Reflexiones de la vida diaria: un gil no tan gauchito

Actualidad13 de diciembre de 2023
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El que nunca se haya sentido un gil, que levante la mano y quede como un verdadero gil. Es imposible que no te haya sucedido. Casi que viene con la condición humana. Gil se nace. No. No te hacés gil. Te volvés grande y te volvés bobo con ludo, pero gil, lo que se dice gil, así nacemos todos.

Ya ni bien llegás al mundo, te cachetean. Solo faltaría que te digan “¡respirá gil!”. Y ni siquiera te podés sentir un gil porque no te podés ni defender. En cambio, a medida que crecés, te enfrentás con situaciones que te demuestran, seas quien seas, que sos un gil. No es una cuestión de autoestima. Es una cuestión del mundo hostil que nos rodea. 

Analicemos entonces algunas situaciones en las que, sin dudas, te sentís como un gil.

1- Cuando por el mismo trabajo, te das cuenta que otro que labura mucho menos que vos resulta que cobra mucho más que vos.

2- Cuando comprás una oferta en un supermercado y encima tenés descuento con la tarjeta, y al rato ves el producto mucho más barato en el almacén de la esquina

3- Cuando llegás a un peaje y pasás más de 3 minutos esperando y tocás la bocina creyendo que por eso van a levantar la barrera (siendo que ya nadie recuerda que esa ley ni siquiera está vigente porque la eliminó un presidente que, casualmente, se dedicaba al negocio de las autopistas)

4- Cuando vas por la ruta o la autopista respetando todas las velocidades máximas y ves que te pasan como si viajaras a bordo de un monopatín eléctrico con muy poca batería. Y lo peor: sabés que no les va a pasar nada. En cambio si vos pasás la máxima, te llegan 18 fotomultas

5- Cuando te comprás el último modelo de cualquier producto y al día siguiente abrís el diario y ves que anuncian que salió el nuevo modelo.

6- Cuando en la caja del supermercado, ves que en el changuito del que viene atrás hay ese producto que vos no pudiste encontrar en ningún lado. Y cuando le preguntás dónde estaba, te contesta: “no sé, le pedí al repositor, me trajo uno del depósito. Era el último”.

7- Cuando a cierta edad sabés que si hacés determinado movimiento te vas a quedar duro, y vas y hacés el movimiento, y te quedás duro una semana

8- Cuando confiaste en el verdulero que te dijo “Si, están re dulces las frutillas” y llegaste a tu casa y estaban tan ácidas que te hicieron un agujero en la bolsa

9- Cuando creés que si dolarizan la moneda argentina vas a ganar lo mismo en pesos que en dólares

10- Cuando una mujer te dice que no es celosa, ni posesiva, ni que jamás te revisaría el celular, ni que no le molesta verte tomando un café con una compañera de trabajo… y vos le creés

11- Cuando un tipo te dice que te va a llamar, que le gustaste mucho y que no tiene apuro para tener relaciones sexuales con vos… y vos le creés

12- Cuando atendés el teléfono, a pesar de ver que es un número privado, y te llaman del banco y creés que es un llamado importante y entonces le das bolilla y te das cuenta que es para venderte un seguro de no sé qué.

13- Hace rato que estás atrás de un aparato. Pero estás esperando una oferta. Y la oferta no llega. Y no lo comprás porque decís: “ya va a venir la oferta, y después de todo, ¿cuánto puede aumentar?” El mes que viene no lo puede comprar ni Bill Gates

14- Cuando estás en la sala de espera del médico, hace rato, y pasan los pacientes y ya te está por tocar… y aparece un amigo del tordo, o mucho peor, un visitador médico, y tenés que seguir esperando…

15- Cuando escuchás un podcasts esperando que tenga un remate sumamente gracioso, y te encontrás con este final….

Por Adrian Stoppelman / Telam

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