SOS fin de año: cómo la neurociencia puede ayudar a lidiar con el estrés en el final del calendario

Actualidad 25 de noviembre de 2022
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El término estrés se utiliza desde la física para explicar los efectos que se producen sobre un cuerpo cuando es sometido a una presión. Desde la psicología el estrés es una relación particular entre el individuo y el entorno, el cual es evaluado por éste como amenazante, exigente, demandante o desbordante de sus recursos personales y que pone en peligro su bienestar.

“Algunas de las características que tornan estresantes a las situaciones suelen ser: cambio vital significativo, la indeseabilidad del acontecimiento, el impacto negativo en la vida de la persona, la pérdida o amenaza de daño de cosas valoradas, la incertidumbre, la ambigüedad en la información, la falta de predictibilidad y control”, explicó a Infobae Verónica Rial, psicóloga (M.N. 20313), miembro del Departamento de Terapia Cognitiva de la Fundación INECO.

La etapa de las fiestas y de fin de año suele asociarse a diversas exigencias relacionadas con compromisos a veces no tan deseados ni placenteros, pendientes y balances que pueden activar la respuesta de estrés. “Muchas veces nos sobrecargamos con tareas por organizar unas fiestas perfectas o pretendemos resolver antes del 31 de diciembre todos los asuntos que se fueron acumulando durante el año y no nos damos el espacio para aceptar nuestras emociones porque nos manejamos con mandatos sociales encontrados. A veces el exceso de reuniones y despedidas del año favorece el abandono de los hábitos saludables y tienta a los excesos”, dijo la especialista.

El estrés se manifiesta en distintos niveles. “A nivel somático pueden aparecer dolores diversos, contracturas, tensión muscular, trastornos digestivos, disminución de las defensas, hipertensión, cansancio extremo, etcétera. A nivel emocional es frecuente que aparezca irritabilidad (disminuyendo la regulación emocional y el control de los impulsos), insatisfacción, ira, fatiga, trastornos de ansiedad y del estado de ánimo”, siguió Rial.

“A nivel cognitivo puede haber disminución de la atención y la memoria, enlentecimiento de las funciones psíquicas superiores, bloqueos y problemas de rendimiento. A nivel conductual, las personas muy estresadas pueden tender a aislarse de familiares y amigos, conducir “temerariamente”, incurrir en distintos tipos de abusos (trabajo, sustancias, medicamentos, alcohol, juego, comida, cigarrillo)”, agregó la especialista.

Hay una premisa y es saber que lo que no se hizo este año se puede hacer el próximo, “nada grave pasa si reprogramo los pendientes para enero o febrero”, sugiere la experta.

Siempre es importante, utilizar además el sentido del humor y practicar la ralentización, es decir, hacer las cosas más despacio. Y pedir ayuda profesional si el malestar se acrecienta, es muy intenso o persistente en el tiempo.

Nota:infobae.com

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