Libertad vociferada
Los que hablan por altavoz
¿Qué es esto? que fulgura bajo el grito: “¡Viva la libertad, carajo!”. Se repite como frase ruidosa, en un juego de pulsiones y transferencias entre roles y máscaras, que son vivados por quienes creen en ellos. La frase la vocifera el Uno –Javier Milei, el ungido y elegido por Dios para gobernar– y también sus seguidores –que no cesan de gritar como efecto de largas decepciones de una economía política progresista y de triunfos acumulados en el ágora de las redes sociales–. Solo un fanático recibe mensajes de “las fuerzas del cielo”, aunque los reciba como un monarca, directo “del número Uno” –como llama a Dios– quien le encargó “la misión” de ser presidente. La frase es un efecto que persigue el rugido de una multitud, bajo el manto de una supuesta “idea” para una renovada “libertad”. Se la denomina, con clara sospecha crítica de los no creyentes, “libertad política y libertad individual”. Parece un mantra, como principio afirmativo y originario, destinado a una refundación dramática de la Nación (como la de querer retornar a las bases siglo XIX o antes de la consolidación de la Patria, como expresión de un gobierno centralista de las élites que mantiene subordinadas a las provincias) y a una transferencia “erótica” entre sedimentos emocionales, en una población administrada por deudas, entre alienación productiva y determinación informativa (como la herramienta del forzado Pacto de Mayo sobre una mermada Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos).
El precursor de la frase promete simultáneamente, un principio que cree positivo, un disfraz que imagina autónomo y un movimiento de selección donde se confunden libertad y terror. Riesgos de los “ideales”, tanto voluntaristas como romantizados, que se reunen frente al abismo del sintagma contemporáneo que pretende liderar “una épica batalla cultural patriótica”. Aunque en su juego selectivo, bajo una pretensión de “salvación”, refundar exponga el sedimento sensible de los pueblos, a una mezcla de decadencia y pérdida, propia de una performance que ensambla libertad y locura de fantasmas redivivos. Fantasmas que no cesan de retornar a la escena de un esteticismo político conocido en nuestro circo criollo. Habitamos una crisis de gobierno que se presenta como gobierno satírico, porque expone “indignación sobre lo heredado” con propósito “moralizador mesiánico”. Vivimos meses de discursos mordaces programados para censurar o ridiculizar a otros, propios de lenguajes televisivos y de la cloaca de redes sociales, que han impulsado las declaraciones presidenciales locales e internacionales.
Y que siga la timba
Dimensionemos la mezcla política de nuestra escena actual, entre el “linaje del oro” y la “jardinera sexy”. En los últimos días de julio de 2024, circuló la noticia de que el Banco Central estaba retirando lingotes de oro del país, en un momemto de caída integral productiva, crisis salarial, aumento de despidos y desfinanciamiento del sector público. La versión se materializó con un pedido de acceso a la información presentada por el diputado nacional y titular del Sindicato de Bancarios, Sergio Palazzo, quien reclamó detalles de la presunta operación. El ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, confirmó la misma, señalando que se trata de un acto “positivo” para que el país maximice “los retornos de sus activos”. En pocas palabras, “timba financiera” de “guante blanco”, como la que conocemos por décadas en gobiernos neoliberales. Las estimaciones indican que se trataría de alrededor de 450 millones de dólares en oro transferido. Vale aclarar que, desde hace años, el grueso del oro que pertenece al Banco Central se encuentra en Basilea, como reserva de valor ante los créditos tomados por el país.
¿Tras las pistas del “linaje del oro” retorna la Peluquería de Don Mateo con su “jardinera sexy”? El presidente de la Nación y líder de La Libertad Avanza, asistió el martes 23 de julio por la noche al Teatro Colón, para presenciar la ópera Carmen en compañía de la actual periodista televisiva, Amalia “Yuyito” González. En su vuelta triunfal al palco baignore, Amalia González lucía un look total white, como invitada de honor de Milei.Considerada una de las vedettes que marcó a fuego la escena del espectáculo de los ‘80 y ‘90, supo definir la farándula argentina de la mano de Pepe Parada y Gerardo Sofovich. Sin olvidar los susurros públicos, que la vincularon entre tantos amoríos, con Carlos Saúl Menen. Para muchos analístas políticos, la escena acarrea un fondo diseñado de espectáculo popular del primer peronismo. Creo todo lo contrario, y lo acentúa el recuerdo del Cancionero contra el mal de ojo (1976), donde fulgura el poema Evita de María Elena Walsh, recitado por Susana “La Tana” Rinaldi. Avizoramos un fuerte retorno de un menemismo acentuado, menos como reinvención que como revival necrófilo.
«Karina Elizabeth Milei». Foto de @artedoc
Necrofagia del León
Sobresalió en el Colón la puesta en escena más tradicional del peronismo menemista, aunque 30 años después. ¿Se trata al fin de la “necrofagia” del León, quien desea ser el riojano en el escenario del Poder? ¿El diseño de sí y del ágora pública, para una población administrada por redes, al ritmo de una deuda ilimitada, retorna con gustos, modas o tendencias propias de otros tiempos? Parece que sí, aunque el efecto ha sido acentuado. El primer mandatario ingresó con la custodia presidencial y seubicó a la derecha del escenario acompañado, por la hoy considerada, “actriz de cine, teatro y televisión” y también, “conductora, periodista y vedette”. El presidente de la Nación presentó, sin hacerlo de modo oficial, a su nueva amiga eventual Amalia Trambetta, conocida como “Yuyito” González por su papel en la Peluquería de Don Mateo, quien ocupa un lugar en la escena hasta que lo disponga “El Jefe”, Karina Milei. En principio, su figura, maneras y personalidad, le resultan mucho más tolerables que la ácida Fátima Flores, aunque entrañable y popular para muchos de los seguidores del ‘León’.
Javier Milei se ha transformado en alguien acostumbrado a tener alrededor mujeres de carácter –como su madre y su hermana– mientras trata de lidiar con las ministras de confianza que integran su gabinete, Patricia Bullrich, Sandra Pettovello y Diana Mondino. Equipo que despliega una innecesaria competencia entre sí, ya sea el motivo considerado, y cada una en particular con Karina Milei. El Colón lo recibió entre aplausos y abucheos, más allá de lo que los medios y trolls presidenciales reconocieron, mientras la dirección musical de Kakhi Solomnishvili, al frente de la Orquesta Filarmónica de Eslovenia, paso a un segundo plano. Las coincidencias con el espectáculo menemista son cada vez más frecuentes. No sólo la vieja guardia menemista es parte del gabinete. Este miércoles 24 de julio asumió Bautista “Tata” Yofre en la nueva SIDE, para conducir la Escuela Nacional de Inteligencia, mientras quedaba en suspenso el nombramiento del cumbiero “El Dipy”. La solicitud de su nombramiento lleva la firma del secretario de Cultura, Leonardo Cifelli. “El Dipy” negó que el nombramiento hubiera sido materializado y calificó como “una opereta” los dichos públicos. De todas formas, salió a la luz el flojo curriculum vitae que presentó para un cargo, que habría de oficializarse en el área de Capital Humano de la ministra Pettovello.
Hambre por convenio
Mientras cala el hambre como nervio argentino, la ministra no cumple las órdenes de la justicia para distribuir alimentos acumulados en depósitos. Intimado por la Justicia, el ministerio de Capital Humano informó en una presentación judicial, que convocó a todos los Ministerios de Desarrollo Social provinciales a participar en la distribución de los alimentos para escuelas vulnerables que la cartera nacional tiene en depósitos. La adhesión de las provincias implicará la obligación de proceder al retiro, a cargo de cada jurisdicción, de los alimentos en las cantidades y ubicación que se establezcan mediante un Convenio de Colaboración. Mientras tanto, volvió a apelar la decisión judicial que obligó al ministerio a presentar el plan de distribución de alimentos. En este tiempo deberá intervenir una instancia más, la Cámara de Casación. Sin presentar el cronograma de distribución de alimentos acumulados en depósitos requerido por el juez Sebastián Casanello y la Cámara Federal, el ministerio informó a la justicia que “trabajaremos exclusivamente con las provincias que hayan decidido recibir alimentos para lograr, con la máxima premura posible, la entrega de estos, lo que será informado en detalle al Tribunal a medida que se vaya concretando”.
En una atmósfera de miseria creciente, Milei parece querer robarse el glamour del riojano Menem, también su acceso a la farándula y los homenajes de reconocimiento público. Desea la pertenencia a un mundo de poder y exhibición como estética primera, aunque con los galardones del intelectual de la “nueva derecha” global. “Qué ácida eres”, dijo Milei en 2023, cabizbajo y enrojecido de vergüenza, ante el avance de Amalia “Yuyito” González en su programa Empezar el día, por Ciudad Magazine. Aún transitábamos noviembre de 2023 y Javier Milei era el invitado inesperado de la “rubia debilidad de los años ‘90”, transformada desde 2005 en una acérrima religiosa. El curriculo de Amalia González muestra muchísima experiencia con altos mandatarios. Vedette que en los años ‘80 conoció a Carlos Saúl Menem, cuando el expresidente era gobernador de La Rioja. Ella estaba haciendo una obra de teatro y solía mezclarse entre el público para “bebotear a algunos de los ansiosos hombres de la platea”. Esa mítica noche estaba el gobernador. Su productor no se iba a perder la foto. Le pidió que lo hiciera directamente con Menem. Ella tenía la confianza de ser una de las mujeres más deseadas de la Argentina de aquellos tiempos. Se subió sobre sus piernas, como si se tratara de su pareja. La foto estalló en la revista Gente y los rumores de romance comenzaron a circular para definir una época del poder.
The Rocky Horror Show. Foto: 20th Century Fox
Voluntarismo libertario
¿No es al fin, “la soberanía del Yo” o la “determinación de la libertad” –como “libre querer”– la que deja atrapado sin salida a Javier Milei? ¿La “soberanía del Yo”, no procede de un torbellino polisémico, en la heterogénesis de los fines y en el complejo de la personalidad? ¿Parece no poner a salvo ni a canallas, ni a vedettes, ni a falsificadores, ni a criminales? Sobre el fondo de la frustación de la “deuda infinita” y del “inconsciente colonial”, Javier Milei es una invención estética contemporánea, más cercana a The Rocky Horror Picture Show, aunque con poder y capricho.Recordemos que la frase “¡Viva la libertad, carajo!”, se acuña como grito de guerra contra los llamados “populismos de izquierda”, quienes habrían creído que mientras hay recursos no se nota que se va camino al despeñadero, aunque los recursos al fin se agotan y se cae al abismo. En la tradición nacional popular existe la convicción de que en la vida social cada quien se salva en una complejidad de lazos vinculares y que la función de las instituciones del común no es solo ampliar derechos –problema liberal de larga data– sino la redestribución social de la riqueza. La ilusión liberal argentina pivota sin cesar entre un escenario asfixiante de fundamentalismo conservador y un populismo espectacular de clivaje fascista. La pareja presidencial entre Javier Milei y Victoria Villaruel muestra dos caras de la misma moneda. El voluntarismo libertario se levanta tras la frase gritada contra la “comunidad organizada”, en buena medida inamovible como dogma de organización institucional y productivo, de identidad y sujeto de fe. La “comunidad organizada” es un potente movimiento que aspira a la última fuerza como principio de transfiguración histórico, mientras el dogma inamovible solo ha fermentado como fundamentalismo.
El voluntarismo libertario se autopercibe bajo el designio “a mí nadie me regaló nada”, lo que presume un desmanejo y corrupción del uso de los dineros públicos en la distribución del Estado. Argentina escucha la libertad vociferada, tan conservadora como populista, en un ecosistema de impulso individualista consolidado en todas las clases sociales –con un fondo de servidumbre neoliberal y reacción meritocrática– donde mutó el lazo entre Estado y población administrada con nuevas reglas comunicacionales. Una tensión paradójica parece oponer nacionalismo de derecha a libertariado global anarcocapitalista, aunque el fondo de la olla mezcla restos conservadores y populistas, adobados con beneplácito argentino. La pérdida de trabajo, ingresos, ahorros y patrimonio, exasperó a la sociedad del decrecimiento y la bancarrota, con aumentos de picos de pobreza e inseguridad, bajo el balance amargo de décadas sin salida del modelo productivo nacional. Estas capacidades de daño resultan inseparables de cambios tecnológicos globales solidarios con la informalidad laboral.
Los que se enaltecen para vociferar
Crece la hostilidad ante el Estado –como proveedor exigido de servicios y no solo como recaudador impositivo– que la pandemia acrecentó, con una debilidad cada vez más estrecha de la idea de democracia popular. Como un tipo de energía del vacío, se fabrica una ecuación sensible de cambio de estado político, aunque las lógicas de “Estado” y “Casta” retornan siempre como lo reprimido. La ampliación de derechos parece no haber alcanzado un “cambio cultural y sensible” ante el desapego, deshaderencia y hostilidad crecida a plena luz, frente a dirigentes que viven en una acumulación originaria permanente. El consenso progresista perforado, resulta la quintaesencia como expansión acelerada, de una hipotética energía que obró como diferencia potencial, y que hoy se postula para explicar las observaciones de una población administrada que desea asegurarse perspectivas de futuro. Tras el sentido común siempre insiste un saber esotérico, el de una fuerza física mezclada con máscaras, donde cualquier narcisismo en el poder es amnésico sobre lo que funda. Milei como Villaruel conforman una amalgama de circo y nacionalismo. Fundar para esta lógica política, es determinar y modelar la “genitalidad del pensamiento” como identidad de lo mismo. ¿“Anarcocapitalismo global” con coqueteos de “Nacionalismo al palo”? En el gobierno de la crisis, la repetición se disfraza en la medida en que se constituye, y lo que se constituye no es más que lo que se disfraza.
Javier Milei usa y abusa de este principio escénico circense y satírico. Villaruel saca partido de una larga historia de nacionalismo que paga en las urnas. La repetición de la misma frase como consigna no reelabora el rol de quien la enuncia, sino cierto sentido enmascarado en el órden simbólico. Como si el Uno dijera: tengo una representación que refiere sin resto a la representación de mi Yo. ¡Yo solo soy la representación sin resto! Menuda ilusión de una libre facultad, que desconoce que repetir no es más que una imposición. Tamaña compulsión repetitiva que concierne aquí, en nuestra escena pública y política, a la noción de “libertad”. La frase repetida expresa máscaras y simulaciones, disfraces y variantes, juegos y desviaciones, de lo mismo que pretende fundar. Al fin expone una moneda de doble rostro: conservador y populista. Por defecto el sentido de la “libertad” permanece inconsciente en tanto que lo domina el “carajo”, mientras las potencias de la memoria y de la última fuerza de los pueblos, permanecen entre ocultas y reprimidas. Lo que la frase repite, solo lo hace a fuerza de no comprender que, en el fondo, el que lo hace no desea saber ni recordar la insuficiencia del enunciado por negacionismo. Pretende refundar con esta frase una mezcla paradojal de mesianismo y apocalipsis.
Tragedia de muchos, Sátira de pocos
La construcción de la naturaleza de este poder actual, se confunde con una vaga y lejana “idea” de libertad, empalmada con el fundamento del “carajo”. El grito de la sin-razón se inclina hacia lo que funda en sentido erótico. El sentido y el sin-sentido se perturban enmascarados en la frase repetida. Un personaje de cómic, inspirado en la mitología brasileña, como el caralho-de-asas –carajo con alas– dio sentido al passaralho –pájaro grande de la noche que esconde un secreto–. Entre el juego erótico del alado pájaro grande (passaralho, superlativo sintético que oculta el despido de un gran número de empleados) y la connotación antigua de brujo (caragius, del latín tardío), la posición de quien se enaltece para vociferar se presenta privilegiada como la transferencia escénica de una brujería erótica. Luna Park, humo, haces de luz blanca, los primeros golpes de la batería de Bertie Benegas Lynch. Entre la oscuridad del escenario se vislumbran las figuras de cinco músicos y una cantante. Es el tema del Uno: “Panic Show”, pero ‘El León’ no aparece. La banda libertaria, que debuta esa noche, toca la segunda canción. La toca entera. Nada, aún. Hasta que finalmente, desde el otro lado del estadio, avanza en medio de la gente, rodeado por custodios, Javier Milei. Hay empujones y forcejeos a su alrededor. “Mírenme, yo soy el león”, estalla “Panic Show”.
“¡Viva la libertad, carajo!” es un grito repetido en un instante, donde el carajo es el escenario desde donde divisa el showman. En los más antiguos linajes de la lengua, “carajo” designa un fondo campestre de una “guía para viñas”,aunque también nombra con frecuencia “el miembro viril”. Aparece en las cantigas de escarnio y de maldecir de la poesía de trovadores medievales. Género satírico cercano a un modo del canto –de múltiples usos: político, literario, personal, social y erótico– enraizado en la lírica galaico-portuguesa, derivado del sirventés provenzal. Este uso del término prosigue hasta la actualidad, tanto en la oralidad como en la escritura, como nombre para describir en acto, “el miembro viril y su potencia”. Designa por costumbre el punto de vista más alto de la “verga” o “mástil” del velamen de un navío y arrastra todos los sentidos de la nave Estado. En pleno “Panic Show” en el Luna Park, las redes sociales anunciaban que “la nave de Estado estaba en manos del gran espectáculo del León”. En pleno “Panic Show”, las redes aluden al fuerte conductor: “la vela del Estado está firmemente tensada”. ¡Espectáculo enrostrado por una sártira de pocos!
Aquellos que injurian y apostrofan
Esta preferencia por el “orden” en nombre de la “libertad” vociferada parece el fin mayor, sin problematizar jamás ni igualdad ni fraternidad. Deseamos discutir esta lógica de la “libertad”, porque expone el dispositivo del gobierno neoliberal que retorna de las brumas del pasado. Su nombre preciso es democracia “restringida o acotada del orden”, como la denomina Friedrich August von Hayek en Caminos de Servidumbre (1944), frente a una democracia “extrema, absoluta o radical”como la nombra Miguel Abensour en Por una filosofía política crítica (2009), donde la experiencia política vital establece una radical indeterminación de cualquier fundamento del Poder, Ley y Saber, y que no excluye políticas de extrema igualdad y fraternidad. Esto obliga a retornar a Alexis de Tocqueville en La democracia en América (1835), para recordar que: “la igualdad es la causa y la libertad el efecto”. No es posible pensar que el mercado nos devuelva la igualdad, como lo hace el neoliberalismo de la Escuela Austríaca, desde la “praxeología” de Ludwig von Mises en La acción humana (1949) al “anarcocapitalismo” de Murray Rothbard en Hacia una nueva libertad: El manifiesto libertario (1973). Cuánto necesitamos del deseo de una “democracia salvaje”, productora de multiplicidad de poderes instituyentes no reducidos a una única Ley, que contenga igualdad y fraternidad para los excluidos, olvidados y anómalos, capaz de preservar el vacío propio del lugar del fundamento. La “extrema libertad” no es posible, sin una democracia que contenga a los raros, que iguale posibilidades y singularice diferencias.
En Humano, demasiado humano (1878), Nietzsche se propone derribar la idea de “libertad de la voluntad”. El libro está dedicado a los llamados “espíritus libres”, para demostrar que la “idea de libertad”, no escapa, como tantas otras, a la ilusión, crencia o ensoñación. ¡Pobre hombre aquel que cree en la libertad! El aforismo 39 del primer volumen, explica que toda la historia de los sentimientos morales, no es más que la historia de un error: el error de la “responsabilidad”, que a su vez recae en la “libertad de querer”. Nietzsche resulta claro, si el hombre o la mujer pudieran ser lo que “quieren ser”, su “querer” debería preceder a su “existencia”. Como si una fuerza mesiánica, nos habría destinado a tal o cual fin. El hombre que se considera “libre” y proclama la “libertad”, sin ningún condicionamiento, ajeno de arrepentimientos y remordimientos, expone que la idea del “libre querer”, no pasa de “un fatalismo turco” –como lo denomina Nietzsche–. Nadie sabe del camino de la historia, de dónde viene y quienes son sus autores, lo único que conocemos bien, es que cualquier forma de determinismo como el “libre querer”, culmina en la “decisión-catástrofe” del nexo causal o del esquema determinista. Por el “determinismo” de una “libertad de querer vociferada”, solo enfrentamos el “gran agujero en los nexos causales de la vida”.
Por Adrián Cangi * Ensayista y filósofo. Posdoctor en Filosofía y Letras (USP-FAPESP). Director de la Maestría y Centro en Estéticas y Políticas Contemporáneas Latinoamericanas (UNDAV). / La Tecl@ Eñe