La distribución de la pobreza y la fórmula para que el Frente de Todos gane las elecciones en 2023

Actualidad - Nacional 10 de abril de 2022
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El gran fenómeno político de la Argentina de los últimos años es el de los trabajadores pobres. La participación de los asalariados en la economía, que había llegado al 54% con Cristina Kirchner, cayó al 45% a finales del gobierno de Mauricio Macri y hoy está en 42,7%. Peor que con Macri. Y si aún no cae abajo del 40 % es gracias a que dos sectores elevan el promedio: los Moyano mantienen una participación de los transportistas del 61% y Sergio Palazzo logró mantener en un 63,1% la participación salarial en la intermediación financiera. Los trabajadores de la industria manufacturera, que en épocas de Cristina se quedaban con el 48%, cayeron al 35% con Macri y derraparon al 28% con Alberto. Los trabajadores de la construcción se quedaban con el 40% con Cristina y hoy reciben el 35%. La pandemia concentró los ingresos dramáticamente. 

Aunque la economía volaba en 2021, los salarios subían por la escalera. El PBI pasó de 390 mil millones de dólares a 490 mil millones y el salario registrado promedio subió apenas de 850 a 905 dólares. Todos estas cifras dan cuenta de que la concentración del ingreso persiste y se profundiza. Los datos de la Encuesta Permanente de Hogares muestran que los de abajo mejoraron su pobre situación, pero también revelan que la mitad de la población que tiene ingresos perdió contra la inflación en 2021. Ocho de cada diez asalariados reciben una remuneración menor que la canasta de pobreza de una familia tipo. Por ahí hay que buscar la razón de la baja imagen positiva de los líderes del Frente de Todos y de la posibilidad cada vez mayor de una derrota peronista en 2023. Pero también en la lectura atenta de esas cifras el FDT puede hallar la fórmula para cambiar la suerte. 

La pelea interna empeora el fenómeno

La débil respuesta del gobierno frente a la disparada de precios de alimentos como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania fue la prueba más contundente de la fragilidad de la administración peronista desde ruptura de las relaciones entre Alberto y Cristina. En el periodo en el que el precio de la comida se movía a un ritmo superior al 2% semanal el gobierno se reunió tres veces con un lobista empresarial y un sector sindical para terminar emitiendo un comunicado que apenas anunciaba una nueva canasta de precios cuidados y el adelantamiento de algunas paritarias. La asimetría entre la extraordinaria agresión sufrida por los trabajadores en materia de precios y la pobre respuesta oficial podrá leerse en términos de caída de imagen del presidente en las próximas encuestas. 

La propuesta de un aumento general de salarios de suma fija o de un bono estuvo sobre la mesa, pero fue rechazada por empresarios y sindicalistas. Los gremios adujeron que si el Ejecutivo intervenía ellos perdían protagonismo. Luego de la derrota de Antonio Caló están asustados. El consultor y ex vice ministro de Economía de Cristina Emanuel Álvarez Agis opinó en El Destape Radio esta semana que “En los últimos cuatro años las paritarias no fueron eficientes para mejorar los salarios”. Días antes, en la misma emisora, el ministro de Trabajo Claudio Moroni señaló que “a pesar de la alta inflación las paritarias están mejorando los salarios”. Agis, de diálogo fluido con el presidente, proponía un bono de 25 mil pesos para todos los trabajadores que saldara la diferencia que generó la guerra en febrero y marzo. El economista ve la disparada de precios como un efecto transitorio de la guerra. Los datos de las últimas dos semanas le dan la razón. La última semana de marzo los alimentos tuvieron cero por ciento de aumento y en la primera de abril, solo 0,6%. 

Alberto debió forzar el aumento o el bono, pero no quiso contradecir a una CGT que se convirtió en un apoyo crucial en su enfrentamiento con Cristina. Es decir, la pelea lo puso en la situación de ceder. La ruptura lo debilita. También lo daña la crítica constante del cristinismo. Será necesario el ataque sistemático y persistente para diferenciarse? O se busca algo más? Que se vaya Guzmán, por ejemplo. Se estiman los costos? El ataque del secretario de Comercio, Roberto Feletti, al ministro de Economía, Martín Guzmán, que incluyó un pronóstico sombrío sobre el acuerdo con el fondo, disparó contra una de las cosas que andan bien: la estabilidad financiera posterior a la firma del acuerdo.  

Expectativas

Aunque Alberto ha decidido gobernar en soledad sería un error no comprender que quienes lo eligieron tenían la vara de expectativas alta que dejó Cristina. Los muy buenos datos de crecimiento del PBI, creación de empleo e Índice de desigualdad Gini del segundo semestre de 2021 envalentonaron al gobierno, olvidando que con esos números perdió en noviembre. Alberto logró la proeza de superar los datos económicos de Macri a pesar de la pandemia. Pero la economía de Macri era una calamidad. De hecho perdió por paliza las elecciones de 2019. 

Un mundo más injusto

Argentina es uno de los pocos países que recuperó en un año todo lo perdido en la pandemia en términos de PBI. También puede mostrar que mientras en el mundo apenas se recuperó la mitad de los 225 millones de empleos perdidos en pandemia, Argentina tiene 650 mil empleos más que antes del COVID-19. Y hasta puede vanagloriarse de que al tiempo que el índice de desigualdad Gini creció un 0,7% en Latinoamérica, aquí cayó. El pico inflacionario es un problema planetario. Tanto que Alemania lleva dos meses con la misma inflación que tuvo Argentina en octubre pasado: 2,5%. 

Como muestra un estudio reciente del Laboratorio de las Desigualdades Mundiales, el 10% más rico de la población tiene el 76% de la riqueza mundial. Durante 2021, las 10 personas más ricas del mundo, entre los que se encuentran los dueños de las principales empresas tecnológicas (Elon Musk, Jeff Bezzos, Bill Gates, Mark Zuckerberg), aumentaron sus ganancias en U$ 401 mil millones, el equivalente al PBI de Argentina. El contexto no va a salvar al gobierno de una derrota si no corrige el rumbo, pero pone en su punto justo sus responsabilidades. 

El enojo de Alberto

La escalada entre Alberto y Cristina no para y sus consecuencias son nefastas para mejorar la performance de la administración. Todos los días hay una declaración de cristinistas contra miembros de Poder Ejecutivo. Alberto se muestra cada vez más enojado, da vuelo al armado del Albertismo y planea cambios en el gabinete sin consultar a Cristina. Nada bueno saldrá de eso. Lo extraño es que el presidente se sorprenda al escuchar los ataques. El día que anunció las PASO dio la campana de largada para que quienes quieran desafiarlo se diferencien. Ese día, además, al anunciarlo, anotició a Cristina de que ya no la consideraba la jefa política a cargo del armado, rol que estaba claro ella había ejercido en 2019 y seguía ejerciendo. Ese fue el dato crucial de la división. No otro. Así puede concluirse que toda negociación empezará por ahí o no será. Luego habrá que discutir un plan económico. 

Un plan conjunto

La economía es economía política. La discusión es por la distribución del ingreso. Cambiemos le aseguró a su electorado que no va a permitir suba de impuestos. Le está diciendo que no va a permitir cambios en la distribución del ingreso. Ahí está el concepto de la contradicción principal. Y Alberto y Cristina están del mismo lado en ese sentido. 

Las condiciones objetivas permiten encontrar un acuerdo. La economía crece fuerte por segundo año consecutivo, se consiguió un nivel de desempleo mejor de lo esperado, crece la inversión y también las exportaciones. El Frente tiene que mejorar el poder adquisitivo de la población y estará en condiciones de ganar las elecciones frente a un Cambiemos que se tensa al ritmo del crecimiento de Patricia Bullrich y de Javier Milei en detrimento del político de mejor imagen del país, Horacio Rodríguez Larreta. La plata está: la tienen los empresarios que hasta 2015 se quedaban con el 46% de la torta y hoy se llevan el 58%. El mayor problema es político y la llave para salir de esta encrucijada la tienen Alberto y Cristina. Alguien tiene que ceder. 

El Destape

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