La energía y el cambio de dirección

Actualidad 27 de mayo de 2023
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Hoy, las noticias recogen dos datos muy interesantes para hacerse una idea acerca de la transformación de la energía de cara al futuro: en primer lugar, la llegada del primer año, 2023, en el que según las previsiones de la Agencia Internacional de la Energía, la inversión en energía solar sobrepasará por primera vez a la inversión en producción de petróleo, en un cambio que, visto con la perspectiva de tan solo diez años, resulta como mínimo prometedor, y una clara muestra del signo de los tiempos.

En segundo lugar, otro dato inesperado: el de las ventas de automóviles del primer trimestre de 2023, que se ha convertido en el primero en el que un modelo completamente eléctrico, el Tesla Model Y, se sitúa, con 267,200 unidades, como número uno absoluto, teniendo en cuenta la suma de todos los mercados del mundo.

Dos datos aislados, sí, pero con un significado evidente: por un lado, la evidencia de que invertir en combustibles fósiles podrá seguir siendo rentable a corto plazo, pero que extraer restos de animales muertos para quemarlos y producir energía con ello es, como tal, una propuesta completamente perdedora frente a obtener energía de manera limpia a través, entre otras, del aprovechamiento del sol o del viento.

Energía no solo más limpia, sino además, mucho más abundante y barata, lo que convierte a las compañías eléctricas que apuestan por ella de manera más rápida en claras ganadoras frente a las que no lo hacen. Una apuesta que, además, no se queda en el nivel corporativo: todos los usuarios, sean corporativos o particulares, que están en una posición que les permite tomar la decisión de optar por una u otra energía, pueden acceder a los ahorros correspondientes, lo que distorsiona el mercado y reclama reformas en muchos de sus elementos para poder seguir dotándolos de sentido.

El vehículo eléctrico, interpretado en este caso como un indicador más, es otra cuestión interesante: que un automóvil como el Tesla Model Y, aún con un nivel de precio claramente elevado, se convierta en el vehículo más vendido del mundo, implica que muchos de sus compradores no tienen por qué pertenecer necesariamente al segmento de automóviles de lujo, sino que interpretan la adquisición de un bien durable como un automóvil en términos de coste total de propiedad, y que prefieren dejar de hacer paradas en gasolineras de cien en cien euros, o en talleres y concesionarios para revisiones mecánicas de mil en mil, para simplemente salir de casa todos los días con el coche suficientemente cargado a un precio incomparablemente más barato que la gasolina o el gasoil, y con un vehículo que solo requiere algún tipo de atención de manera puramente excepcional.

Estas transiciones son siempre muy lentas. Históricamente, tendemos a pensar en cambios como la llegada de la revolución industrial, de las calderas de vapor o del motor de explosión como transformaciones relativamente rápidas, pero la realidad es que su implantación completa llevó muchos años, prácticamente generaciones, hasta que el mundo adoptó masivamente la nueva tecnología. Aún veremos, seguramente, trimestres en los que algún vehículo con motor de explosión – o algún híbrido, la mayor y más indecente mentira que una industria ha ofrecido jamás a su mercado – situarse de nuevo como número uno en ventas, pero la tendencia es la que es: a medida que más marcas vayan compitiendo con Tesla para colonizar otros segmentos, las cifras no pueden más que afianzarse. El futuro de la automoción es eléctrico, y quienes no lo crean, tiene aún algunos años para terminar de convencerse.

Dos transiciones, la de la generación de energía y la del transporte, que se corresponden con los dos elementos más importantes de la transición energética, las dos actividades humanas con mayor peso en la generación de gases de efecto invernadero, y que están simplemente en sus inicios. Pero que, por otro lado, han pasado en pocos años de ser simplemente una hipótesis, a convertirse en toda una realidad apoyada en números. A partir de aquí, seguiremos viendo a algunas compañías y personas creer que se trata de un hecho aislado y que tienen que seguir apostando por lo mismo que habían apostado toda la vida, ir perdiendo terreno y competitividad frente a quienes apuestan por la transición y el cambio, algo que hasta hace pocos años sonaba completamente extravagante, pero que sin duda, ya está aquí.

Nota:https://www.enriquedans.com/

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