Mitosis

Actualidad27/10/2025
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De adolescente formé parte de un grupo de izquierda;
creamos una célula y enseguida nos dividimos.
El grupo se llamó “Mitosis”.
RUDY, "Monólogo del izquierdista recuperado".

Quiero confesarle, querido lector, que en estos días de efervescencia política en los que parecen estar en juego cosas que ni siquiera existen, o que ya no existen, o que existen pero solamente en el terreno del imaginario o el del marketing; en estos días, insisto, no se me dio por “el juego político”.

No me interesó demasiado saber por qué NO debía votar a unos u otros, porque eso ya lo sé por mi propia trayectoria gastroneuronal (la que va del estómago al cerebro).

Sí es probable que me hubiera interesado algún prospecto acerca del proyecto sustentable, sostenible, digerible, rico en vitaminas y minerales y sin exceso de sodio ni de odios que algún partido, causa, movimiento, frente o agrupación pudiera tomarse el trabajo de ofrecer a cambio de mi intención de voto, pero, muy a mi pesar, parece que mi intención de voto vale menos que el peso Ley 18.188, quizás por mi edad (esta es la última elección donde mi voto es obligatorio), por mi lucidez (no es que sea tanta, pero es la única que tengo), por mi condición de clase media (más cerca del museo de las especies extinguidas que del gobierno), por mi singularidad (mi voto vale solo 1, no hace a las estadísticas sociales), o a mis etcéteras.

La cuestión es que, en vez de mirar spots y flyers y espacios cedidos y advertencias varias, dediqué ese espacio ocioso a practicar un videojuego que mi hijo tuvo a bien convidarme: se llama Mitosis. Es un juego de la compu, donde jugás contra otros en una especie de oscura galaxia. Cada participante es un círculo con color y nombre propio, y va circulando tratando de comerse a los más chicos y de que no se lo coman los más grandes.

Hay una tecla que te permite dividirte en dos rápidamente, y otra que te permite volver a unirte, pero más lenta. Cuando comés a alguien, crecés, e incorporás “la masa” del otro jugador; cuando te dividís, puede ser que te coman una de tus divisiones (círculos más pequeños).

Cuanto más masa tenés, más poder tenés, pero mucha menos velocidad, salvo que te dividas. Los más pequeños (o los grandes pero divididos), son mucho más rápidos, pero mucho menos poderosos y quizás no pueden “comerse” a rivales más pequeños pero unidos. Si estás corriendo a uno más chico para comerlo, lo más probable es que seas más lento que él o ella, entonces te dividís para ir más rápido, pero es posible que en esa división una de tus mitades quede más chica que el perseguido, y ahí él o ella te come a vos.

La “oscura galaxia" está llena de pequeños cromosomas que te suman un poquito de masa, pero el mero desplazamiento te hace perder una parte. En un recuadro te muestra en qué zona de la galaxia estás (los bordes son peligrosos para acorralar), cuál es tu masa, y si estás dentro de los 10 primeros.

O sea, empezás con casi nada, todos quieren comer a todos, el más grande es más lento pero más poderoso, todos se la pasan dividiéndose para escapar o para alcanzar al rival más pequeño, y no hay ninguna solidaridad o colaboración posibles entre los jugadores, ya que cuando dos entran en contacto, uno se manduca al otro, o a una parte del otro.

También aparecen de vez en cuando unas piedritas que, si las engullís, te hacen estallar y dividirte en muchas partículas pequeñas.

Durante un rato, querido lector, es apasionante, porque buscás “comer y no ser comido”, dividirte o unirte según motivos tácticos, entrar en el ranking y ser primero, y dominar la galaxia haciendo que los demás se acerquen a vos, y ahí ¡pumba, los comés!

¡Y pensar que yo me puse a jugar para olvidarme un rato de la política! Como diría Susana: “¿Estuve boludo, no?”.

Sugiero acompañar esta columna con el video “pobreza Ceo”, monólogo de 2016 que conserva una espantosa actualidad, nombre más, nombre menos

Por Marcelo Rudaeff (Rudy) / P12

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