Los embichados

Actualidad14 de junio de 2024
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Hasta el año cero de la era inaugurada por el gladiador romano, el Estado se consideraba el marco regulatorio para el desarrollo y crecimiento individual y colectivo.

Pero se gestó en el seno de nuestra vida en común, pandemia mediante, un clima de hastío y desencanto tras años de proyectos políticos truncados o fallidos.

Estos son los riesgos de las construcciones políticas pensadas de arriba para abajo y de adentro hacia afuera.

Un poco de historia reciente

El triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales de 2015 implicó algo más que la legitimación social de la derecha representada por la alianza Cambiemos. Fue el retorno del neoliberalismo a la Argentina, el regreso de la democracia liberal de mercado, pero no ya como eco del posmodernismo menemista sino como síntesis totalizadora con fundamentaciones afincadas en la globalización de las economías financiero-especulativas.

El Estado mínimo neoliberal fuel el paradigma menemista para impulsar la Reforma Estructural del Estado en el año 1989, cuyos objetivos centrales fueron las privatizaciones de las empresas públicas, la estabilización del tipo de cambio y la desregulación y apertura de la economía. Una reversión del plan económico de la dictadura cívico militar que aniquiló la industrial nacional y dio carta blanca para que el sector financiero fundiera a la Argentina en el mercado internacional de capitales. La calesita financiera comenzó a girar frenéticamente y a las pymes nacionales se las tragó el “Arteche” de la plata dulce.

Con el menemismo retornaba la figura fantasmática de Margaret Thatcher anuciándonos que volvía por nuestras almas y nuestras vidas porque no había más alternativa que la destrucción de todo sistema de regulación estatal para que el mercado se ordenase desde el mercado.  

Todo es historia

Todo es historia y la “historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa», aunque lo siniestro de esta época de mastines ingleses y gladiadores que vienen del Coliseo Romano, es que la farsa es más terrorífica que la tragedia original. (Slavoj Zizek dixit)

Cuando el terror acecha no hay que salir a escopetazos ni motosierras porque el embichado no se exorciza así; de esa manera se lo esparce por toda lo sociedad. Gran parte de nuestra comunidad eligió la escopeta y así andamos todos hoy, aterrorizados y embichados; nuestra sociedad es la paridora de esa alma rota, en pena y dañada, que se diseminó para volverse familiar en su horror cotidiano.

El horror es el terror realizado y en nuestro pueblo ya no acecha la maldad, está enquistada en la piedra desangelada que cada individuo empuja desprovisto de ese instante maravilloso de conciencia reveladora de lo humano, porque la piedra somos ya nosotros, o ellos, o aquellos que los encuestadores definen como ese apoyo esperanzado en la idea de que hay que sufrir ahora para disfrutar del bienestar futuro. El problema es el de siempre, en el futuro late la posibilidad de la muerte. Pero también, para este dilema el embichado tiene una respuesta: Con la muerte termina el sufrimiento. Lo terrorífico es que esa muerte equivale a la ilusión vívida de una estrella fenecida hace millones de años.

Y esa ilusión es este presente de meses, que parecen años, de dolor, daño y crueldad, y que se refleja en los datos del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina: En el primer trimestre de 2024 la pobreza llegó al 55% y la indigencia es del 17,5%.

En esos datos hay vidas.

Hegel y Spinoza lo advirtieron: La potencia puede trastocar el valor positivo de las pasiones en negatividad. En la pura emocionalidad no hay libertad ni camino posible a la felicidad.

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Afiche de la película El Topo, de Alejandro Jodorowsky, Mexico 1970
 
El clima de época al que se refieren sociólogos y politólogos es el de los sujetos que combaten con pasión por su servidumbre y encarnan el laboratorio gélido donde se procesa ese entusiasmo por la explotación. Ese es el verdadero cambio: El mal revestido de pasión calculada y sometida a segmentaciones de perfiles creados por la sociología de la merca mal cortada (La metáfora o idea la he escuchado en alguna conversación que, o por discreción, o por olvido, no cito) El mal, entonces, no es sólo ausencia del bien, sino deseo del mal.

La libertad avanza

La Libertada Avanza, o lo que queda de ella, nos arrojó al dominio de la filosofía del nuevo amo. El esclavo liberado pidiendo a gritos su coctel de ansiolíticos para adormecer el dolor. Mañana es mejor (Desearía saber qué pensaría hoy el Flaco de ese verso escrito en los años setenta del siglo pasado)

Esa píldora puede tener su origen en los sucesivos desencantos y frustraciones que “la gente” ha vivido. También en una posición confortable de mansedumbre ante el concentrado informacional de cada día; imposible resistirlo: mediante él administramos nuestras libertades, racionalizamos nuestras vidas, regulamos nuestros deseos y nos lanzamos a la conquista del futuro como coyotes fracasados.

El que puede (o quiere), se construye un atuendo en el que el logo no es precisamente el conocimiento de cómo el ropaje no nos viste. La fantasía de un provenir mejor es edificada en el espejismo de agua del desierto que se ha elegido.

Mientras tanto

… Volvemos al neoliberalismo caníbal cuya matriz cultural nos enfrenta con un otro que sólo es concebido como competidor aceptable en tanto emprendedor solitario. El self made-men que también mira con recelo al trabajador silvestre, precarizado, cuando no con odio al organizado en economías populares. El mismo que envidiará el progreso de su vecino hasta desearle la desgracia del fracaso, porque como tal, no ve en la filosofía del robo de ladrillos arltiana un hurto, sino una condición para su existencia como propietario. Ése es el hombre sin deuda y sin historia, en este tiempo de desmemoria y degradación del Estado.

El año cero

El año cero mileísta es el barrefondo de nuestra historia, por eso se concibe fundacional y plagia mal al Alberdi de las Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Argentina. Sueños de creación sin la épica inaugural de la generación del ´37. El Presidente lo explica casi todo como novedad y producto del lucro cesante que nos ha causado la «organización criminal Estado», entonces se imagina como un un topo que tiene por misión la destrucción del Estado. La estafa, incluso la propia, se aloja en esa idea de destrucción. ¿Qué Estado es el que quiere destruir el topo? O mejor, ¿qué madriguera es la que se beneficia de subversiones lingüísticas mediante las cuales la casta sustituye a la clase, y el derecho a la libertad al conflicto por la distribución de la riqueza y el poder?

Nuestra memoria del terror económico y social está acechada y muy lejos de una población que poco sabe de Estatutos Legales del Coloniaje o de la Ley Bases y su punto nodal, el Régimen de Incentivos para Grandes Inversores (RIGI). ¿Aturdimiento? ¿Apatía? ¿Una sociedad de rapis suicidas?

El espanto avisa. La granada es social y combina indolencia con ejércitos dispersos de indigentes cuya mejor esperanza es la voluntad del carrito y la calle.

Quizás lo que cruje, junto a las democracias occidentales, sean los liberalismos clásicos y los progresismos culturalistas.

Habrá que pensar mucho en esto.

Pero también habrá que tener muy presente los términos del acuerdo: el buitre no tiene piedad.

 

Por Conrado Yasenza * Periodista. Docente en UNDAV. / La Tecla Eñe

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