El default político se maceró décadas

Actualidad 12 de mayo de 2024
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Así como el default económico de 2001 con la desintegración de la convertibilidad fue la conclusión de años de desorden económico y pérdida de confianza en las instituciones económicas, el default político que significa la irrupción de un outsider total en la presidencia y que logra en solo dos años pasar de la nada al sillón de Rivadavia, no es solo resultado de los fracasos de los gobiernos de las dos coaliciones que se sucedieron en las presidencias de Mauricio Macri y Alberto Fernández, fue un proceso que se maceró décadas.

Probablemente el primer huevo de la serpiente lo instaló Carlos Menem, quien aprovechó la fama de artistas y deportistas como Palito Ortega, Carlos Reutemann y Daniel Scioli para convertir a los tres en candidatos políticos y que los tres terminaran siendo gobernadores de Tucumán, Santa Fe y Buenos Aires, nada menos.

En los hedónicos años 90 donde lo aspiracional –y no la supervivencia– estaba al tope de las prioridades de una mayoría, eran la fama del espectáculo y el deporte los atributos que servían como anzuelo electoral. Pero pasado el default económico de 2002 la pirámide de necesidades puso a lo económico y la búsqueda de salvación material en la cúspide de las necesidades, generando así otro tipo de outsiders: los empresarios  como Francisco de Narváez y Mauricio Macri que ganaron elecciones inimaginables en los 90. El propio Javier Milei, quien hace del conocimiento de la generación de riqueza su caballito de batalla se podría agrupar a este mismo conjunto. Al revés, personajes famosos del espectáculo como Marcelo Tinelli quien en los años 90 podría haber sido gobernador de casi cualquier provincia, el cambio de humor de la sociedad tras la crisis de 2002 hizo que ya no pudiera convertir en votos su rating, como sí logró convertirlos, antes de la invasión rusa, el comediante ucraniano Volodímir Zelenski en 2019. 

Bailar cumbia con la banda presidencial en el balcón de Perón o poner sus perros en el bastón de mando

Si Palito Ortega usó la música, Reutemann la Fórmula Uno, Scioli la motonáutica, De Narváez su imitador en lo de Tinelli y Macri a Boca, Javier Milei utilizó el panelismo y las redes sociales.

El Director Ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, el economista Alfredo Serrano Mancilla presentó en la Feria del Libro El gol que me falta, un thriller electoral donde el candidato es el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, quien al retirarse y a la hora de decidir qué hacer el día después, acepta una propuesta para ser candidato presidencial en la Argentina. Más allá de que se trate de una novela, parte de verosímiles como en Paraguay, donde el futbolista José Luis Chilavert fue candidato presidencial y el jugador del Milan que fue Balón de Oro George Weah que fue presidente de Liberia.  Chilavert podría haber sido ídolo de Javier Milei, quien de joven fue arquero de Chacarita porque el paraguayo fue considerado el mejor arquero sudamericano del siglo XX y mejor arquero del mundo en 1995, 1997 y1998, además del segundo arquero más goleador de todos los tiempos. Milei quería ser reconocido, lo que no pudo como futbolista lo logró luego como panelista.

Volviendo a qué tipo de fama es adecuada en cada momento para triunfar como outsider en la política, la emergencia de presidentes empresarios o consejeros de empresarios, en síntesis expertos en generar riqueza, en toda Latinoamérica, y en mayor proporción en varios países de Centroamérica y de Sudamérica andina, parece guardar relación con la necesidad de la población de salir de su empobrecimiento.

Inés Nercesian es la autora del libro Presidentes empresarios, estados capturados. América Latina en el siglo XXI que lleva por sinopsis: “¿Por qué tantos presidentes empresarios en América Latina en este siglo XXI? El libro estudia ocho países cuyos gobiernos tuvieron un sesgo empresarial: Argentina, Brasil, México, Chile, Colombia, El Salvador, Paraguay y Perú. Es cierto que la presión de las clases económicamente dominantes hacia el Estado es una variable de larga data, más aún en Latinoamérica, donde los grupos económicos surgieron y subsistieron gracias a la protección estatal. La novedad de este siglo es el modo en que se produjo esa captura de las decisiones estatales y sus mecanismos. Si los empresarios podían financiar campañas, hacer lobby, presionar o comprar medios, ¿por qué no ser directamente la élite estatal? Estos empresarios que expresan a esa generación, que se constituyó o consolidó en la década de los noventa entendieron que era momento de ocupar el Estado de manera directa sin intermediarios. Ello se produjo en un contexto de crisis de los elencos políticos y de reacción frente al crecimiento de los gobiernos progresistas. ¿Quiénes son estos hombres y mujeres que se denominaron “el mejor equipo de los últimos 50 años”, “el gobierno de notables”, “el gabinetazo”, “los mejores, los más preparados”, “experiencia política y técnica”, “la selección nacional”, “el gabinete de lujo”?

Considerar a Milei parte de ese electorado puede resultar contradictorio porque él se autopercibe anticasta, pero es el mismo Mauricio Macri quien considera a su gobierno el prólogo del de Milei, en la discusión de la ley Bases en la Cámara Alta, la senadora de Salta Nora Giménez, dijo que la ley que están discutiendo “más que un plan económico es un plan de negocios”, y el domingo pasado Elisa Carrió dijo en PERFIL que “Milei es un Caballo de Troya de la matriz del saqueo final a la Argentina”, mientras varios ejecutivos de distintas empresas como por ejemplo Techint, se destacan como funcionarios de áreas estratégicas en energía y trabajo, sumado a que el propio Milei proviene de Corporación América, al igual que el jefe de Gabinete Nicolás Posse y el ministro del Interior Guillermo Francos, aunque éste último merece ser reconocido como político y funcionario público de carrera.

El default político que se evidenció el 19 de noviembre pasado cuando Milei vence por casi 12 puntos a Sergio Massa y previamente a todo Juntos por el Cambio, primero Larreta y luego Patricia Bullrich, comenzó mucho antes. El propio Macri es el primer outsider argentino que llega a presidente y su partido, el PRO, casi gana la gobernación de Santa Fe con un cómico como Miguel del Sel. En 2015 Miguel del Sel ganó las PASO y perdió las generales, solo por poco más de mil votos. Un cómico y hace casi 10 años. Hemos recorrido un largo camino para llegar a Milei presidente, no fue solo el resultado del fracaso en el gobierno de las últimas dos coaliciones, sino de la pérdida de aura del cargo presidente o gobernador.

Por Jorge Fontevecchia / Perfil

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