Innovación: el que quiere frente al que puede

Actualidad 04 de enero de 2024
Foldable-smartphones-Google-CC-BY

Mi columna en Invertia de esta semana se titula «Teléfonos que se doblan o gafas de realidad aumentada» (pdf), y es una reflexión sobre lo que las compañías pueden hacer en función de sus características.

Varios fabricantes de smartphones enormemente potentes llevan ya varios años intentando que el mercado opte por los llamados foldables, teléfonos que se doblan y permiten o bien tamaños de pantalla muy grandes, o bien diseños que se cierran sobre sí mismos emulando los antiguos formatos clamshell. A lo largo de sucesivas generaciones de producto y de desarrollos de ingeniería de materiales, han conseguido que algunas de las limitaciones iniciales como la escasa durabilidad de las bisagras o de la zona de pantalla que coincide con ellas se subsanase de manera razonablemente satisfactoria, hasta conseguir diseños que son habitualmente utilizados en su repositorio de imágenes publicitarias.

Para estas marcas, los foldable phones son la vanguardia de la innovación, el cambio en el factor forma que justificaría que una gran parte de los usuarios optasen por cambiar el terminal que llevan en sus bolsillos por uno con esas características. Es, por así decirlo, su justificación para poder decir que son compañías innovadoras, que son capaces de convencer al mercado de que los terminales deben ser así.

Y sin embargo, ¿cuál ha sido el resultado? En todo este tiempo, mas de tres años, prácticamente una eternidad en este entorno, la cuota de mercado alcanzada por los terminales foldable no ha llegado al 1%. De cada cien personas, tan solo una lleva en su bolsillo un terminal con capacidad de doblarse, y seguramente lo hace porque algún pariente o amigo bienintencionado optó por regalárselo.

Simplemente, no hay manera. El mercado, claramente, no reconoce a esas compañías la capacidad de modificar las pautas que caracterizan el producto. Lo ven, pero no lo adoptan. Y mientras esas marcas se afanan por convencer al mercado, otra compañía, Apple, permanece completamente indiferente al fenómeno, sabiendo que muy posiblemente, si en algún momento considera, por la razón que sea, que un diseño foldable puede representar por la razón que sea una propuesta de valor atractiva, podría perfectamente lanzarlo y, con casi total seguridad, se convertiría en un fenómeno de ventas masivo.

¿Qué hace que una serie de compañías no logren ni de casualidad convencer al mercado de un cambio de diseño o de factor forma, y otra, en cambio pueda hacerlo aparentemente siempre que le da la gana? La diferencia está en las concepciones de la innovación: de market-driven innovation, compañías que tratan de deducir de la evolución del mercado hacia dónde puede ir la innovación, frente a product-driven innovation, que ponen todo su énfasis en el diseño del producto, y simplemente tienen la capacidad de decirle al mercado algo así como «tú no lo sabías, pero esto es lo que quieres y necesitas». De las primeras, hay muchas. De las segundas, muy, muy pocas, a menudo, solo una en cada mercado.

Este año, Apple se enfrenta a una gran prueba de liderazgo: tomar uno de esos productos que pretenden reinventar su mercado, el de la realidad aumentada, y a pesar de su elevado precio, tres mil quinientos dólares, convencer al mercado de que eso es lo que quiere y necesita. Hacer que el mercado entienda que el producto no es simplemente algo «para jugar» ni para «darse un paseíto por un mundo virtual», sino una nueva interfaz en la que consumir contenidos, trabajar y hacer todo lo que hoy hacemos con un ordenador o con un smartphone.

Un dispositivo personal capaz de sustituir de manera muy ventajosa nada menos que a la pantalla que todos utilizamos constantemente. Lo que las Vision Pro pretenden es convertirse en la plataforma del futuro, en la interfaz más habitual y preferente que utilizamos para casi todo. No, nadie en su sano juicio va a ir con eso puesto por la calle, en ese caso seguiremos utilizando nuestro smartphone, pero cuando puedas, cuando estés cómodamente en tu casa o en tu trabajo, sí preferirás ponerte ese dispositivo delante de los ojos y visualizar en él lo que sea que estés haciendo.

El lanzamiento parece que tendrá lugar en torno a enero o febrero, pretende ser el fenómeno más importante del panorama tecnológico en años, y será, una vez más, una buena medida de la capacidad de Apple para hacer eso que tantos intentan, pero solo unos pocos consiguen: reinventar completamente una categoría maldita, mientras los que estaban en ella (vendiendo muy poco) lo critican y menosprecian.

Una apuesta fuerte y un desafío fundamental: los que quieren, frente al que puede. Los que se afanan en convencer al mercado con publicidad y ferias de que tienen que comprarse un teléfono plegable para terminar llegando a un 1% del mercado, frente a los que simplemente dicen al mercado lo que tienen que comprar, y lo convencen de ello. Veremos cómo sale semejante jugada y qué podemos aprender de ella.

Nota:https://www.enriquedans.com/

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