





Algunas semanas atrás, hablando con un grupo de colegas, diputadas y periodistas, expresé mi preocupación ante la posibilidad de que una victoria de Javier Milei consolide un voto con perfil autoritario y anti-derechos que empieza a asomar en las calles y en el espacio virtual.


Las preferencias políticas no sólo producen victorias electorales, también son resultado de estas victorias. En Estados Unidos, Ronald Reagan fue elegido Presidente por un viejo votante conservador, pero fue a su vez el artífice de una nueva mística conservadora. El conservadurismo pos Nixon no sólo incluía las preferencias económicas de un Estado mínimo ancladas en el gobierno de Reagan, las Reaganomics, sino que reconocía en esa elección un momento fundacional para su proyecto ideológico en el siglo XXI. Hoy el legado de Reagan es actuado por cada uno de los candidatos de las primarias republicanas, como fuente de autoridad y como justificación de las propias agendas que buscan llevar adelante. La elección de Reagan socializó a una generación conservadora que es más extrema que las anteriores.
El nuevo conservadurismo económico y social de Estados Unidos, que tuvo su origen en la victoria de Reagan, fue luego actualizado en sus nuevas vertientes combativas con el ascenso de Newt Gingrich como líder republicano en la Cámara de Representantes, con las dos “presidencias de guerra” de George W. Bush y con el ascenso de Donald Trump en 2016.
La “Revolución Conservadora” de Gingrich fue el llamado a abandonar los viejos ropajes de consenso político en favor de un discurso de confrontación abierta. El mundo pos atentados del 11 de Septiembre le permitió a esta nueva derecha definir nuevos enemigos globales –simbolizados en la lucha contra el terrorismo– y comenzar un nuevo camino hacia el aislacionismo. Este aislacionismo es inseparable de la reconstrucción de una mística en la cual Estados Unidos no tiene ciudadanos afroamericanos, inmigrantes o minorías musulmanas. El país de este nuevo conservadurismo está dominado por imágenes de una “American Suburbia” de los años 50, blanca y amante del béisbol, cada vez más alejada de la temperatura real de las calles. Finalmente, el ascenso de Trump le permitió a la derecha anti política asumir el control del Partido Republicano. Hoy esta nueva derecha se ha mostrado dispuesta a violar muchos de los consensos no escritos de la democracia estadounidense, incluida la manipulación explícita de los resultados electorales y el intento de permanecer en el poder por vías no constitucionales.
Estos son los hitos fundacionales de la derecha republicana. Los votantes republicanos fueron formando su identidad de cara a esos momentos. Su programa de gobierno está montado sobre los mitos de las Reaganomics, las estrategias de batalla legislativa de Gingrich, la paranoia pos 11-9 y la reconstrucción de una identidad política que pertenece al hombre blanco, anglosajón y protestante que es amo y señor de un Estados Unidos que existe en algún universo paralelo. Estas experiencias formativas de la derecha norteamericana son centrales no solo para entender su extremismo, sino también la trayectoria de su mensaje anti-Estado, anti-política y anti-derechos.
La noche de Milei
El votante de Javier Milei no es simplemente un actor reactivo que manifiesta su malestar con la crisis económica y la política. Esta imagen no se condice con la estructura económica, socio-demográfica y territorial del voto al candidato libertario. Si fuera simplemente un electorado que rechaza la crisis, su voto no se cortaría por género (como veremos, Milei obtuvo muchos más votos entre los hombres que entre las mujeres). Tampoco sería tanto más elevado en las provincias de la región centro, como Santa Fe y Córdoba. Asimismo, si sólo fuera un voto económico no tendría por qué prevalecer entre los más jóvenes, aquellos que recién están entrando en el mercado laboral y que se inclinaron mayoritariamente por su candidatura.
El votante de Milei se reconoce de derecha, manifiesta preferencias claras anti-derechos y muestra actitudes autoritarias que, dentro del espacio conservador, lo distinguen del votante de Juntos por el Cambio. En la semana anterior al ballottage realizamos junto con Paula Clerici desde nuestro laboratorio de la Universidad de Maryland una encuesta en la cual incluimos una batería de preguntas sobre ideología, actitudes políticas y preferencias sociales por parte de los votantes argentinos (1). Los resultados se alinean con la gran cantidad de datos que fueron recolectados por otros colegas en estos meses, mostrando un votante de Milei que es joven, mantiene posiciones extremas y está entusiasmado con la perspectiva de un gobierno libertario. Es un votante que activamente sigue las noticias y que está interesado en difundir mensajes políticos en el mundo real y en el digital.
El primer legado de Milei ya ha sido completado. Le ha dado a una generación de extrema derecha un ancla para construir un mito fundacional.
Algunos datos
Consideremos algunos datos clave que describen el perfil de este votante. En primer lugar, como muestra la Figura 1, el votante de Milei está claramente a la derecha del espectro ideológico y, más importante aun, es muy consistente en sus opiniones. Es decir, su posición es definida con mucha precisión porque la gran mayoría de los encuestados que votan a Milei se ubica en posiciones entre “derecha” y “muy de derecha”. Esto es particularmente notable entre los votantes hombres, los cuales en promedio están en un valor de 5,5, es decir a 1,5 puntos de distancia del valor más extremo: 7. El votante de Milei está enojado con la política porque es más extremo, y no al revés. El desdén por la política no es un acto de desafección sino un acto de confrontación y entusiasmo.
Por otro lado, el votante de Milei no sólo es económicamente conservador, sino que lo es también a nivel social. Contrariamente a las afirmaciones que dicen que este votante es reactivo y no cree en lo que dice el candidato, nuestra investigación muestra que es un votante que activamente está en contra de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y que considera que el aborto no debería ser legal. La Figura 2 muestra la posición anti-aborto del votante de Milei, claramente la más extrema de todas. También muestra la brecha de género que existe dentro de la centroderecha (los votantes hombres de Bullrich rechazan el aborto más que las mujeres) y las diferencias claras entre el electorado de Milei y el de Juntos por el Cambio.
En tercer lugar, el votante de Milei se ubica por debajo de los votantes de los otros partidos en el conjunto de preguntas que definen actitudes democrátricas, es decir que manifiesta preferencias más claras por posiciones autoritarias. Esto incluye mayor desacuerdo con la frase “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno”, así como también mayor probabilidad de aceptar transgresiones contra las instituciones, tanto del Ejecutivo como del Congreso.
¿Una generación anti-política?
La elección de Milei le dio a su votante una victoria que lo consolida como actor político. Dada la alta cantidad de jóvenes que se sumaron a su campaña, este giro conservador puede tener efectos de largo plazo que excedan ampliamente un mandato presidencial. La ideología promedio de jóvenes varones de 18 a 25 años se encuentra significativamente a la derecha del resto de las y los votantes. Se trata de personas que recién están ingresando a la política y que tienen toda su vida por delante. Los momentos de socialización política son formativos y estructurantes, por lo que las posiciones de derecha pueden ser constitutivas de una generación. Como ocurrió en Estados Unidos con Reagan, Gingrich, el 11 de Septiembre y Trump, pasan a ser parte de los mitos fundacionales de los movimientos políticos.
Por eso, más allá de las políticas que implemente Milei en los próximos años y del éxito o fracaso de su gobierno, su primer legado ya ha sido completado. Le ha dado a una generación de extrema derecha un ancla para construir un mito fundacional. Ese es el motivo por el cual José Antonio Kast, Jair Bolsonaro y Donald Trump se comunicaron rápida y efusivamente con el Presidente electo. Las elecciones del domingo 19 de noviembre condicionarán muchas de las futuras políticas, porque dieron nacimiento a un votante que trascenderá el gobierno de Milei.
Figura 1. Posición en el espectro ideológico y voto. Rango de 1 a 7.
Figura 2. Respuestas a “El aborto debe ser legal” y voto. Rango de 1 a 7.
Figura 3. Acuerdo con la frase “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno» y voto. Rango de 1 a 7.
1. Encuesta Argentina, Nacional, Representativa, 2.000 casos, con Panel de Netquest. Realizada por el iLCSS (https://ilcss.umd.edu/).
Por Ernesto Calvo * Profesor de la Universidad de Maryland. / El Diplo





