Macri choca con Milei por las encuestas y se va de viaje preocupado

Actualidad - Nacional29 de agosto de 2024
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A Javier Milei le sobra el tiempo y le faltan aliados. Esa es la razón principal por la que recibe a Mauricio Macri cada vez más seguido. Pero las horas que pasan juntos no alcanzan para parir un nuevo reparto de poder ni evitar las tensiones políticas, ni llegar a un acuerdo por los fondos que la Nación le retacea a la Ciudad de Buenos Aires, la cuna del macrismo. 

Macri no oculta las sensaciones ambiguas que tiene cada vez que Milei lo invita a visitarlo en la residencia de Olivos. Se siente mejor considerado que hace un mes, cuando no le atendían el teléfono. Pero no consigue avanzar en los acuerdos que le interesan. No puede entrar en las áreas estratégicas, no logra disipar el rencor del entorno del presidente y hasta advierte que enviados de la Casa Rosada indagan en el prontuario que lo persigue en Comodoro Py. De eso se habló en la última cena.  

Después de participar en el acto en Paraná con la Fundación Pensar y la dirigencia del PRO, Macri viajará este viernes a un lugar que lo seduce desde el nombre, la isla Mauritius o isla de Mauricio, un país insular de África, a 1100 kilómetros de Madagascar. Lo hará en su rol de presidente de la Fundación FIFA, la beca que Gianni Infantino le otorgó a su viejo amigo. Conocida como la “Perla del Océano Índico”, la isla que visitará Macri sirvió de sede para congresos y encuentros de la FIFA desde la era Blatter. Después, irá a dar una conferencia a Corea del Sur. A su regreso, volverá a encontrarse con el presidente de extrema derecha, el monstruo que ayudó a crear y hoy no puede controlar. No importa lo que diga en público, a cada paso se nota que la tensión persiste. 

En una reunión que mantuvo en los últimos días con un dirigente con el que tiene trato habitual, Macri le confesó que envidia a Milei. Sin embargo, también le dijo que está desvelado por la suerte de un gobierno que no cede espacios de poder pero tampoco gestiona ni resuelve problemas. El ex presidente admira la decisión y la suerte que, de momento, tiene Milei para llevar adelante el ajuste. Pero se pierde en el remordimiento que le genera no haber sido el líder de esa transformación que pretende estructural: licuación a los jubilados, cierre de las empresas públicas y represión a la protesta social.  

Un día amanece convencido de que no estaban dadas las condiciones para que él fuera lo que es Milei y repite que el fracaso del peronismo unido le sirvió en bandeja todas las posibilidades. Otro día se lamenta, culpa a los políticos que lo enredaban en la negociación con la casta y maldice el llamado gradualismo. Está atrapado entre lo que no pudo hacer y lo que ve que Milei no hace: darle solidez a un gobierno frágil que es pura improvisación. “Ve mala praxis, que trabajan mal, que la gestión está paralizada. Está preocupado”, dice un ex funcionario que todavía lo frecuenta. La verdad es que tiene miedo a un nuevo fracaso de la derecha en el gobierno. 

Entre las cosas que Macri también le reconoce a Milei está la decisión de mantener el control de capitales. El ingeniero decidió eliminar el cepo y bajar las retenciones en un daño autoinfligido que financió con toneladas de deuda hasta que se acabó el festival de Luis Caputo y tuvo que ir a pedirle socorro al Fondo con desesperación. Ahí, en ese momento, cuando el hada de la confianza quedó herida de muerte, Macri debería haber reinstaurado el control de capitales. Eso es lo que él dice. Es su mea culpa, la daga que tiene clavada. Según cree, el control de capitales le hubiera permitido acceder a un segundo mandato y evitar todo lo que vino después, incluido Milei.   

Macri quiere quedarse con áreas apetecibles como la Hidrovía y promueve empresas que conoció en su tiempo de presidente. Se trata de un contrato de dragado de 33 millones de metros cúbicos, uno de los más grandes del planeta, solo comparable al del Río Mississippi que hacen los militares norteamericanos o al del Río Amarillo que realiza el gobierno chino.

Pero lo que no puede comprender del líder de la ultraderecha es por qué no llena el organigrama de gobierno con gente propia. El creador del PRO le cuenta a todo el mundo la historia que vivió en relación a Vialidad Nacional, después de la renuncia del administrador del área Raul Bertola. Se lo planteó primero a Milei, se juntaron con Santiago Caputo para avanzar con un plan que incluía funcionarios recomendados por Javier Iguacel y finalmente todo quedó en la nada. Macri no logra digerirlo. Hoy volcado a los negocios petroleros en Vaca Muerta, Iguacel le explicó a Macri lo que todo el mundo sabe. “Es así Mauricio, pero las decisiones no las tomamos nosotros”. Es lo que Macri no asimila. 

El ex jefe de gobierno no resolvió sus problemas con el entorno de Milei. Todos lo rechazan y Macri considera que están rifando una oportunidad histórica (como la que tuvo él). Hace dos semanas, Luis Juez fue a la Casa Rosada y se reunió durante una hora y media con toda la plana mayor del gobierno: Karina Milei, Santiago Caputo y Guillermo Francos. Macri tal vez haya agradecido el gesto en privado pero sus colaboradores admiten otra sensación: dicen que no puede creer que hicieran falta tres principales funcionarios de Milei para atender a un senador. Los resultados no fueron los mejores. Los senadores del PRO votaron la recomposición a los jubilados y Macri salió después a cuestionarlos en público. Las diferencias se repitieron en relación a los fondos reservados de la SIDE y el pliego del juez Ariel Lijo. Hace falta un reordenamiento urgente que no llega. 

Para los dos, la verdad de la milanesa está mediada por las encuestas, en una camino prematuro hacia las elecciones de medio término que el gobierno ya inició. Milei exhibe sondeos de la consultora Aresco que le otorgan nada menos que un 52% de intención de voto para 2025 y a Macri, el 10% de ese total. Macri tiene sus propios números y dice que conserva un 15% de voto propio. En un escenario en el que el peronismo unido aparece con 35% de intención de voto, la diferencia parece menor, pero forma parte de los escarceos de cara al reparto de poder que se dan en Olivos. Sin embargo, en las proyecciones del gobierno, Milei tiene dos posibilidades de perder las elecciones: que la mayoría advierta que la recuperación económica es como el cuento del pastorcito mentiroso o que se fragmente el espacio de la derecha dura que hoy está detrás de Milei.

Macri se despidió para siempre del éxito propio, pero todavía conserva su capacidad de daño: si le juega en contra, puede hacer que Milei pierda las elecciones en un juego autodestructivo. Es lo que Milei necesita evitar.

Por Diego Genoud / El Destape

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