Donde peronismo e impotencia convergen
Martín Llaryora nació en San Francisco, provincia de Córdoba. Su antecesor, Juan Schiaretti, nació en Córdoba capital. El líder del movimiento que los llevó al poder, Juan Manuel de la Sota, había nacido en Río Cuarto, también Córdoba. La carrera política de los tres se desarrolló en la misma provincia: nunca fueron candidatos por otra que no fuera Córdoba.
Maximiliano Pullaro nació en Hughes, provincia de Santa Fe. Su antecesor, Omar Perotti, nació en Rafaela, Santa Fe. El gobernador que lo precedió, Miguel Lifschitz, había nacido en Rosario. Carlos Reutemann, el anterior, era natural de la ciudad de Santa Fe. La carrera política de los cuatro se desarrolló en la misma provincia: nunca fueron candidatos por otra que no fuera Santa Fe.
Axel Kicillof nació en la Capital Federal. Su antecesora, María Eugenia Vidal, nació en la Capital Federal. El gobernador que los precedió, Daniel Scioli, había nacido en la Capital Federal. Los tres desarrollaron su carrera política en la Capital Federal, y cuando fueron elegidos gobernadores bonaerenses sólo habían ocupado cargos por el distrito porteño –o cargos nacionales–. Lo mismo había sucedido con Carlos Ruckauf. Es cierto que el nacido en Recoleta Felipe Solá desarrolló su carrera en la provincia, pero hace falta remontarse a Eduardo Duhalde para encontrar a un gobernador bonaerense con mando de tropa. A partir de entonces, hace ya un cuarto de siglo, fueron todos segundones.
El paracaidismo de foráneos no se limita a gobernadores lanzados por presidentes: hay familias completas que migraron de provincia para ocupar candidaturas legislativas. Los tres Kirchner, por ejemplo, comenzaron sus carreras políticas en Santa Cruz antes de ver la luz y mudarse al conurbano. Cristina lo hizo en las elecciones a senadores de 2005; Néstor, en las de diputados de 2009, y Máximo, en las de 2019.
¿Por qué las provincias normales producen sus propios líderes, mientras Buenos Aires los importa? El éxito transitorio de la porteña Vidal, así como el fracaso de las candidaturas vernáculas de Néstor Grindetti en 2023 y de los radicales anteriores a 2015, sugiere que el problema no es el peronismo, sino la provincia. Acéfala desde 1880, cuando perdió la Ciudad de Buenos Aires, amorfa por la concentración demográfica y confiscada por la ley de coparticipación, Buenos Aires es un cementerio de elefantes de todos los partidos. La endeblez de las conducciones partidarias se torna más evidente en el peronismo porque la gobernó durante 32 de los últimos 40 años.
¿Y cuál es la situación del peronismo nacional hoy? La segunda provincia más importante que gobierna, Córdoba, se alinea siempre contra el kirchnerismo, y la tercera, Tucumán, está cada vez más cerca de Milei. El peronismo bonaerense se ha transformado de locomotora en isla. Enorme y superpoblada, pero incapaz de enhebrar archipiélagos.
Axel Kicillof apunta a romper la insularidad entonando una nueva canción. El 45% con que fue reelecto sugiere respaldo popular, y sus pares de otras provincias lo respetan y le agradecen variadas caridades. Si el kirchnerismo implicó la conurbanización del peronismo nacional, el pos-kirchnerismo sugiere una renovada porteñización. Con su mesa chica y su visión del mundo modeladas en el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas de la UBA, el gobernador consiguió transitar sin ensuciarse por tierras de barones taimados y machos del off. Cristina, la creadora que se transformó en mochila, sigue pesando, pero el bastón de mariscal busca otro dueño.
Hoy el peronismo gobierna 84 de los 135 municipios bonaerenses. Si la historia es guía, ningún intendente será gobernador en 2027. A quién elegirá Kicillof para sucederlo es una incógnita, pero lo más probable es que sea alguien de su riñón. Los candidatos presidenciales saben que necesitan el voto popular para ganar y la provincia de Buenos Aires para durar, así que siempre digitan a alguien que les prometa estabilidad, nunca reforma. La provincia no es lo que el peronismo hizo de ella; el peronismo es lo que la provincia hizo de él.
Andrés Malamud * Politólogo, Universidad de Lisboa. Autor de Adelante Radicales, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2019. / El Diplo
Edición julio 2024