Alien Duce

Actualidad 13 de marzo de 2024
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La semana pasada el presidente Milei firmó un decreto con el que dispuso aumentos del 48% para el personal jerárquico del Poder Ejecutivo, incluidos presidente, vicepresidente y ministros. El aumento del 48% contradice la prédica de la usteridad. El “no hay plata” es menos para las clases que gobiernan que para las trabajadoras. En esa contradicción ya tenemos un rasgo de fascistidad. En varias ocasiones sostuvimos que el fascismo es un poder contradictorio, que dice sí y no al mismo tiempo. El fascismo es un poder que implica una interacción entre dos o más sujetos que se enlazan a través de mensajes y conductas que simultáneamente se excluyen. Cuando la noticia del aumento del 48% trascendió el presidente no tuvo mejor idea que culpar a la ex presidenta y amenazarla con quitarle la jubilación que cobra como exmandataria para asignarle una pensión mínima.

El domingo 10, a la una de la tarde, la ex presidenta le respondió de nuevo al presidente Milei con un tuit. Allí decía: “Buen día Presidente. Hoy por la mañana pude leer el posteo que me dedicó… ¡A las 0:30 de la madrugada! ¿Qué hacía presidente a esa hora amenazando por redes? Me hizo acordar a una canción de Los Redondos: “Alien Duce el pequeño gran matón de la Internet”.

Me parece que es necesario comentar esta oración de los Redonditos: “Alien Duce el pequeño gran matón de la Internet”, porque hace a las reflexiones sobre el fascismo. Primero lo primero: pequeño gran matón de la Internet. La figura retórica que define el discurso fascista es el oxímoron, que consiste en juntar dos términos que entre sí chocan. Pequeño gran matón es un oxímoron. Luego: Alien Duce. Un alien es un ser ajeno al planeta Tierra, un extraterrestre, un alienígena. Pero más importante es la palabra Duce. Duce viene del latín dux, que quiere decir condottiero, alguien que lidera, que dirige. En el Imperio Romano era un título que recibían los gobernadores y los generales que habían realizado alguna hazaña gloriosa. Con Diocleciano, por ejemplo, dux se convirtió en el título oficial del comandante militar de las provincias: dux limitis provinciae, era el título exacto en latín. Dux, en tanto título, se mantuvo también en el Imperio bizantino, para los comandantes de provincias y, luego, para los gobernadores súbditos. Entre fines del siglo XIX y principio del XX, la palabra duce se empleaba en los movimientos del sindicalismo revolucionario. La asumían quienes ocupaban cargos directivos en las organizaciones obreras. Luego de la marcha sobre Roma, la palabra duce, en esa acepción de condottiere, se le atribuyó a Mussolini en tanto líder del movimiento fascista. La atribución tomó valor jurídico-constitucional a partir de 1938, cuando Mussolini fue designado oficialmente como “jefe del gobierno y duce del fascismo”.

Hago este repaso histórico para indicar que, a su manera, con el verso de los Redonditos, la vicepresidenta está reconociendo rasgos relevantes de fascistidad en el presidente Milei.

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El duce por otra parte es un personaje erecto, individualista, que no se inclina ante nadie. Vimos esa condición erecta, individualista, del presidente Milei escenificada en el Congreso de la Nación cuando inauguró las sesiones ordinarias. De hecho, habló desde un atril. En la filosofía platónica, el individualismo se configura como homo erectus (del latín: hombre erecto, de pie). En Platón, insisto, el homo erectus es una persona que abandona la caverna, donde estaba encerrado, abandona una posición incómoda a la que lo obligaba la caverna, y se levanta, se encamina con paso seguro y (e)recto hacia la virtud. Podemos decir que el modelo teórico de Platón es “vertical”. Es esto: excluye desviaciones, o mejor, inclinaciones. Inclinarse hacia otrxs es un modo corporal que en realidad crea vínculos solidarios y menos individualizantes. Esas inclinaciones, para los individuos autónomos -individualistas-, que hablan desde atriles, son “peligrosas”, porque aluden a conductas desviadas y a la disponibilidad de cuidados y actos solidarios hacia otrxs. Por eso habló desde detrás de un atril: para enfatizar que es alguien que manda y que no se inclina ante nadie: un alien duce.

Un poder erecto, que no se inclina ante nadie, no puede escuchar los argumentos de otrxs. De esto desciende que gobierna como si fuera un algoritmo. Existen reglas elementales del buen proceder humano, la educación, la gentileza, la cortesía, mantener relaciones cordiales con lxs demás, incluso cuando son nuestrxs antagonistas. Nada de todo esto tiene sentido para el presidente. No puede actuar siguiendo esas reglas elementales. Articula su “superioridad” insultando a lxs demás. Parece que no se siente pagado de sí mismo si no se desfoga violentamente contra lxs demás. Ha convertido la mala educación en recurso. Ha convertido la falta de respeto a personas e instituciones que cuentan con el respeto de lxs demás en otro recurso. No queremos eso.

Estamos ante una manera férrea, una operatividad unívoca del poder de gobierno, que expande una politicidad monolítica, vertical. Con ese método, el poder de gobierno dispone un espacio de apartheid, homólogo del ghetto adonde arrojar la debilidad, a quienes no considera “fuertes”, que son los leones, los trolls de redes antisociales o los operadores económicos y políticos de la motosierra. La crueldad del fascismo está ahí: burlarse ante un ser humano en dificultad, ante la debilidad, o insultarlo. Lo vimos en la escuela Cardenal Coppello. Sin embargo, el pensamiento de lxs débiles, antes o después, da libre curso a su imaginación. Gutta cavat lapidem es una antigua enseñanza a tener presente. La gota perfora la piedra, no por fuerza sino cayendo una y otra vez. Una y otra vez. Esa imaginación se escenificó el 8 de marzo en la Plaza de los dos Congresos con la disposición vitalista de un “Salón de las mujeres” hecho multitud. Lo veremos, de nuevo, el próximo 24 de marzo con una marcha unificada. Son modos de la necesaria confluencia de las grandes fuerzas emancipatorias de tradición peronista y de izquierdas (de sensibilidad nacional y popular con audiencias). Esas tradiciones en la Argentina tienen una gran síntesis: se cruzan en un punto vital, la experiencia de un marxista metido a peronista, con un itinerario político vitalista, que fue de Perón al Che Guevara: John William Cooke. Este nombre habla de la necesidad de situar en el centro de la reflexión política nacional y popular la cuestión del poder.

 
Este texto contiene lenguaje inclusivo por decisión del autor.

 
Buenos Aires, 12 de marzo de 2024.

Por Rocco Carbone * CONICET.

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