvo que mudarse a la casa de sus padres luego de que lo echaran de uno de sus trabajos. "En general nunca tuve problemas de pagar el alquiler. Hace un año se me hizo cuesta arriba, sobre todo porque trabajaba solo para pagar el alquiler y era lo único que tenía en la cabeza. Con un trabajo formal, se me hizo imposible mantener el departamento y poder comer. Hablé con mis papas, que ellos todavía viven en la casa en al que yo tenía mi habitación y tengo la suerte de que no tengo gente que dependa de mi, y mis viejos tienen un lugar donde recibirme porque sino el futuro era la calle".
Por Natali Risso / P12