Hacia una nueva grieta
Gran parte de los argentinos coincide en que el país está mal y que se debe cambiar. La coincidencia se termina ahí.
No hay acuerdo sobre qué es lo que hay que cambiar, ni cómo. Sobre este desacuerdo, triunfa el primer gobierno libertario y se propone no sólo reducir el tamaño del Estado, sino realizar un cambio regulatorio más profundo, incluso donde no se dirimen bienes estatales, sino regulaciones de la sociedad civil, tres ejemplos de decenas: prescripción por nombre genérico de los medicamentos, derogación del precio uniforme de venta al público de libros, o permiso ilimitado para la reventa de entradas de espectáculos deportivos. Sobre cada aspecto propuesto se levantan discusiones configurando un conflicto abierto.
Pasado reciente. La sociedad argentina fue tomando decisiones en las tres elecciones presidenciales de 2023. Las tal vez, últimas PASO de la historia –aunque hay propuestas para hacerlas optativas–, será un instrumento arqueológico cuando se quiera comprender el giro radical del país. Javier Milei ganó las primarias arañando el 30% de los votos, triunfando en 15 provincias de las 24. En segundo lugar, JxC sumaba 28 puntos, pero apareció como el perdedor de la jornada, Patricia Bullrich le ganaba a Horacio Rodríguez Larreta 17 a 11. Muchos se sorprendieron con el resultado porque varias encuestas predecían que Larreta tenía el ticket ganador, no solo en la interna partidaria, sino en la elección general. Allí se dio por terminada la disputa entre halcones y palomas que se extendió por casi una década. El peronismo salía tercero a escaso medio punto de JxC, pero Sergio Massa en forma personal salía segundo a nueve puntos de Milei. Si bien faltaban casi cuatro meses para la definición electoral, desde esta columna posterior a las PASO se planteaba que “el éxito de Javier Milei también se basa en la sincronización de su presencia con una disputa en el corazón del orden social... El libertario calza con precisión con un malestar social”. (Último tango en Argentina, 19 de agosto de 2023).
No obstante, la cosa no era blanco o negro: en las generales, donde además de la presidencial, se jugaba la mitad de la Cámara de Diputados y el tercio de la de Senadores, Massa trepa casi al 37%, Milei queda congelado en el 30% y Bullrich en 24%. Los dos primeros a la final. Otra señal escrita en el agua, Bullrich cuyo discurso incluso había virado a la derecha de Milei, no sólo no estaba en los planes del electorado, sino que perdió votos de JxC. En el análisis posterior a esa elección desde esta columna se planteaba que “el derrumbe de Patricia Bullrich es difícil de explicar. Por una parte, la interna contra Rodríguez Larreta fue muy dura y desgastante, y cuando ganó las primarias, no encontró el apoyo esperado. Luego, su campaña fue errática”. (Un nuevo comienzo, 29 de octubre 2023 https://www.perfil.com/noticias/columnistas/un-nuevo-comienzo.phtml). Para la segunda vuelta, prácticamente todo el voto de Bullrich se volcaría a LLA, para entregar a Milei la Presidencia con el 55,6% de los votos. Una pregunta es si aquel caudal del 30% consolidado, continuará apoyando a Milei si la cuestión económica se complica, y si por el contrario, le va bien no terminaría absorbiendo al PRO.
Mamushkas. La primera fase de la propuesta para cambiar el orden social se tradujo en dos documentos legales: el DNU 70/2024 y la ley “Bases”. Obviamente se esperan nuevas fases, quizás la dolarización completa de la economía y la abolición del Banco Central. La presencia del decreto que deroga más de cuarenta leyes completas, y modifica otras tantas, causó una combinación de perplejidad e indignación entre quienes están lejos política, e ideológicamente de Milei. Sin embargo, no se puede dejar de observar que la sensación en el núcleo-votante duro del libertario fue de apoyo. Algunas expresiones recurrentes en entrevistas con votantes libertarios fueron: “ahí empezó a gobernar”, “no se duerme como le pasó a Macri” o el desconcertante “lo hacemos como lo haría el peronismo”. Sin duda se aprende de los errores ajenos. Una semana después, Guillermo Francos entregaba en caja a Martín Menem el texto de la ley “Bases”. Son 665 artículos donde prácticamente se cambia la estructura económica, cultural, política y educativa del país. Obviamente, es el trabajo de mucho tiempo y de gente experta que sabe exactamente qué quiere, quizás no tanto cómo lograrlo. En un artilugio legal el artículo 654 de la ley presenta la burocrática frase: “Ratifícase el Decreto de Necesidad y Urgencia N° 70/23”. Como nota a pie de página se debe mencionar que el nombre de la ley es una paráfrasis del texto de Juan Bautista Alberdi, Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina de 1952, escrito en Chile donde estaba exiliado, y hacia el final del libro redacta su propia propuesta constitucional.
Todo o algo. En un principio y tras varias declaraciones del Presidente, –especialmente apuntando sobre la bancada radical–, la impresión era que no se aceptarían modificaciones al texto legal y que al final del camino en marzo o abril habría un referéndum, una riesgosísima apuesta, porque se sabe que la ciudadanía suele votar más por la evaluación general del Gobierno, –en particular la política económica– que por propuestas técnicas. Sin embargo, el Gobierno habría aceptado cambiar parte del articulado de la ley, en especial, para eliminar las retenciones a la exportación de productos de las economías regionales, parte del capítulo electoral y la suspensión de la fórmula de actualización de las jubilaciones. Se trata de un acuerdo con el heterogéneo “bloque dialoguista”, con la finalidad de tener un dictamen mayoritario para tratar en el recinto.
Durante la semana se realizaron decenas de presentaciones en el plenario de comisiones en la Cámara de Diputados por parte de organizaciones de la sociedad civil. Referentes de cámaras empresarias, de la cultura, especialistas en educación, sindicatos, derechos humanos, niñez, organizaciones de medio ambiente, y un largo etcétera reclamaron por no haber sido consultados en el planteo de la ley y pidieron cambios, que difícilmente sean considerados. Si Ernesto Laclau hubiera presenciado las aproximadamente 27 horas de demandas de organizaciones totalmente disímiles y heterogéneas, no dudaría que allí hay una cadena sistemática de significantes propicias para el surgimiento de un nuevo significante vacío.
Por Carlos De Angelis * Sociólogo / Perfil