Para Máxima que lo mira por tevé

Actualidad 10 de diciembre de 2022
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Pedimos disculpas anticipadas a quien se sienta ofendido por el título, prometemos corrección política en el resto de la columna. Por ahí nos caen reproches económicos también: gurúes de derecha enseñan que bromas así ahuyentan a las inversiones extranjeras. No hay motivos para hacerles caso: son aguafiestas y sus pronósticos fallan siempre. El fenómeno es concausal, la alegría masiva podría no ser el factor más importante.

De corazón dedicamos esta nota al terapeuta del Dibu Martínez, al que tanto debemos. El arquerazo venía padeciendo el déja-vu del partido contra Arabia Saudita: dos goles en los que no tuvo mucho que hacer. Superó esa instancia traumática en los penales, en el momento final de una noche que parecía signada por la mufa. Ese gol naranja en el ciento y último minuto, expresión adecuadísima. La carambola tras un remate de Enzo Fernández que dejó sin defensa al arquero neerlandés y se elevó por arriba del travesaño. Otro mejor shoteado que dio en un poste. Un buen remate de Lautaro Martínez que pegó en un defensor distraído. 

Dibu se agrandó en los dos primeros penales… trance que cualquier profano puede definir como psicológico. Queda como figura del partido, con Messi quien se sacó lujosamente la carga de afrontar dos penales que no dejaban margen para errores. De Paul ratificó que es un líder, un jugador de toda la cancha. Parece que no estaba tan lesionado como difundieron periodista mal informados. “El periodismo debe incomodar” se pregona ahora. Suele confundirse incomodar con mentir.

Ayer hicieron historia integrantes menos famosos del plantel, de aquellos cuya titularidad se debate (de modo muy light) en quinchos y sobremesas. Nahuel Molina metió un golazo atreviéndose a buscar una asistencia de Lio y a pegarle con clase para asegurarla. El Huevo Acuña consiguió que le hicieran un penal bastante zonzo, al borde del área y estando de espaldas. Pero el foul existió, el error del rival premió a la vocación ofensiva. Ambos laterales son tenaces, van y vienen, aportan para que haya opciones en ataque. Son del sector modesto de este equipo que a diferencia de las dos principales fuerzas políticas de la Argentina no se dedica al internismo a cielo abierto. Al contrario, prodiga contagiosos momentos de compañerismo y buena onda.

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Primero hay que saber sufrir, se reitera. Por lo visto también segundo y tercero también. Mejor así, alegarán masoquistas de variados pelajes. Con tantas peripecias se terminaron gritando dos goles en el partido, los cuatro penales embocados, los dos atajados por Dibu. Ocho veces: aleluya. Los gritos vibraron en todo el territorio patrio acaso con la solitaria excepción de Lago Escondido, paraje que se puso de moda. Habitués VIP faltaron este finde. ¿Para ocultarse o porque no ligaron el viaje y la estadía de garrón? Vayuno a saber.

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Las conferencias de prensa son un género que expone a los protagonistas. Lionel Scaloni se va superando porque habla de fútbol con franqueza, no repite clichés. Comunica bien porque tiene algo que decir. La mención de cierre a un accidente sucedido en su pueblo, Pujato, lo muestra con la sensibilidad de un tipo común… no es poco.

El Mundial sigue transcurriendo, prevalecen los partidos parejos y los que antes se llamaban “no apto para cardíacos”. Croacia llegó dejando en el camino a Brasil. Su arquero (creo que se llama Goicovic) es una máquina de atajar penales. Y Modric un crack con estampa de potrero. A sufrir, mi amor...

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Mientras transcurre la fiesta vuelve a comprobarse que el país solo se detiene los días señalados. La sentencia en la causa Vialidad, la guerra santa contra los planeros, el Chatgate, el gesto soez y machista de Cristian Ritondo  corroboran que “la política no se detiene” aunque los desempeños generales están lejos de las necesidades colectivas.

A riesgo de repetirse: las sociedades complejas siguen su marcha. La fiesta coexiste con lo que llamamos “realidad”. O mejor, la fiesta es una realidad preciosa de duración acotada

No mezclemos la política con el fútbol. La gente común no se engrupe ni se priva de las juntadas. En una de esas nos entran ganas de reclamarle al presidente Alberto Fernández que declare día no laborable el lunes para prolongar el descanso, fomentar el turismo interno, promover la ingesta de medialunes y las libaciones de todo tipo. Un finde XXL, record mundial. El martes, igual se para el país...

Evitemos la tentación populista. O mantengámosla en suspenso por cábala.

Por Mario Wainfeld

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