Morir en Yenín

Actualidad - Internacional 18 de mayo de 2022
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“Shirin era nuestra voz (…) Se trata claramente de un crimen deliberado y selectivo”, dijo Khalida Jarrar, diputada del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), quien a su vez ha sido encarcelada varias veces por Israel en los últimos años por sus actividades políticas. “Fue un asesinato flagrante, en violación del derecho y las normas internacionales, [ella] fue asesinada a sangre fría por las fuerzas de ocupación israelíes” con el objetivo de “impedir que los medios de comunicación hagan su trabajo”, lamentó la dirección de Al-Jazeera, donde trabajaba desde 1997. Los palestinos están de luto por la muerte de Shirin Abu Akleh, una conocida periodista de 51 años, de familia cristiana de Jerusalén, que cubría el conflicto palestino-israelí desde que empezó a trabajar para la televisión qatarí, y que se había convertido en una de las figuras televisivas más conocidas de su país. Fue asesinada en la madrugada del 11 de mayo durante una incursión lanzada por las tropas de Tel Aviv en Yenín, donde el primer ministro israelí, Naftali Bennett, dio “carta blanca” al ejército tras una serie de atentados aislados perpetrados por palestinos procedentes de esta gran ciudad del norte de Cisjordania. Estos ataques han matado a 18 personas en Israel desde el 22 de marzo.

Según las pruebas aportadas por colegas que se encontraban en el lugar de los hechos, y según los relatos de los testigos presenciales, Shirin Abu Akleh perdió la vida tras recibir un disparo en la cara por parte de un francotirador israelí cuando se encontraba en las afueras del campo de refugiados de Yenín, al que había sido enviada con su equipo. Su colega Ali Al-Samoudi, que la acompañaba, recibió un disparo en la espalda y tuvo que ser hospitalizado (su vida no corre peligro). Su colega Shatha Hanaysha, que también estaba con ella el miércoles, dijo que las fuerzas israelíes “siguieron disparando, aunque ella estaba tendida en el suelo. Ni siquiera pude estirar la mano para agarrarla y traerla hacia mí porque las balas volaban. No hay duda de que el ejército [israelí] disparaba a matar”. En un video que circula por Internet, grabado por un vecino de la zona, también se ve a un joven que intenta ayudarla y al que se le dispara intencionalmente. Según la periodista Dena Takrouri, “Shirin recibió un impacto cerca de la oreja, en un lugar que no está protegido por el casco [que llevan los reporteros en las zonas de conflicto, además del chaleco antibalas marcado como “prensa”]. El punto de impacto fue extremadamente preciso” y sólo puede ser obra de un “francotirador israelí”.

Sin embargo, los militares, retransmitidos por gran parte de la prensa y la clase política del país, se apresuraron a culpar a los palestinos de la muerte de Shirin Abu Akleh. Decían que fue alcanzada por una bala perdida disparada por un combatiente armado apostado cerca de la zona donde se encontraba. Una versión inmediatamente validada en las altas esferas: “Obviamente los palestinos armados (…) son responsables” de la muerte de la corresponsal de Al-Jazeera, dijo Bennett en una declaración oficial, añadiendo que las acusaciones contra sus tropas son “infundadas”. El portavoz del Ejército, por su parte, incluso llegó a decir sin tapujos que Shirin Abu Akleh “estaba filmando y trabajando para un medio de comunicación en medio de palestinos armados”. En respuesta a las condenas de los dirigentes palestinos, el director del influyente diario The Jerusalem Post condenó la “explotación de la muerte de la periodista con fines políticos» y dio crédito a la teoría de los “disparos indiscriminados de los palestinos”, como dijo el militar.  Estas acusaciones, sin embargo, han sido rebatidas, por si fuera necesario, por la asociación israelí B’Tselem. Con la ayuda de un video difundido por el propio ejército y de una fotografía aérea, la organización pacifista pudo establecer que los disparos atribuidos al combatiente palestino emboscado “no pueden ser los que alcanzaron a Shirin Abu Akleh y a su compañero”. Desde entonces, las autoridades israelíes han modificado su discurso y ahora utilizan el condicional: dicen que no es posible determinar el origen del disparo mortal y que podría ser de origen palestino o… israelí. Bajo presión internacional, Tel Aviv ha decidido iniciar una investigación militar. Es probable que no tenga éxito.

Shirin Abu Akleh se suma a la larga lista de periodistas asesinados en el ejercicio de su profesión por las fuerzas de ocupación. Unos 50 periodistas palestinos han sido asesinados por balas israelíes en los últimos 20 años, casi un tercio de ellos en Gaza (17 murieron durante la guerra que Tel Aviv desató en la franja costera en el verano de 2014, en la que murieron más de 2.200 gazatíes, en su mayoría civiles, incluidos 600 niños). El Ministerio de Información y el Sindicato de Periodistas Palestinos informan entre 500 y 700 actos de violencia contra trabajadores de los medios de comunicación en los territorios ocupados cada año. Shirin Abu Akleh, que llevaba mucho tiempo en el “la mira” de Israel, había sido ella misma objeto de intimidación, acoso e intento de detención por parte del ejército israelí. Era conocida por la calidad y la minuciosidad de su trabajo y por su empeño en mostrar la realidad de la ocupación.

Una ciudad bajo asedio permanente

Murió en una ciudad que conocía especialmente bien porqFue había realizado coberturas desde allí varias veces, sobre todo durante la segunda Intifada (2000-2005). Desde principios de 2002 más de 15 palestinos, en su mayoría jóvenes, han sido asesinados por el ejército israelí en Yenín, que se encuentra prácticamente en estado de sitio. La desaparición de Shirin Abu Akleh se produce en vísperas de la conmemoración por parte de los palestinos del vigésimo aniversario de la “Batalla de Yenín” (1-11 de abril de 2002), uno de los episodios más sangrientos de la segunda Intifada. Apodada por los israelíes como la “capital del terrorismo”, la ciudad fue objeto de intensas campañas de bombardeos, repetidos toques de queda y frecuentes incursiones militares. El ejército israelí llevó a cabo allí una ofensiva devastadora en el marco de la “Operación Escudo Defensivo”, de la que aún conserva las cicatrices. Yenín, declarada “zona militar cerrada” y totalmente aislada del mundo, fue asediada sin descanso y el campo de refugiados sometido a una lluvia de fuego de rara intensidad, para luego ser invadido por mil soldados. Los combates dejaron oficialmente 52 palestinos muertos (al menos 200 según los habitantes), frente a 23 del lado israelí, y muchos heridos, por no hablar de los centenares de casas destruidas –uno de los barrios del campo fue incluso completamente arrasado–. Shirin Abu Akleh fue una de las pocas periodistas que pudo ir al terreno para cubrir las masacres arriesgando su vida.

La batalla de Yenín –rebautizada en su momento como “Yeningrado” por el ex presidente Yasser Arafat en homenaje a la feroz resistencia mostrada por los habitantes del campo– está grabada en el recuerdo de todos. Sin duda, Shirin Abu Akleh también será recordada.

Le Monde Diplomatique

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