¿El mundo es un caos? ¿Acaso no hay un orden?
exactamente 370 días del último premio Fortuna 2023 el 5 de septiembre del 2023, pasó un año aunque parezcan diez por efecto del tsunami político que representó la emergencia de Javier Milei en la presidencia.
Aquel 5 de septiembre de 2023 había sido tres semanas después de que Milei ganara las PASO por ser el único candidato de su partido, pero La Libertad Avanza con 29,9% empataba en tercios con Juntos por el Cambio 28% (de los cuales 17 de Bullrich y 11 de Larreta) y 27 del peronismo (de los cuales 21 de Massa y 6 de Grabois).
Dos meses después, en las elecciones, Massa obtuvo 36,78%; segundo salió Milei con lo mismo prácticamente que en las PASO: 29,9% y tercero Juntos por el Cambio con 23,81% con la sorpresa de que el hoy exgobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, duplicaba sus votos de la PASO llegando casi a 7%, más precisamente 6,73%.
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Aquí se ve la contingencia del devenir: claramente Milei tenía un piso y techo idéntico: su repetido 29,9%; Massa creció mucho, de 27 a 37 por ciento mientras que Patricia Bullrich no logró retener los votos de Juntos por el Cambio, porque los votantes de Larreta en parte se fueron a Schiaretti y en parte a Massa.
Una de las paradojas: Larreta quiso hacer una alianza de Juntos por el Cambio con Schiaretti, pero Macri y Bullrich no lo dejaron. Con los votos de Schiaretti más los del Juntos por el Cambio en las PASO, Juntos por el Cambio hubiera pasado a la segunda vuelta y probablemente Larreta sería hoy el Presidente y no Milei.
Aunque en retrospectiva siempre es fácil hacer estos cálculos se sabía que se trataba de una carrera de tres etapas y quién era mejor para ganar la interna luego sería peor para ganar la segunda, por eso hoy el PRO está pagando este error estratégico.
Más allá de que luego cada agente de la realidad pueda aprovechar o desaprovechar lo dado de la contingencia, esta contrafáctica sirve solo al efecto de tomar consciencia de lo lábil que resulta el destino en política, como en la película de Woody Allen Match Point, la pelota de tenis puede caer para un lado u otro.
¿Esto quiere decir que el mundo es caos? ¿Qué no hay un orden? Depende si uno es creyente de una religión o de otro tipo de metafísica como podría ser ciertas ramas de la ciencia como es mi caso. Como se decía de la selección en el Mundial de Qatar, yo elegí creer, en mi caso que existe un por qué, una teleología.
Como bien dijo en uno de sus últimos discursos Milei: “desde la AFA hasta la UIA pasando por la bendita Sociedad Rural, todos llamaron a votar por Massa” para ser más precisos a votar en contra de Milei, como yo también lo hice públicamente en el diario PERFIL y en este mismo recinto el año pasado.
Y no fue porque todos estos actores no la vieran, sino porque la veían y creían que no era el mejor camino como sucede hoy previo al debate presidencial de Estados Unidos dentro de unas horas, cuando diez altos mandos militares norteamericanos advirtieron que Trump era un peligro para la seguridad nacional.
La pregunta entonces es, ¿ve el pueblo con sus sentimientos lo que los dirigentes con el razonamiento no ven ni alcanzan a comprender? La respuesta que yo me doy a mí mismo es que sí, que como decía Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende” y como sostenía el célebre filósofo de la historia Hegel, en una de sus obras más importantes, “La Fenomenología del Espíritu”, todos los fenómenos de la Naturaleza y de la Historia son formas de manifestación y revelación del espíritu en el proceso de su autoconocimiento, o “la historia es la historia de la materia hecha conciencia”, desde un organismo unicelular hasta el desarrollo de un cerebro con lóbulo frontal. O sea siempre se avanza, aun en los errores porque estos fueron necesarios para aprender, corregir y mejorar.
Todo este recorrido para decirles que me anima la idea de que una razón anida en los electores de Javier Milei, que el costo material y social adicional que tiene su ethos en el ejercicio de la presidencia debe ser necesario transitar para desarrollar un nuevo aprendizaje que permita subir un escalón en nuestra consciencia. Y con el mismo entusiasmo que hace un año esperaba que la Argentina terminase con la causa irreductible de su falta de desarrollo: la polarización pendular, buscando una salida política integradora, ahora que tenemos un Presidente que es la hipérbole de la polarización, lo sea porque el papel que le asigna la historia fuera, extremándola, el de terminar con la polarización como esas vacunas cuya fuente es lo que vienen a curar.
¡Viva la Argentina!
Por Jorge Fontevecchia / Perfil