Dividir para ganar: la riesgosa martingala para resolver internas y conjurar a Milei

Actualidad - Nacional 04 de mayo de 2022
Milei-y-Bullrich

En política cunde la profecía autocumplida. Los dirigentes suelen ser proclives a actuar según el escenario que imaginan. Para rediseñarlo o adaptarse, según el carácter y los objetivos del/la dirigente en cuestión. Y a falta de oráculos más precisos, la herramienta que agrimensura las arenas movedizas de las decisiones políticas son las encuestas.

En la Argentina de estos días todos los sondeos muestran un vertiginoso crecimiento del diputado Javier Milei. Un informe nacional de la consultora Opinaia Argentina -de Facundo Nejamkis- ubicó a Milei como el dirigente con mejor imagen. La que realizó la encuestadora Equis -de Artemio López- lo tiene como el único político con diferencial positivo, es decir, con una imagen favorable mayor que la negativa. Ambas consultoras están conducidas por profesionales de cuño peronista, insospechados de sentir simpatías por el crecimiento del líder neofascista que se autopercibe liberal.

La irrupción de Milei altera “la grieta” entre las coaliciones mayoritarias, Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Según la encuesta de Opinaia, el legislador se encaramó como tercero en discordia con posibilidad de protagonizar. “Si las elecciones fueran hoy, ¿a qué espacio cree usted que votaría?” preguntaron los encuestadores. Juntos por el Cambio recibió una intención de voto del 32 por ciento, el Frente de Todos de 24 y los “libertarios” de 21. En esa foto, las coaliciones definen la presidencia en balotaje. Pero la película en rodaje sugiere otro desenlace: en la encuesta de Opinaia, la curva del oficialismo va en descenso, mientras que la de Milei apunta hacia arriba.

¿Es posible que el país deba decidir entre dos expresiones de derecha en un balotaje? ¿O, como imagina un sector del FdT, la dispersión del voto opositor favorece las chances del oficialismo? Para los comicios de 2023 falta una eternidad, pero el escenario se diseña en estos días.

Juntos por el Cambio hizo públicas sus diferencias respecto a Milei. El “ala dura” del PRO, que encabezan Mauricio Macri y Patricia Bullrich, creen que el “león libertario” puede comerle buena parte de su base electoral, por lo que pretenden sumarlo a la larga mesa opositora donde opinan todos, pero manda el PRO. En la UCR ven la crisis como una oportunidad para emanciparse de Macri y avanzar a una alianza demoprogresista con “palomas” de cuna macrista, como Horacio Rodríguez Larreta, Rogelio Frigerio o Emilio Monzó. En la mesa de arena de Gerardo Morales, la nueva coalición podría sumar incluso fragmentos de un eventual estallido del Frente de Todos por el lado de Sergio Massa.

A Horacio Rodríguez Larreta ya le hicieron llegar tres sellos para participar en los comicios por fuera del PRO. El alcalde por ahora prefiere dejar los pies en el plato, pero los movimientos de Macri lo empujan a un rol secundario contraindicado para un postulante presidencial. Pasó tres veces en la última semana:

  1. Invitado a presenciar una reunión de gabinete en CABA, Macri ocupó la escena en el acto y en las fotos que distribuyó el equipo de difusión de la Ciudad.
  2. En el Foro empresario del Llao Llao, Larreta fue invitado a un almuerzo frugal, mientras que Macri encabezó la cena, con faustos de invitado de honor.
  3. El lunes 2, en el programa de Carlos Pagni en LN+ -donde una semana antes se anunció la postulación de Macri a 2023-, se presentó un largo informe sobre un vidrioso negocio entre contratistas del estado porteño y una agencia de publicidad. Los contratos cuestionados provienen de la época de Macri, pero el informe hizo hincapié en el vínculo de los actuales funcionarios de CABA con los beneficiarios del contrato. Un ostensible rayón en el blindado de Larreta.

El jefe de gobierno sabe de primera mano que Macri es implacable con sus oponentes. De modo que, ante la perspectiva de la larga alfombra de piedras que le propone el jefe del PRO, Larreta evalúa la emancipación que le proponen. En Olivos maldicen la posibilidad: los asesores de Alberto Fernández creen que la fragmentación de la oferta electoral reduce las chances de reelección presidencial.

El pronóstico, claro, se basa en las encuestas. Un sondeo difundido el fin de semana por Management & Fit muestra la imagen presidencial por el suelo. El 68,3% desaprueba la gestión de Fernández, mientras que sólo un 24% valora lo hecho por el presidente. Es el peor momento de la gestión nacional de la era Fernández, superando el 67,6% de agosto de 2021, según la serie de la consultora. Pero hay un dato que entusiasma al albertismo: de cara al 2023, un 27.3% afirmó que votaría al Frente de Todos de Alberto y Cristina Kirchner, 26,6% a Juntos por el Cambio de Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta y un 22,8% a los partidos “libertarios” de José Luis Espert o Milei. Ese escenario de tercios mete a Alberto raspando en el balotaje. Siempre y cuando el Frente de Todos mantenga la unidad, una misión que hoy parece una epopeya.

El cristinismo hizo públicas las condiciones para encauzar la coalición. “Que renuncien los ministros Martín Guzmán, Matías Kulfas y Claudio Moroni” dijo Andrés Larroque, segundo jefe de La Cámpora y ministro de la PBA. El ultimátum es de cumplimiento imposible para Alberto: implicaría desprenderse de los colaboradores que más aprecia, además de conceder jirones de su maltrecha autoridad presidencial. ¿El pedido del kirchnerismo es el ultimátum que antecede a la fractura? No hay certezas, porque no hay acuerdo en el entorno de CFK. Un grupo considera que la llave para mantenerse en el gobierno es que Alberto renuncie a la reelección y se habilite una PASO con figuras de “recambio”, como Eduardo "Wado" de Pedro, que viene de hacer una gira por el Vaticano, España e Israel, y ya tiene visita prevista a Estados Unidos. El cursus honorum de un precandidato presidencial.

El “albertismo”, en tanto, jugaría con un intendente o gobernador -¿Gabriel Katopodis?¿Juan Manzur?- y Massa iría por la propia, aunque en caso de no ser ungido como candidato único, preferiría pasar.  

Otros contertulios del Instituto Patria evalúan una idea más audaz: partir el Frente de Todos y que Cristina sea candidata a la presidencia. El plan, claro, también hace pie en las encuestas.

Un sondeo de la consultora CGIP sostiene que, en la interna del FdT, Cristina duplica la intención de voto de Alberto: 44% la vice, 22% el presidente. El número ratifica la preeminencia del voto cristinista entre los votantes del Frente, y muestra a la vice como la mejor opción electoral de cara al 2023. A propósito: una encuesta que aún está en elaboración le otorga más de la mitad de los votos oficialistas a CFK.

El sondeo, sin embargo, desmenuza las dificultades narrativas de una eventual candidatura de Cristina. Un ejemplo: los encuestadores consultaron “¿Con cuál Gobierno cree Ud. que los salarios y las jubilaciones tuvieron más valor y poder de compra?”. Un 39,3% consideró que fue en el mandato de Mauricio Macri, mientras que el 25,4% acertó al mencionar al de CFK. El ejemplo demuestra la profundidad -y la vigencia- de la campaña de desinformación y difamación que se abatió sobre la gestión K: aún contra las evidencias -el poder de compra cayó 20 puntos durante el macrismo respecto al gobierno de Cristina-, la mayoría cree que con Macri le fue mejor. Beneficios de contar con la artillería mediática a favor.

Las encuestas ratifican a Cristina y Macri como las primeras figuras del elenco político nacional, pero la foto rememora la escena del 2003: la fragmentación de los espacios dispersan el voto entre opciones que pueden entrar o salir del balotaje por una pequeña diferencia.

"De aquella experiencia surgió la presidencia de Néstor Kirchner", se entusiasman cerca de CFK. Aunque agregan: "El asunto es entusiasmar a ella". La posible candidatura de Macri y un eventual regreso de Lula al poder en Brasil ornamentan, creen, un marco ideal.

Por Damián Urano para El Destape

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