Cruel en tu cartel

Actualidad 24 de septiembre de 2023
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Los carteles con indicaciones u órdenes a la medida del que las hace me irritan más que la maquinita de afeitar de 10 usos, usada 50 veces. “Sirvase Ud. Mismo”. Si, claro: es un supermercado. “En caso de incendio, use la escalera”. ¿Aunque se esté incendiando la escalera? 

Y hay más letreros que merecen revisión. El que dice “Estamos atendiendo”. ¿Tan mala es la atención que uno no se da cuenta que están atendiendo? Y si entro y no me dan bolilla porque están hablando por teléfono, ¿eso también significa que “están atendiendo”? 

Ahora bien: si uno va por la ruta y ve un camión de combustible o que transporta garrafas, con una leyenda que dice: “Mantenga la distancia - Peligro Explosivos”, uno sabe a qué atenerse. Ese vehículo es peligroso, sobre todo si el conductor fuma. No me queda claro el por qué de la advertencia: ¿suelen explotar espontáneamente? ¿Los automovilistas ven un camión que transporta nafta y sienten una irresistible tentación por chocar contra el camión y hacerlo explotar? Es una aclaración redundante. Ya me di cuenta: camión- logo de la nafta- garrafas-peligro-¡bum! 

Hasta te diría que es contraproducente, porque uno ve el camión y el cartel y lo primero que intenta es pasarlo lo más rápido posible, no importa la velocidad máxima permitida. Uno no quiere estar detrás del camión. Uno quiere pasarlo. Rápido, en lo posible, antes de que explote. Y una vez que lo pasás, lo querés dejar atrás, rápido, para la alejarte de la onda expansiva en caso de que explote. 

Algo similar me pasa con los automovilistas que colocan en su luneta trasera un cartelito que reza: “Bebé a bordo”. Ajá. ¿Por qué me estás brindando esta información no solicitada? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Debo bajar la velocidad porque el bebé suele atacar a los automovilistas arrojándole sus pañales sucios? ¿Tengo que sobrepasarte y hacerle “ajó ajó” al bebé o debo sobrepasarte despacio para que el bebé pueda decir “tutú”? 

¿Debo tener cuidado extra de no chocarte porque llevás un bebé? O sea que si no llevaras un bebé, ¿podría chocarte? Sabelo: no importa qué llevás a bordo: si un bebé, un perro, un libertario… la mayoría de los automovilistas no intentamos llevarnos autos por delante, así lleven bebés, adultos o simplemente un conductor medio nabo. 

Algunos resabios del pasado, o no: “Prohibido escupir en el suelo”. ¿Qué clase de clientela frecuenta este local? Yo veo un cartel así y no vuelvo a pisarte el boliche. Literalmente no vuelvo a pisar. Y menos con zapatillas nuevas. Pero la duda siempre me queda: Está prohibido escupir en el suelo, pero… ¿puedo escupir la pared o el techo? Yo creo que si: claramente el problema es el piso. 

Pero un cartel que no tolero es “Muestre su bolso o cartera al salir”. ¡Pero cómo no! “Hoy luzco una mochila marca Pendorcho, realizada en simil tela de avión, color gris desgastado, apta para el hombro de la dama o la espalda de caballero”. ¡Eso es todo lo que te voy a mostrar! Si querés ver que llevo DENTRO de mi mochila o cartera, yo cobro 1000 pesos los 15 segundos. 

Vos tenés tus reglas. Yo las mías. Y ni se te ocurra meter la mano porque te denuncio por intento de robo. ¿Guiensó? No sos nadie. Ni vos, ni el dueño del local… ni siquiera un policía puede obligarme. Es más: hay veces que ni yo quiero ver qué hay en esa mochila. Imaginate. 

Y no me pongas el cartel “Cuidado con el perro”. No tengo nada contra los perros, pero de cuidar a tu perro te encargás vos, no yo. ¿Mirá si tengo andar cuidando cada perro que me chumba? 

Y ya no quiero comprar nada donde ponen: “No tocar la mercadería”. ¿Qué ridiculez es esta? ¿Es como en el ajedrez, “mercadería tocada, mercadería comprada”? Y si ya la compré, ¿tampoco la puedo tocar dentro del local? Entiendo que hay mercadería sensible: un jarrón de la dinastía Ming, una copa de cristal de Murano, un dogo babeante con el cartel de “cuidado con el perro”… pero si no, ¡yo quiero tocar la mercadería! 

¿Qué? ¿Me vas a hacer un juicio? ¿Me vas a obligar a mostrarte el bolso? Obvio que no voy a tocar una pata de pollo, un filet de merluza o meter un dedo en la morcilla, pero el resto de las cosas… si quiero, las toco. Es más: si quiero, toco y me voy. 

Más casos en los que aclarar, oscurece. El cartelito, generalmente de características muy rudimentarias, que anuncia: “Vuelvo enseguida”. ¿Cuánto tiempo es “enseguida”? No me sirve la información. Sé específico: “Fui a comprar una empanada a la esquina”. Muy bien. Es breve. “Fui a almorzar a la esquina”. Ok. No tan breve, a menos que almuerces una empanada de dorapa. “Fui a hacer un trámite a la municipalidad”… ya entendí: vuelvo la semana que viene, y listo. 

Mucho peor es el cartel de “Vuelvo en 5 minutos”. Porque… ¿a partir de qué momento comenzaron a correr los 5 minutos? ¿Quién me garantiza que el tipo que se fue es puntual y está pendiente de regresar a los 5? ¿Y qué sucede con mis derechos de consumidor si yo espero 5 minutos y el sujeto no regresa? ¿No me debería corresponder un descuento por tiempo perdido o un resarcimiento por haberle creído? Es más: ¿es confiable lo que te diga sobre el producto o servicio que estás buscando un tipo que te mintió sobre el tiempo en que iba a volver? 

Mmm… lo voy a pensar. Vuelvo en 10 minutos. O en una semana. 

Por Adrian Stoppelman * Telam

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