Violencia (también) es mentir

Actualidad - Nacional 05 de septiembre de 2022
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Una letanía falsa que suele repetirse como prueba de amplitud de pensamiento sostiene que todas las opiniones son válidas. En realidad, no sólo es falsa sino sobre todo tóxica. No todas las opiniones son válidas: las hay inaceptables, violentas, intolerantes, que atentan contra la convivencia democrática e impulsan la desaparición física del que está en la vereda de enfrente. No llegan a calificar de opiniones, son apenas eructos de odio.

A fuerza de querer dar muestra de amplitud de pensamiento o por simple fatalismo, nos habituamos a un nivel de amenazas explícitas- en particular en los medios serios- completamente inaudito. Lo que antes se murmuraba entre terrapanistas reunidos en algún sótano conspiranoico, hoy se declama en sets de televisión y se multiplica por las redes sociales.

CFK es chorra, asesina, bipolar, es nazi, es fascista, nos odia, el cajón estaba vacío, saqueó el país, La Cámpora tiene armas, vienen por todo, es peor que Hitler, asesinó a un fiscal, tiene un PBI o dos enterrado en la Patagonia, asesinó a Néstor, goza con el sufrimiento ajeno, es mala, mala, mala, es millonaria y vive de la tuya, quiere convertirnos en China, vamos hacia Nicaragua, Venezuela o incluso Sri Lanka y hay que frenarla como sea.

Quien martilló dos veces una pistola sobre la cabeza de la vicepresidenta no es un loco suelto, es alguien que escuchó la prédica constante de los medios serios y decidió terminar con esa dictadura tan atroz como imaginaria.

Las marchas masivas en apoyo a CFK y en defensa de la democracia organizadas en todo el país durante el feriado decretado por Alberto Fernández, no sólo volvieron a demostrar la centralidad política de la ex presidenta sino que señalaron explícitamente dos formas antagónicas de hacer política. Luego del período extraordinario de la pandemia que vació el espacio público de marchas multitudinarias, la calle volvió a ser el escenario en el que el sector nacional y popular impulsa sus reclamos y explicita sus apoyos. Del lado de enfrente de la grieta, la calle ya no es el lugar que aporta legitimidad- como ocurrió justamente durante la cuarentena, cuando marchar era virtuoso- sino que la trinchera volvió a situarse en los medios serios y las redes sociales.

La reacción de la oposición al atentado contra CFK sacó sus internas al sol. La izquierda representada mayoritariamente por el FIT no dudó en denunciar sin “peros” el intento de asesinato y marchó junto al resto de los manifestantes. La UCR dentro de Juntos por el Cambio, en su mayoría, rechazó también de forma explícita el hecho. El PRO, atareado en la defensa de su electorado más extremo- seducido por Milei y otros reaccionarios que se autoperciben liberales- prefirió los “peros” a los rechazos.

El ineludible Jorge Macri, intendente de Vicente López devenido ministro porteño, escribió en su cuenta de twitter: “Al revés de lo que cree el kirchnerismo, ahí donde se marcha con caños y trapos no está el pueblo.” No sabemos qué diablos serán los “caños y trapos” pero cumplen la tarea de denigrar una marcha popular e interpelar al antiperonismo. Así como cincuenta terraplanistas quemando barbijos en el Obelisco eran la república, centenares de miles de manifestantes no son el pueblo.

Apenas ocurrido el atentado, Martín Tetaz, economista independiente, apolítico y apartidario, devenido diputado de Juntos por el Cambio, afirmó que el responsable era un desequilibrado y que el hecho no tenía nada de político. Siguiendo esa explicación tan veloz como edulcorada, la ex Ministra Pum Pum y actual titular del PRO calificó el intento de homicidio en “acto individual” y criticó a Alberto Fernández por “jugar con fuego” al decretar un feriado “para movilizar militantes”. Por su lado, luego de advertir hace unos días en su cuenta de twitter que “son ellos o nosotros”, Ricardo López Murphy el Breve repudió “enérgicamente” el atentado contra CFK. Un jugador de toda la cancha. 

Por Sebastián Fernández (Rinconet)

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