El peso del mundo en la inflación local

Economía 18 de abril de 2022
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El índice de inflación de marzo de 6,7 por ciento significó el registro más alto para un mes no solo de la gestión del actual gobierno, sino de los últimos veinte años. Aun así, al comparar la inflación interanual de 55,1 por ciento frente al 42,6 por ciento de marzo del año pasado, es posible observar que la distancia entre ambos guarismos estuvo incluso por debajo de lo acontecido en gran parte del mundo entero. Por caso, en marzo de 2021 Estados Unidos había experimentado una inflación interanual del 2,6 por ciento, en el último marzo este registro fue del 8,5 por ciento; en la Zona Euro, el guarismo de marzo del año pasado marcaba 1,3 por ciento y el actual 7,5; en Brasil, el 6,1 por ciento del año pasado pasó a ser 10,3 por ciento en marzo pasado; y en México, que había experimentado un 4,6 en marzo de 2021, llegó al 7,5 por ciento en el mes pasado.

A nivel general, el último informe de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (FIDE) relevó el reporte de “Perspectivas de la Economía Mundial” de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que nuclea a los países más ricos del mundo y señaló que la inflación mundial se aceleraría en 2,5 puntos porcentuales en este primer año del conflicto bélico, lo que interrumpiría el sendero descendente que se había proyectado inicialmente para la segunda mitad de 2022. En esta línea, el último informe “Global Inflation Monitor” de JP Morgan señaló que “la inflación se mantiene alta y con claros riesgos al alza”, pues “la invasión rusa de Ucrania plantea un riesgo al alza de alimentos, energía, y posiblemente cadenas de suministro interrumpidas”, más allá de que agregó que, en base a estudios históricos, “los shocks derivados del aumento del petróleo pueden ser menos importante que temido”.

Este cuadro permite observar no solo que el alza de la inflación local responde también a variables internacionales, sino que la reducción de la misma en nuestro país significará un desafío mayor que el año pasado, cuando las medidas adoptadas para intentar reducirla fueron abordadas fundamentalmente a través de una reducción en el déficit fiscal, que pasó del 8,6 por ciento del PBI en 2021 a 4,5 por ciento, y una baja de la oferta monetaria, que disminuyó del 8,2 por ciento del PBI al 6,3 por ciento.  

De hecho, tal como lo apunta el citado informe de la OCDE, existe en el mundo un “riesgo” de sobre-reacción de la política monetaria a la suba de precios, teniendo en cuenta el efecto desigual que la suba de precios tiene sobre los grupos de ingresos bajos. En este sentido, el informe valora como positivas las llamadas “medidas de apoyo a los ingresos” para asegurar la “seguridad energética y la competitividad”, y menciona explícitamente la importancia de los subsidios directos al consumo de combustibles, la eliminación de impuestos al consumo, y la regulación de tarifas eléctricas para hogares de menores ingresos, como forma de salvaguardar la distribución de los ingresos frente a la aceleración de la inflación. 

Estas recomendaciones, que en el último de los casos se encuentra en dirección opuesta a lo acordado por nuestro país con el FMI, se basan en el hecho de que la misma inflación e inestabilidad derivada de la guerra, está llevado a fuertes recortes en las perspectivas de crecimiento de la economía, de lo cual se deprende que adoptar las tradicionales políticas monetarias y fiscales para combatir la inflación, solo empeoraría estas mismas perspectivas de crecimiento. 

De acuerdo al sitio Consumer News and Business de la cadena NBC, “los temores de una recesión han ido en aumento, a los inversionistas les preocupa cada vez más que la inflación récord en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, junto con los planes de la Reserva Federal de aumentar agresivamente las tasas de interés, podría desacelerar el crecimiento económico”. En el informe de la OCDE, se sostiene que en la comparación con el escenario preguerra, la economía mundial se desacelerará en 1 punto porcentual en 2022, desde un crecimiento del 4,5 por ciento al 3,5 por ciento, con Europa desacelerándose del 4,5 por ciento al 3 por ciento, los Estados Unidos del 3,8 por ciento al 3 por ciento, China con un crecimiento que no superará el 5 por ciento y Rusia con una reducción de la actividad económica que implicaría una caída del PIB del 10 por ciento.
De esta forma, con herramientas ortodoxas de ajustes monetarios que, por lo menos en su profundidad, la misma OCDE contra indica por el efecto que podría tener sobre una economía en perspectiva decreciente, pareciera cobrar valor en el mundo la idea de aplicar medidas que, sobre todo garanticen el acceso a alimentos y energía a los sectores más desprotegidos.

Nota: eldestapeweb.com 

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