China y la tienda de robots de la esquina

Actualidad - Internacional26 de agosto de 2024
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Si por algo está siendo sorprendente la World Robot Conference que se está desarrollando esta semana en Beijing es por la gran cantidad de compañías chinas, casi treinta, que están presentando robots humanoides del estilo del Optimus de Tesla y otros, diseñados para sustituir el trabajo de personas en fábricas y almacenes.

Un progreso que resulta a todas luces sorprendente: mientras en el mundo occidental aún rivalizan unas pocas compañías con robots aún en fases relativamente experimentales, en China nos encontramos una gran cantidad de compañías y, además, trabajando la mayoría de ellas con tecnología china, supuestamente más limitada debido a las restricciones planteadas por los Estados Unidos.

La gran realidad es que la falta de acceso a los chips más potentes del mercado está estimulando a los fabricantes chinos o bien a acceder a ellos a través de proveedores de computación en nube para algunas tareas como el entrenamiento de sus algoritmos, o bien, cuando se trata de integrarlos en hardware como en el caso de la robótica, a hacer más con menos, es decir, a escribir código más eficiente para obtener LLMs que permitan hacer frente al número más limitado de ciclos de entrenamiento que conlleva el uso de semiconductores menos sofisticados. Otras compañías están dedicándose a construir modelos más pequeños y especializados, o bien empleando métodos de entrenamiento que requieren menos tiempo y energía. Un caso claro de frugalidad en la innovación provocado por una limitación externa.

De una u otra manera, el resultado está siendo que la industria china está avanzando aparentemente, más rápido que la occidental, y generando un panorama interno mucho más competitivo. En esto interviene el llamado catfish effect, el efecto que tiene un competidor fuerte al forzar a los débiles a superarse constantemente. Hay muchas versiones de esa historia tanto en la cultura occidental como en la china y la japonesa, pero en la que le da nombre, según se cuenta, el capitán de un barco noruego con fama de ser el que traía sardinas de mejor calidad mantenía un pez gato en los tanques en los que las transportaba, lo que hacía que las sardinas, ante la presencia del predador, estuviesen alerta en todo momento y, como consecuencia, no muriesen por inactividad. Según el gobierno chino, autorizar el establecimiento de Tesla en Shanghai en 2019 tenía precisamente como intención que los competidores chinos de vehículos eléctricos se moviesen más rápido al traerles a su mercado al líder en la industria, algo que claramente funcionó: hoy, China fabrica más vehículos eléctricos que nadie, y su penetración en el mercado crece a gran velocidad.

Pero el efecto no se ha dejado notar únicamente en la industria de vehículos eléctricos: cuando Tesla presentó su robot Optimus en 2021 anunciando que terminaría siendo más importante para la compañía que el propio negocio de los vehículos eléctricos, se convirtió en otro ejemplo, que infinidad de competidores chinos han intentado imitar. Ahora, en la World Robot Conference de Shanghai puede verse a Optimus metido en una vitrina de cristal y con un cartel al lado que dice «el año que viene habrá más de mil de mis compatriotas en la fábrica» como una de las atracciones más comentadas y fotografiadas, pero también hay una amplia variedad de robots humanoides chinos que no están en una vitrina, sino paseando, saludando o gesticulando de maneras variadas.

En estos momentos, podríamos perfectamente imaginarnos una tienda de robots humanoides en cualquier esquina de una ciudad china, del mismo estilo de la que Kazuo Ishiguro utiliza como escenario en «Klara y el sol«, con sus distintas generaciones tecnológicas sucediéndose y compitiendo por el favor de los usuarios. Un escenario así aún parece estar relativamente lejos en el mundo occidental, a pesar de contar con mejores herramientas para ello.

China es pionera en el mundo en la instalación de robots industriales, una tecnología que han protagonizado Japón con Fanuc, Suiza con ABB y Alemania con Kuka (ya en manos chinas). En el país hay instaladas casi 300,000 unidades de ese tipo de robots, casi seis veces más que en Japón y muy por delante de otras economías desarrolladas como Estados Unidos, Corea del Sur, Alemania, Italia, etc. Si logra además ser puntera en el desarrollo de robots humanoides y desplegarlos de la misma manera, estaríamos seguramente hablando de un cambio dimensional tanto en la sociedad china como en su capacidad de fabricación.

Y todo ello, sin tener acceso, se supone, a los chips más avanzados, como consecuencia de la política de guerra comercial de los Estados Unidos. Es una de las consecuencias lógicas de las restricciones: fuerzan a aquel que las sufre a volverse más ingenioso y eficiente si quiere competir. Ese parece ser el caso no solo en el campo de los modelos de inteligencia artificial generativa, sino ahora, también en el de la conducción autónoma o en el de la robótica. Un panorama muy interesante y revelador: quien domina las tecnologías del futuro, tiene grandes posibilidades de dominar el futuro como tal.

Nota:www.enriquedans.com

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