Control hipnótico y cambio social

Actualidad29 de enero de 2024
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Los crímenes de los Estados Unidos fueron sistemáticos, constantes, crueles y despiadados, pero muy pocos hablaban de ellos… Nunca ocurrieron… aun cuando estaban ocurriendo, no ocurrían… tras la máscara del Bien Universal, (los Estados Unidos) ejercían una manipulación clínica del poder global… un acto de hipnosis brillante, inteligente y hasta exitoso”.

Harold Pinter, discurso al recibir el Nobel de Literatura en 2005

 

El ejercicio del poder a través de un “acto hipnótico” que en un mismo movimiento borra completamente las huellas de la dominación y las transforma en su antítesis, es un vaciamiento conceptual que constituye la esencia del poder absoluto. Las nuevas tecnologías de comunicación permiten concretar este vaciamiento a escala ampliada, dando así nacimiento a un fenómeno nuevo: un totalitarismo global que fragmenta en mil pedazos a las identidades individuales y colectivas al tiempo que concentra el poder a un nivel inédito en la historia de la humanidad. Este totalitarismo produce un caleidoscopio de antagonismos funcional al bloqueo de la acción colectiva y a la reproducción del statu quo. Paradójicamente, también siembra las semillas de su auto-destrucción. Así, la posibilidad de un cambio social nunca desaparece pero para concretarlo hay que transitar por el camino de la reflexión y el análisis crítico.

La humanidad ha sorteado innumerables cataclismos para llegar hasta nuestros días. En este periplo nos ha enseñado que sólo conociendo de dónde venimos sabremos hacia dónde vamos. De ahí la necesidad del análisis crítico del presente y de su relación con el pasado, ese pasado que el totalitarismo busca sepultar en el agujero de la memoria. El presente nunca ha sido el mejor de los mundos posibles. Tampoco ha sido el resultado de un acto divino. Está permanentemente marcado por contradicciones y conflictos que iluminan tanto a las relaciones de poder que le dan origen como al relato que les otorga legitimidad y las reproduce.

Hoy vivimos circunstancias “excepcionales” a lo largo y a lo ancho de un mundo cada vez más ajeno, más dividido y polarizado. Un mundo al borde de una guerra entre potencias nucleares. Un mundo arrasado por la creciente desigualdad económica, los conflictos sociales, el endeudamiento ilimitado y la pobreza. En esta desolación, no existen hechos fortuitos y aislados que surgen de la nada. Todo está interconectado y tiene una explicación. El problema reside en que, consciente e inconscientemente, hemos renunciado a buscar esa explicación. Esto no es casual: la brutal concentración del poder global “esconde” hoy a la agonía del orden social implantando un relato que oculta a los hilos que conectan nuestra cotidianeidad con nuestro pasado, a los hechos entre sí y a estos con el relato oficial. Este último se esparce como una bruma transformándose en un “sentido común” que busca detonar sentimientos atávicos de miedo y odio hacia el otro para intensificar el aislamiento y las divisiones, bloqueando así aún más la posibilidad de un comportamiento racional. Este relato es parte constitutiva de una forma de organización social cuyo control sobre el mundo se estremece, al ritmo de contradicciones y conflictos que ella misma ha engendrado y no puede resolver.

Davos y el control de la información

Esta forma de organización social es un capitalismo global monopólico que maximiza ganancias en todos los ámbitos de la vida social. Un capitalismo que impulsa el control de las cadenas de valor global y del mercado financiero internacional, integrando a la economía mundial como nunca antes en la vida humana. El estado de guerra permanente, la vigencia del dólar como moneda internacional de reserva y el endeudamiento ilimitado son las palancas que impulsan estas formas de acumulación del capital, de riqueza, de recursos naturales y de rentas. Este capitalismo ha entrado en una nueva fase de expansión basada en el monopolio de la información convertida en mercancía y en vehículo de control social [1]. Esto ha dado lugar a una creciente digitalización de la vida social y a la expansión hacia nuevos espacios de conquista [2] por parte de un grupo cada vez más reducido de monopolios tecnológicos que tienen por norte transformarse, como pretendía el rey Luis XIV, en el propio Estado. Estos monopolios tecnológicos en perpetua puja por aumentar su poder están en permanente conflicto entre sí y con otras corporaciones. Estos conflictos, que repercuten sobre las instituciones políticas, empiezan a salir a la intemperie en la lucha política que azota a los Estados Unidos en un año electoral decisivo. Asimismo, por estos días estos conflictos han retumbado en un escenario peculiar que reúne anualmente en Davos a la elite del neoliberalismo global: el Foro Económico Mundial (FEM).

Para Karl Schwab, titular del FEM, “la creciente división, el aumento de la hostilidad y la oleada de conflictos” definen un panorama mundial de crisis, caracterizado por “una ola de pesimismo que no tiene precedentes” en la historia mundial. A diferencia de otras épocas, “el poder y la presencia de los medios de comunicación globales y de las tecnologías de la información… amplifican cada uno de los problemas”. En estas circunstancias, “ya no tenemos un relato que indique la manera de revitalizar nuestras economías hoy aquejadas por niveles insostenibles de deuda e inflación que merman el poder adquisitivo de las personas... y provocan que la gente asuma ideologías extremas” y siga a líderes mesiánicos. De ahí la necesidad de construir un nuevo relato que permita superar la encrucijada que hoy se vive.

Ursula von der Leyen, titular de la Comisión Económica Europea, definió en Davos a “la desinformación y a la mala información” como el principal peligro que hoy enfrenta el mundo. “Sólo con mayor control de las elites tecnológicas sobre el flujo global de la información y con mayor colaboración… entre las corporaciones y los gobiernos… se podrá combatir la desinformación a escala industrial” [3]. De ahí la importancia de la agencia europea creada recientemente para regular la información en las plataformas y redes sociales e impedir así la propagación del “discurso del odio” en un año que, según von der Leyen, “será el hito electoral más importante de la historia”. Por su parte, Vera Jourova, vicepresidenta de Valores y Transparencia de la Comisión Económica Europea, que supervisa la actividad de los grandes monopolios tecnológicos, puso nombre y apellido a ese peligro: Elon Musk y su cruzada contra la censura. Jourova está empeñada en poner fin al “absolutismo de la libertad de expresión” de Musk [4] y su red social X (ex Twitter). Para Jourova, “nosotros también defendemos a la libertad de expresión… tenemos reglas que hay que seguir, y si no se acatan habrá sanciones… el tiempo del Salvaje Oeste (wild west) ha llegado a su fin”

Musk y el Estado en las sombras

Dueño de algunas de las corporaciones tecnológicas más poderosas del mundo, Musk está íntimamente ligado a las principales agencias del gobierno federal norteamericano vinculadas al espacio, la investigación tecnológica, la inteligencia y la seguridad nacional, y especialmente a DARPA, nódulo central del Estado dedicado a la elaboración de la estrategia científica y tecnológica del país.

Hacia mediados del 2022, Musk compró a Twitter y abrió sus archivos a la investigación por parte de un grupo de reconocidos periodistas independientes, quienes comprobaron la intervención directa de las agencias de inteligencia, del Departamento de Justicia y de dirigentes y congresistas demócratas en el control de la información y censura de Trump y de miles de sus seguidores, tanto en las postrimerías de su gobierno como durante el gobierno de Biden. Comprobaron, además, la utilización de tácticas utilizadas en las operaciones de guerra para espiar, infiltrar y desarticular a aquellos que por sus críticas a la políticas del gobierno de Biden fueron identificados como “peligrosos” [5].

La importancia de Musk, sin embargo, trasciende a las operaciones de la red social X/Twitter. Tanto el complejo de seguridad nacional norteamericano como los programas espaciales son “esencialmente adictos” a las corporaciones tecnológicas del hombre más rico del mundo [6]. Pocas veces el gobierno norteamericano ha dependido tanto de una corporación tecnológica en un campo tan amplio de actividades cruciales que van del futuro de la energía al transporte espacial y al futuro de la investigación tecnológica. Su importancia ha sido reconocida por diversos funcionarios, incluido el vocero del Pentágono: 90% del transporte al espacio de medios, equipo y personal de la NASA y la posibilidad de recarga de los autos eléctricos en todo el país dependen de Musk. En las últimas décadas ha copado áreas de tecnología, infraestructura, transporte y comunicaciones anteriormente controladas por el Estado. Una de sus corporaciones, Space X, tiene 4.519 satélites ocupando las principales órbitas de la tierra y bloqueando la posibilidad de competencia por parte de otras corporaciones tecnológicas. Sin rivales, estos satélites apuntan a la integración entre el Estado y un monopolio tecnológico en un campo que, desde la navegación de drones y misiles a la generación de inteligencia, es de enorme importancia para determinar el futuro balance del poder global.

A diferencia de los directivos de otros gigantes tecnológicas (Google, Meta, Amazon, etc.), Musk se opuso desde un inicio a la guerra en Ucrania y propuso eventualmente un plan para lograr la paz y restaurar relaciones “normales” con Putin [7]. También se ha opuesto a la política del gobierno de Biden en relación a China, donde Musk tiene enormes inversiones, y a la guerra de Israel en Gaza, alertando en este caso sobre su potencial para detonar una tercera guerra mundial que podría termina con la vida humana en el planeta [8]. Todas sus posiciones políticas han sido denunciadas por el gobierno de Biden, dirigentes demócratas, corporaciones rivales y grandes lobbies vinculados a Israel, quienes han desatado una furiosa campaña para desfinanciar a X.

Davos y la lucha política

Jaqueado por innumerables causas judiciales promovidas en su contra por el Departamento de Justicia y diversos dirigentes demócratas a fin de impedir su participación en las futuras elecciones, Trump se ha consolidado como el candidato republicano al ganar recientemente las dos primeras primarias de su partido. Asimismo, en diversas ocasiones Trump ha prometido que si es elegido Presidente pondrá fin rápidamente a la guerra en Ucrania y ha acusado a Biden de haber destruido a la economía y de incendiar al país con la censura y la propagación de fake news. El partido Demócrata, a su vez, ha articulado distintas estrategias para bloquear el avance de Trump: desde financiar abiertamente a su principal rival en el partido Republicano, a multiplicar los juicios en su contra advirtiendo además sobre la posibilidad de que Trump “utilice a los militares de un modo totalitario si gana las elecciones en noviembre” [9].

En este contexto, Davos brindó una ventana a los conflictos que sacuden al país y a la elite del poder global [10]. Al mismo tiempo, dio visibilidad a las críticas de Musk al establishment neoliberal, al que acusó de ser “un foro de gobierno global no elegido ni querido por el pueblo”, y a las críticas del trumpismo a la elite global y a su futuro si un republicano gana la presidencia del país [11]. Más significativamente, Davos brindó la oportunidad para que Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, el principal banco norteamericano, instara públicamente al gobierno de Biden y a los demócratas a buscar una solución inmediata a los “gravísimos problemas que enfrenta el país” como resultado de las guerras en Ucrania y en el Medio Oriente, la inflación y la política monetaria. Más significativo aún, instó al gobierno de Biden a poner fin a su hostilidad contra Trump reconociendo “lo bueno que hizo” y congraciándose con la multitud de votantes que lo apoyan [12]. De lo contrario, según Dimon, Biden pondrá en riesgo su reelección.

La Argentina: el rey está desnudo

Al grito de “viva la libertad carajo”, Milei llegó a Davos para salvar a Occidente de los peligros de un capitalismo excesivamente regulado. Allí dejo en claro que “la justicia social es injusta y violenta porque el Estado se financia con impuestos, y a mayor carga impositiva mayor coacción y menor libertad”. En su simple universo, “los verdaderos héroes protagonistas de la historia” son las grandes corporaciones, y especialmente los monopolios, “pues cuanto más ganan, más crece la economía y más se beneficia la población”. En esta ensalada ideológica, los villanos son todos los que no son grandes empresarios, desde los burócratas a los colectivistas, pasando por los asalariados, los globalistas y “los líderes del mundo que abandonaron los valores” de Occidente. Sus diatribas tuvieron tonalidades trumpistas y muskianas pero su esencia se alineó con las "fuerzas del cielo" que, como no se cansa de repetir, se centran en Estados Unidos e Israel y se encarnan en “los grandes empresarios exitosos”, esos héroes a los que instó a visitar a la Argentina, que es y será “su aliada incondicional” [13].

La fugaz estadía de Milei en Davos expuso su frivolidad e intrascendencia, su doble uso del lenguaje para vaciarlo adrede de contenido, y su fascinación con las empresas multinacionales. Sus andanzas en la Argentina confirman que, más allá de sus diatribas libertarias, su verdadero objetivo es privilegiar a estas últimas y entregar los recursos naturales y la riqueza del país a las fuerzas del cielo. Su Ley Ómnibus se ha transformado en el campo de batalla de un puñado de corporaciones de la Patria Contratista, de lobistas del capital financiero internacional y de variados exponentes de la “casta política”. Esta batalla ya provoca pérdidas de funcionarios, desaparición de ministerios y secretarias, renuncia de ministros, exhibición de tejes y manejes delictivos entre los propios aliados del Presidente en el Congreso; destripamiento de los recursos de las provincias y amenaza de balcanización del país.

Detrás de este barullo, sin embargo, la licuadora del ajuste destroza brutalmente los ingresos de trabajadores, jubilados, asalariados y trabajadores informales, al tiempo que adelanta la posibilidad de dolarizar al país. Mientras tanto, y a pesar de las supuestas concesiones a sus aliados en el Congreso, la esencia de la ley Ómnibus se mantiene incólume: las privatizaciones, la enajenación de los activos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad, las leyes que perjudican a los trabajadores, la toma de deuda por parte del Ejecutivo y otras innumerables disposiciones, exponen los verdaderos objetivos de un libertario adicto a los monopolios. Asimismo, el mantenimiento en la ley de las facultades delegadas asegura la vigencia de un golpe institucional de nuevo tipo, con consecuencias inéditas para el país.

Mientras tanto el ministro Caputo, expresión acabada de las finanzas internacionales, no cesa de concentrar poder en sectores de importancia crucial en la geopolítica actual: la minería, la energía, el transporte y las comunicaciones. En paralelo, y aprovechando el viaje de Milei a Davos, las máximas autoridades del FMI se felicitan por “el avance en todos los frentes” de su plan de ajuste y de sus reformas enviadas al Congreso y al ritmo del “viva la libertad carajo” se sacan fotos con el susodicho.

Este aquelarre muestra a un país al borde del abismo. Sin embargo, la desmesura de los actos de gobierno pone en jaque al relato oficial y genera condiciones para la reflexión crítica y el cambio social. La masiva movilización de la CGT y de todos los movimientos sociales, organizaciones políticas, vecinales, etc., ocurrida esta semana en todo el país, abre el camino hacia un cambio en la relación de fuerzas a condición de que se acompañe con discusión crítica y un plan de lucha que convoque a la unidad, de abajo hacia arriba, para poner fin al hambre en el país y en defensa de la soberanía nacional y de la inclusión social.

 

[1] Analizado en varias notas pasadas y en otras publicaciones, entre ellas “Guerra, finanzas y política en un mundo en crisis”. Red de Género y Comercio, marzo de 2022.
[2] Marítimo, terrestre y espacial, comprendiendo especialmente a la atmósfera y a la estratósfera.
[3] Uneherd.com 16 1 2024.
[4] Ídem.
[5] racketnews.com 4 1 2023; Zerohedge.com 11 5 / 30 12 2023.
[6] Nytimes.com 19 11 2023; defensone.com 22 3 2022; thenewyorker.com 21 8 2023.
[7] Llegando incluso a amenazar al Pentágono con cortar el internet satelital que proveía a las tropas de Ucrania si el gobierno no se hacía cargo del costo, algo que finalmente consiguió.
[8] Thehill.com 24 10 2023.
[9] Nbcnews.com 14 1 2024.
[10] Entre ellos, Cristine Lagarde, boomberg.com 17 1 2024.
[11] Zerohedge.com 19 1 2024.
[12] Y que no son simples “deplorables”, como los definiera oportunamente Hillary Clinton.
[13] Transcripción del discurso en legradcontinent.eu 18 1 2024.

Por Mónica Peralta Ramos
 

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