La utopía del país normal

Actualidad - Nacional 17 de mayo de 2022
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“Lo normal” no está en el pasado. Esa noción de “normalidad” difundida hasta el hartazgo (y que fue consigna del socialista Hermes Binner en su campaña presidencial de 2007) seguramente resulta de un conjunto de discursos estatales y de poder que fueron parte de un proyecto para la normalización argentina hace más de un siglo. Visto así, incluso nuestro tango, a su modo, fue una caja de resonancia de lo que el Estado quiso para los hijos de la inmigración (el barrio, las costumbres, la buena moral y la lengua común). En palabras del filósofo Gustavo Varela: el tango es el género de los hijos de la Ley 1.420. Hijos de tanos, armenios, polacos, gallegos, judíos, turcos, rusos, bajo bandera y con sus guardapolvos. Por eso, pasando por encima su “origen prostibulario” tan romantizado, el tango se formaliza como género con una leve mano “disciplinadora”, el efecto cohesivo de aquel Estado que fundó una Nación y un Pueblo (o una idea de pueblo). Pues bien: podemos aceptar esta hipótesis y seguir amando al tango. El título del libro de Varela lo decía todo: Tango y política.

cuerdo a uno de los sentidos que tenemos los humanos: el olfato. Diría: no sabemos qué es lo normal, pero en Argentina lo normal huele a clase media.

 El triunfo de Raúl Alfonsín el 30 de octubre de 1983 fue un 17 de octubre “blanco”. No es que le faltara sesgo popular a aquella victoria radical en las urnas, pero podemos reescribir en el tiempo su dictado: “La clase media es y será parte del pueblo argentino”. Nos guste o no (y nos gusta). En parte porque el fin de la Argentina militar es algo así como el fin de la lucha de clases, es decir, la dictadura perdió ganando, pero su saldo nos empujó a otro intríngulis idealista y adaptable a la “modernidad democrática”: construir un país de clase media. Alguna utopía tenía que haber: si no hay patria socialista, ni patria peronista… hay clase media. La autopercepción de los argentinos: el 80% se cree de clase media. Aunque vaya a contrapelo de visiones en el mundo que hablan del fin de la clase media occidental (¿por cada campesino chino que entra a la ciudad es rematada una casa en una ciudad de Occidente?).

 Durante el kirchnerismo se reconstruyó bastante el teatro de la Argentina de clases. ¿Se pudo? Las tensiones de esa década tuvieron paradójicamente mucho de lucha de clases medias, no sólo por las tensiones culturales entre progresistas y reaccionarios en las reuniones de consorcio, sino por las tensiones ascendentes entre clases medias establecidas y “nuevas clases medias”, y entre esas mismas capas y el Estado (desde el cepo al dólar hasta el mínimo no imponible, etc.). Recordemos que la CGT no marchó durante el kirchnerismo contra el IVA, marchó contra el mínimo no imponible. La clase media es el hecho maldito del país peronista; y de un peronismo que se encargó con Menem, con Duhalde y con el kirchnerismo de comprenderla y representarla.

Peronistas somos todos. De clase media también. 

Por Martin Rodríguez para ElDiplo

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