La economía en disputa. Ni liberales, ni keynesianos: nacionales

Economía14 de julio de 2024
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Recientemente hemos seguido en esta columna distintos aportes del pensamiento nacional y latinoamericano. Debatiendo las diferentes líneas de estudios que, sin ser conscientes, tienen base en la escuela Neoclásica. Uno de sus principales referentes fue Alfred Marshall (1842-1924).

Por ello, las distintas escuelas que siguieron a la neoclásica como la austríaca, monetarista o lo que llaman hoy neoliberal, solo tienen soluciones del centro para los problemas de la periferia. Esto está hoy en disputa, no por el manual, no por el marco teórico, sino por la necesidad de tener una alternativa que comprende los desafíos una economía como la Argentina o de Colombia; sino todos terminaremos discutiendo dentro del marco de la teoría neoclásica sin saber que nuestra mira es “neoclásica”.

La Teoría (subjetiva) del Valor que describió Marshall, al rescatar los argumentos de J. S. Mill, no es solo sobre el aspecto interno de la economía, sino que suponía una teoría de los “valores internacionales”. Esto un debate sobre si los precios internos se pueden equiparar a los externos.

Las estructuras productivas de los países centrales podían realizar esto sin un costo social demasiado alto. En el caso de las estructuras productivas -diferentes- de los países periféricos igualar los valores -internos- a los valores -externos- internacionales supone una economía sin “regulaciones”, cuando la exportación de los países periféricos se caracterizó por insumos -soja, cobre, oro, petróleo, gas- para las industriales centrales, en el Reino unido durante el siglo XIX, EE.UU en el siglo XX y ahora con China en el siglo XXI-.

La idea de “valores internacionales” tiene en el fondo del concepto, la idea de Ricardo, de especialización de las economías. Sin embargo, un detalle es que la idea de Ricardo supone un análisis del intercambio de mercancías, con capital y trabajo constante. No hay factor tierra. Está claro que levantar estos supuestos para que sean dinámicos nos dan una mayor proximidad a los problemas periféricos y solo nos surge una pregunta ¿Son los mismos costos de producción en el centro como en la periferia? ¿Tenemos energía para el desarrollo? ¿Alcanza el modelo exportador para resolver los problemas sociales y nacionales?

Los tres modelos en disputa

Para ello es muy importante recuperar el pensamiento de autores como Prebisch y Keynes en principio por su honestidad intelectual. Y para construir un puente de comprensión de la Teoría Económica. En este punto nos parece importante rescatar las reuniones en la Universidad Nacional de Moreno junto a otras universidades del conurbano: UNDAV, UNGS, UNQUI y UNPAZ que con la participación de graduados y estudiantes de economía se plantearon la necesidad de ir construyendo una mirada sobre los desafíos que tiene economía argentina y sus problemas sociales en el marco internacional actual. No solo discutir la agenda que a veces trata de instalar cierta mirada sesgada de la economía desde los medios dominantes. Sino que se hace imperioso recuperar el sentido de la universidad como espacio de debates, críticas y propuestas a los dilemas sobre el desarrollo nacional y latinoamericano poniendo el “acento” en el trabajo, el capital, lo financiero y la tierra.

No es menor el sentido que aporta Prebisch como primera critica a la teoría neoclásica, es que no es universal. La corrección de Keynes sobre la teórica neoclásica tuvo que ver con el ajuste de mercados y los salarios a la baja. Keynes no es Keynesiano, es solo un pensamiento como el Prebisch que comprende que la teoría no se corresponde con la realidad y hay problemas a resolver. La macroeconómica como la conocemos, actualmente, es neoclásica, es el IS-LM, la síntesis neoclásica, hay un texto de Kicillof “Una exegesis de “Mr. Keynes y los clásicos” de J. R. Hicks.

El nacimiento del modelo IS-LM o el pecado original de la moderna macroeconomía”. Keynes es categórico “Yo mismo defendí durante muchos años con convicción las teorías que ahora ataco y creo no ignorar cuál es su lado fuerte”. Es más, Keynes, en otro ensayo sobre “El fin del laissez faire (1926)” nos plantea la relevancia de una historia del pensamiento: “Sin embargo, me parece que no pensaríamos como lo hacemos, si Hobbes, Locke, Hume, Rousseau, Paley, Adam Smith, Bentham y la Srta. Martineau no hubieran pensado y escrito como lo hicieron. Un estudio de la historia de la opinión (pensamiento) es un preámbulo necesario para la emancipación de la mente”. ¿Sera posible construir una historia del pensamiento económico nacional y latinoamericano?

Lo que diferencia a Prebisch de Keynes, no es tanto su formación neoclásica, el primero propone problemas a resolver, desde la periferia; y el segundo resolvió los problemas de la teoría ortodoxa en el centro. Ambos llegan a la necesidad de repensar y elaborar una síntesis para un aporte/critica diferente a la Economía Política, que, en nuestro caso, como región, sería el Estructuralismo Latinoamericano.

Así como Keynes precisa criticar su formación, Prebisch lo hace en 1963 en el famoso manifiesto: Creía en el libre cambio y en el funcionamiento automático del patrón oro. Creía que todos los problemas del desarrollo se resolvían por el libre juego de las fuerzas de la economía internacional o de la economía interna. Pero cuando vino la gran depresión mundial, aquellos años de zozobra me llevaron a ir desarticulando paso a paso todo lo que se me había enseñado y a arrojarlo por la borda. Era tan grande la contradicción entre la realidad y la interpretación teórica elaborada en los grandes centros, que la interpretación no solo resultaba inoperante cuando se llevaba a la práctica, sino también contraproducente”.

Al mejor estilo Scalabrini Ortiz (1940) que en su libro “Política Británica en el Río de la Plata”, dijo: El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran”.

Por todo lo anterior, parece precisó repensar la historia nacional y regional, un aporte es la reciente publicación del libro “Los tres modelos en disputa” de Santiago Fraschina y Lucas Gobbo de la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata que nos plantearon que: la fortaleza del peronismo como movimiento nacional le ha permitido sobrevivir a pesar del paso del tiempo, de sus líderes y de las coyunturas históricas. Esa fortaleza se basa en varios pilares, siendo uno de los más importantes el haber desarrollado una doctrina propia y un modelo político y económico con probada capacidad para garantizar la justicia social.

A través de su pensamiento y su acción, el General Juan Domingo Perón sentó las bases de la “doctrina justicialista”, un cuerpo de principios y apotegmas que se han mantenido vigentes en el tiempo. Su aplicación en el plano económico permitió construir lo que podemos denominar el modelo económico justicialista, el cual durante distintos momentos históricos permitió al pueblo argentino alcanzar mayores niveles de prosperidad y conquistar nuevos derechos, al mismo tiempo que se desarrollaba y crecía la economía nacional (1945-1955 y 2003-2015).

Planteando que hay una disputa que resuena en la historia: Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, se ha dado una pugna constante en torno a qué modelo económico aplicar en la República Argentina. El modelo económico justicialista alternó con otros 2 modelos: uno diametralmente opuesto, al que podemos llamar modelo económico neoliberal-financiero; y otro con el que tiene algunos puntos en común, pero también diferencias insalvables, denominado modelo económico desarrollista. ¿Serán Prebisch y Keynes peronistas?

El artículo sobre “Política agraria peronista 1943-1946” pone en perspectiva la historia de la vaquería, el saladero y el frigorífico y como fue central el rol de los trabajadores rurales en la estrategia para la toma de la conducción de la Nación en 1946. Hay que volver a analizar la estructura productiva -desequilibrada- desde el capital, el trabajo, (lo financiero) y la TIERRA que no es más que la teoría OBJETIVA del valor.

Por Ernesto Mattos * Economista UBA. Docente de Estructuralismo Latinoamericano UNDAV / Ámbito Financiero

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