Humor: Tobías incluido

Actualidad 20 de marzo de 2024
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–¡No me derogues, Tobías, no me derogues! –el grito, sollozo, exclamación, demanda o suave murmullo, según la subjetividad de cada quien, se dejó oír en el barcito en el que Rebequita y Tobías tomaban su habitual merienda.
Tobías no pudo dejar de darse por aludido, aunque habría querido darse por eludido.
–Rebequita de mi alma en pena, de mi ser en vías de extinción, de mi lenguaje cotidiano y gallarda expresión, ¿por qué atinan tus labios a pronunciar tremenda cacofonía? ¿Quién fue el bicho que te ha dicho che pebeta que llegó el tiempo de la vendeta? ¿Qué fantasia inconsciente atravesó tu aparato psíquico para fluir como asociación libre sin pasar por el tamiz de la sensatez?
–Ay, Tobías, ¡qué cosas que me decís! No sé si son efusiones románticas o poluciones distractivas para alejarme de lo que da sentido a mi angustia. ¡Yo he pasado años, lustros, décadas aportando a nuestra relación, pero mucho me temo que tú no quieras ver en mí a la gran contribuyente de tu vida, y decidas, en principio eludirme, luego evadirme, y finalmente, apoyado por el caos que reina zoológicamente en nuestro territorio, lisa y llanamente derogarme, decirme… «¡Rebequita… afuera!», y culminar así, sin indemnización alguna para mi herido corazón, con este fluyente vínculo afectivo!
–Rebequita de mis calzones quitados, ¡no entiendo nada!
–¡Ese es el problema, Tobías de mis Apeninos a los Andes! Vos no entendés nada… lo que finalmente es algo consuetudinario, pero, ¡yo tampoco! Estaba acostumbrada a los ires y venires y quedares y viajares del vaivén de la realidad que nos cobija, a invertir cuando la ocasión era propicia, y ahorrar cuando la coyuntura amorosa se volvía compleja, pero ahora ¡está todo derogado! ¡Vínculos sólidos y prestigiosos se han desmoronado, pequeñas y medianas parejas han divorciado sus corazones financieros, familias de cariño garantizado han roto sus contratos, o los han dolorizado, grupos de jóvenes se niegan al deseo y al sexo, al desaforado grito de «¡Con la mía no!». Y yo tengo mucho miedo, Tobías, que de golpe, porrazo y chichón, me derogues, excusándote en la necesidad y urgencia de conocer nuevos horizontes.
–Pero Rebequita de mis sábanas recién planchadas, ¡vos sos la luz que me alumbra, el agua que me alimenta, el gas que calienta mi corazón!
–Ay, Tobías, qué lindo que sientas esto… ¿me vas a seguir queriendo cuando te lleguen las próximas facturas actualizadas y sin subsidio?
Nos vamos antes de que se corte.

Por Rudy / Acción 

 
 

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