¿Cuáles son las fases del burnout y cómo distinguirlo del estrés laboral?
Hoy en día, el estrés laboral es una constante ineludible para muchas personas. Cada vez estamos más acostumbrados a lidiar con demandas excesivas, nos fijamos expectativas poco realistas, que no somos capaces de cumplir, y soportamos niveles de autoexigencia que terminan por agotarnos física y mentalmente.
Cuando el estrés en el trabajo se prolonga de manera intensa y constante puede evolucionar hacia una condición mucho más severa conocida como el síndrome de burnout o síndrome de desgaste profesional.
Comprender las fases del burnout, distinguirlo del estrés laboral común y conocer las estrategias de prevención es fundamental si queremos mantener un óptimo bienestar laboral.
¿Qué es el burnout?
El síndrome de burnout fue inicialmente descrito por Herbert Freudenberger en los años 70 y, desde entonces, ha sido objeto de numerosos estudios y análisis. Esta condición se caracteriza por un estado de agotamiento emocional extremo, cinismo o negativismo relacionado con el trabajo, y una sensación de reducción en la realización personal y profesional.
El burnout es especialmente prevalente en profesiones con alta demanda emocional y física, tales como la sanidad, la educación, y la atención al cliente, donde la interacción constante y el desgaste emocional son bastante comunes.
Estudios recientes indican que cerca del 30% de los profesionales de la salud experimentan síntomas de burnout. Esta incidencia tan alta resalta la importancia de implementar medidas preventivas efectivas y sistemas de apoyo robustos en los entornos de trabajo para mitigar el impacto de este fenómeno.
Fases del burnout
El proceso de burnout se desarrolla de forma gradual y, según la literatura científica, puede desglosarse en varias fases. Según el modelo de Edelwich y Brodsky, el desarrollo del síndrome de burnout se da en cuatro etapas:
1. La fase del entusiasmo inicial o “luna de miel”
En los primeros días, las personas experimentan un nivel alto de entusiasmo y compromiso con su trabajo. Sin embargo, sin las debidas pausas y si las expectativas no se manejan adecuadamente, este entusiasmo puede comenzar a erosionarse poco a poco.
2.La fase de estancamiento
En esta siguiente fase es cuando los síntomas iniciales de estrés comienzan a manifestarse de una forma más pronunciada. La persona puede empezar a sentirse cansada más frecuentemente, con una reducción en la satisfacción personal y profesional que obtiene de su trabajo.
3.La fase de frustración
Aquí el estrés se intensifica y la motivación original se desploma por completo. La persona afectada puede empezar a experimentar sentimientos de desilusión y comienzan a generarse dudas sobre su valor y la calidad e idoneidad de su trabajo.
4.La fase de apatía
Esta es la etapa más crítica del burnout, donde la persona se vuelve cínica y apática hacia su trabajo. Se produce una desconexión emocional significativa y un deterioro en el rendimiento laboral que puede ser difícil de ocultar al resto de compañeros.
Diferencias entre burnout y estrés laboral
Aunque el burnout y el estrés laboral pueden parecer similares a primera vista, existen diferencias fundamentales entre ambos. Estas son algunas de las principales:
Duración: el estrés laboral es generalmente una respuesta temporal a una demanda presionante o a una etapa de altas cargas de trabajo, mientras que el burnout es un estado de agotamiento físico y mental que se acumula y persiste en el tiempo, reflejando un desgaste progresivo.
Impacto emocional: el estrés laboral suele manifestarse con síntomas como ansiedad, nerviosismo y preocupación, pero el burnout lleva a un sentimiento de vacío, desesperanza, y una falta de satisfacción que trasciende el ámbito laboral e impregna otros aspectos de la vida diaria de la persona.
Efectos en el rendimiento: mientras que el estrés puede motivar a algunas personas a mejorar su rendimiento bajo presión, el burnout genera un declive significativo y constante en la productividad. Esto se traduce en una disminución de la capacidad de concentración, la aparición de errores frecuentes y un deterioro en la calidad del trabajo.
Enfoques de intervención: el estrés laboral puede aliviarse relativamente rápido con técnicas de manejo de estrés, como tomar descansos o redistribuir la carga de trabajo. En cambio, abordar el burnout suele requerir un enfoque más integral, incluyendo posiblemente cambios significativos en el ambiente de trabajo, apoyo psicológico continuo, y a menudo una reevaluación de las expectativas personales y profesionales de la persona.
Factores de riesgo para el bienestar laboral
Existen varios factores que pueden predisponer a los individuos al burnout y afectar negativamente al bienestar en el trabajo, entre ellos:
Cargas laborales excesivas: un desequilibrio entre la carga de trabajo y los recursos disponibles puede ser un factor de riesgo significativo. Este desbalance fomenta el estrés crónico y, en situaciones extremas, puede desencadenar el síndrome de burnout.
Falta de control: la incapacidad para influir en decisiones importantes que afectan las tareas diarias y el entorno laboral incrementa significativamente el riesgo de desarrollar burnout. Sentirse impotente puede llevar a una sensación de desesperanza y frustración laboral.
Conflictos de valores: un choque entre los valores personales del trabajador y las demandas de la organización puede provocar conflictos internos. Esta discrepancia puede disminuir la motivación y el compromiso con el trabajo, deteriorando la satisfacción laboral.
Relaciones laborales inadecuadas: la falta de apoyo por parte de colegas y superiores, así como un ambiente laboral que sea hostil o excesivamente competitivo, también son factores que pueden contribuir significativamente al estrés laboral y al desarrollo del burnout.
Cómo prevenir el burnout
La prevención del burnout requiere un esfuerzo conjunto entre empleadores y empleados. Es crucial reconocer los signos tempranos de burnout y no simplemente descartarlos como episodios comunes de estrés. Implementar estrategias efectivas de manera oportuna puede prevenir la intensificación de este fenómeno. Algunas estrategias incluyen:
Fomentar la escucha activa: implementar políticas de empresa que promuevan la escucha activa puede ayudar a resolver conflictos antes de que escalen y asegurar que los empleados se sientan valorados y entendidos.
Promover un equilibrio entre la vida personal, el ocio y el trabajo: es esencial que los empleadores incentiven a los empleados a tomar descansos adecuados y a utilizar sus días de vacaciones. También deben ajustar las cargas de trabajo a capacidades realistas para evitar el agotamiento físico y mental.
Capacitar en gestión del estrés: educar a los empleados en técnicas de manejo del estrés y ofrecerles oportunidades de desarrollo profesional puede equiparlos mejor para manejar las presiones laborales y aumentar su motivación y compromiso.
Crear una atmósfera de trabajo saludable: un entorno laboral que promueva la cooperación, la comunicación abierta y el respeto mutuo puede reducir significativamente los casos de burnout y fomentar una mayor colaboración y sentido de pertenencia a la organización.
Además, es fundamental que los trabajadores reconozcan que es humano no estar a la altura o no poder superar solos los problemas. En estos casos, buscar ayuda profesional debería ser visto no como un tabú, sino como un paso proactivo hacia el cambio y la mejora de la salud mental y el bienestar psicológico.
En conclusión, es importante distinguir entre el estrés laboral y el burnout para tratar sus síntomas y causas de manera efectiva. Implementando estrategias adecuadas y adoptando un enfoque preventivo, tanto trabajadores como empleadores pueden contribuir a crear un ambiente laboral más saludable y productivo, minimizando los riesgos asociados con el síndrome de burnout.
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