En el mundo académico sionista no ha lugar a la disidencia

Actualidad - Internacional 21 de abril de 2024
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En un comunicado difundido el 12 de marzo, la Universidad Hebrea de Jerusalén anunció la suspensión de la profesora Nadera Shalhoub Kevorkian, personalidad académica palestina de renombre internacional y miembro del claustro de la Facultad de Derecho y de la Escuela de Trabajo Social. Esta medida drástica y sin precedentes se produjo después de que Shalhoub hablara en una extensa entrevista en un “podcast” acerca de los horrores del 7 de octubre y la posterior y demoledora guerra, así como la masiva mortandad violenta en Gaza. Dos frases sacadas de contexto han dominado el diálogo público. En primer lugar: "Y por supuesto, recurrirán a cualquier mentira. Empezaron con los bebés, siguieron con las violaciones, seguirán con millones de mentiras más cada día con otra historia". Segundo: "Sólo aboliendo el sionismo podremos continuar. Esto es lo que veo". La indignación pública, por supuesto, hizo caso omiso de los comentarios que transmitían simpatía por las víctimas del 7 de octubre. En realidad, lo que declaró fue: "Mi reacción ante las historias sobre el 7 de octubre fue de horror... Nunca permitiré que nadie toque a un bebé, secuestre a un niño, viole a una mujer", y añadió: "Toda nuestra vida hemos luchado por la dignidad, por la vida, por la integridad de un ser humano y no por lo contrario".

En su comunicado, la Universidad Hebrea rechazaba "todas las tergiversaciones de las declaraciones de la profesora Shalhoub Kevorkian", recalcando que la Universidad "está orgullosa de ser una institución israelí, pública y sionista". Al igual que en el pasado, los responsables de la universidad reiteraron su llamamiento a que la profesora Shalhoub Kevorkian encuentre otro refugio académico que se adapte a su posición. En esta etapa, y con el fin de mantener un clima seguro en el campus en beneficio de nuestros alumnos y alumnas, la universidad ha decidido suspenderla de docencia."

Pero, ¿qué significa que una institución central de enseñanza superior se defina como sionista? ¿Qué significa para el profesorado y los estudiantes no sionistas o antisionistas? ¿Qué significa para la minoría nacional palestina del 17%, que ha sido víctima del sionismo a lo largo de los años, que esta institución sea sionista y que cualquier intento de criticar esta ideología se enfrente a la reacción más fuerte que pueda encontrarse en el instrumental de la universidad? Para ser claros, los profesores judíos han podido criticar abiertamente el sionismo. Como ideología de Estado, es justo o incluso necesario cuestionar el valor y la substancia de esta ideología. Hasta la fecha, pocos profesores judíos se han enfrentado a una suspensión o a la exigencia de encontrar un nuevo hogar académico por sus críticas al sionismo. Al mismo tiempo, los miembros del claustro de la Universidad Hebrea que han defendido públicamente los crímenes de guerra y han aplaudido actos genocidas no se han enfrentado a medida disciplinaria alguna.

No hace mucho, el Tribunal Internacional de Justicia dictaminó que son plausibles las acusaciones de que Israel está violando la Convención sobre Genocidio. Con excesiva frecuencia, la comisión de crímenes internacionales resulta posible gracias a agresivos intentos de silenciar la disidencia y castigar a los disidentes. La suspensión de la profesora Shalhoub Kevorkian por parte de la Universidad Hebrea no es más que un ejemplo de los incesantes esfuerzos de las instituciones israelíes por silenciar la disidencia, lo que convierte a la propia universidad en cómplice de las atrocidades que se están cometiendo en Gaza. La caza de brujas contra la profesora Shalhoub Kevorkian no comenzó con la decisión de suspenderla. De hecho, alcanzó niveles sin precedentes hace meses, después de que ella firmara y difundiera una petición en la que acusaba a Israel de cometer genocidio. La publicación de una carta oficial de la universidad acusándola de incitación y sedición no sólo contravenía los principios básicos de la libertad académica, sino que ponía su vida en peligro real, dada la creciente violencia de los activistas de extrema derecha contra los palestinos. Si se le puede hacer esto a una académica de renombre internacional, sólo podemos imaginar lo fácil que sería intimidar y atacar a jóvenes figuras académicas y estudiantes palestinos.

Ni que decir tiene que la creación del Estado de Israel y la consiguiente Nakba palestina se vieron señaladas por los intentos de destruir la vida cultural e intelectual palestina con el fin de extraviar a los palestinos que permanecieron en su tierra natal. La represión de los académicos y estudiantes palestinos en las universidades israelíes es una continuación de esta política y tiene como objetivo frustrar cualquier intento por parte de los ciudadanos palestinos de luchar por sus derechos colectivos nacionales. El uso de tales medidas coactivas contra la comunidad intelectual palestina podría tener un impacto demoledor sobre el conjunto de los ciudadanos palestinos, que ya están privados de su derecho a la autodeterminación en virtud de la Ley del Estado-Nación.

Estos intentos de disciplinamiento prevalecen en todos los espacios públicos. Casi al mismo tiempo que la Universidad Hebrea difundía su declaración, la Asociación Israelí de Fútbol anunciaba que iba a someter al Bnei Sakhnin (principal club de fútbol palestino de la primera división israelí) a un proceso disciplinario porque sus hinchas vociferaron ruidosamente durante la interpretación del himno nacional, lo que significa que no lo respetaron. También esto se suma al esfuerzo por suprimir y limitar las voces palestinas. 

Israel lleva mucho tiempo imponiendo un régimen de supremacía racial a los palestinos, y los últimos meses han demostrado que está dispuesto a intensificar su recurso a medidas coercitivas para mantener este régimen y eliminar cualquier oposición significativa al mismo. Cuando las principales instituciones académicas se convierten en brazo del Estado en la aplicación de dichas políticas, la comunidad académica internacional debe responder con prontitud y en voz alta. 

 
Por Sonia Boulos * es profesora asociada de Derecho Internacional de los Derechos Humanos en la Universidad Nebrija (Madrid) y coeditora de la revista académica Palestine/Israel Review y Lior Sternfeld * profesor asociado de Historia y Estudios Judíos en la Universidad Estatal de Pensilvania, miembro del Foreign Policy Research Institute y editor asociado de la Palestine/Israel Review. Es autor de “Between Iran and Zion: Jewish Histories of Twentieth Century Iran” y coautor de “Jews of Iran: A Photographic Chronicle”. / Sin Permiso

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