Reflexiones de la vida diaria: "¿Quién controla esto?"

Actualidad 04 de enero de 2024
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Habemus generaciones de seres humanos que nacimos fuera de la era del control a distancia, también conocido como “Control Remoto”.

Cuando yo era chico el único control remoto que existía en una familia era el hijo menor de la familia que ya sabía los números. A él se le ordenaba la tarea de ir y cambiar de canal. Y la tele quedaba ahí, en ese canal, durante horas. A nadie se le ocurría andar cambiando de canal cada 5 segundos. También había una razón: había muy pocos canales, y al igual que ahora con cientos de canales, nada para ver.

Habrán notado que solo me refiero al control remoto del televisor. Porque en principio, fue el único remoto que creíamos que algún día iba a poder existir, sobre todo porque en alguna serie yanqui vimos a alguien con un aparatito extraño que hacía que cambiaran los canales.

¡Y cómo admirábamos a los yanquis por tener la habilidad de poder cambiar de canal sin tener que levantarse del sofá! De la misma manera, nos reíamos porque los veíamos bastante gorditos. Pero no asociábamos el problema al hecho de no levantarte ni siquiera para cambiar el canal ni a la cantidad de papas fritas que se ingerían y a la cantidad de papas fritas que se generaban (mirando la tele).

Con la llegada a nuestras costas, comprendimos que el remoto no era una prenda de convivencia pacífica, sino todo lo contrario: la lucha permanente por su posesión y la posibilidad de elegir lo que se ve en la tele, destruyó millones de parejas que decían amarse hasta que la muerte los separase. Nunca imaginaron que los iba a separar el control remoto. 

Con el paso del tiempo, todos los aparatos comenzaron a tener su propio control remoto, en orden de aparición: autos de juguete, lanchas de juguete, videocasetera, aire acondicionado, el mini-componente, el portón del garage, la llave del auto, la cámara de fotos, la alarma de tu casa, la calefacción, las luces del patio y hasta los juguetes sexuales hoy vienen con control remoto.

El problema es encontrar el adecuado para cada ocasión, porque apretar el “on” del juguete sexual en lugar del “on” del aire acondicionado puede llegar a meterte en problemas, sobre todo si tu pareja no sabe que tenías un juguete sexual a control remoto.

Han llegado incluso a intentar vendernos unos ordenadores de control remoto, una especia de bolsa con compartimientos, que ha tenido menos éxito que la pizza en cono. El primer día, allí estaban todos los controles remotos, aparentemente bajo control. Al segundo día, ya no estaba ni la bolsa.

Luego intentaron el cazabobos del “Control remoto Universal”, que una vez que lo comprabas, comprobabas que tu remoto no figuraba en la lista de códigos. Tarde piaste. Salvo las leyes de Kepler, no existe nada tan universal…

Y para complicarnos aún más la vida, estos pequeños sabandijas del mundo tecno, se alimentan de un preciado producto: las pilas. Al principio eran AA, luego fueron AAA, también están las chatitas, las chiquitas y las tipo botón que una vez que se agotan no se consiguen en ningún lugar del planeta. Y eso no sería nada: el costo de las pilas aumenta más que los tres últimos índices de inflación sumados. A menos que compres pilas torabas en el subte, que al final, duran menos que un cubito fuera del congelador.

Y muchas veces el control remoto deja de funcionar y creemos que son las pilas. Y vamos e invertimos una fortuna en pilas, las cambiamos, y el remoto…¡sigue sin funcionar! ¿Por qué? Porque de tanto apretar el mismo botoncito, el botoncito gasta el contacto. Y dejan de andar los botones fundamentales: apagar-encender, cambiar de canal, volumen y canal previo. Funcionan todos los otros, incluidos los que no sabemos para qué son, pero funcionan. Y lo tenés que llevar a arreglar, y el costo del arreglo equivale al costo de enviar una misión espacial a Venus vía Plutón.

En fin. Que el control remoto parece algo inocente, que nos mejora la vida, pero al final no lo es, porque se convierte en lo que su propio nombre te dice: algo que vos creías que iba a funcionar a tu servicio, pero que al final toma el control de tu vida.

Y no lo viste venir. Porque estabas muy ocupado mirando la tele o buscando el control o tratando de juntar la plata para las pilas.

Por Adrian Stoppelman / Telam

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