¿Se puede “operar” la depresión?: el debate científico sobre las cirugías cerebrales para tratar la salud mental

Actualidad21/07/2025
images - 2025-07-20T190730.748

“Hay una salida, y merecen encontrarla. Dios conduce a los científicos en este proceso”, afirmó Lorena Rodríguez Moreno, una paciente colombiana que hoy lleva un dispositivo implantado en su cuerpo con una renovada esperanza ante un fuerte cuadro de depresión. Parece ciencia ficción, pero no lo es.

Se trata de una cirugía de Estimulación Cerebral Profunda para tratar la depresión resistente, que se realizó en el Hospital Internacional de Colombia (HIC), marcando un antes y un después en la atención en la salud mental en ese país.

Sensaciones como la tristeza intensa, el desánimo profundo y la pérdida de esperanza afectan hoy a millones de personas en todo el planeta. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 280 millones de individuos viven con depresión, lo que representa un aumento del 18 % en la última década. Aunque se trata de un trastorno frecuente, la OMS advierte que puede ser grave y conducir al suicidio.

La depresión clínica se manifiesta como una tristeza persistente y una pérdida de interés por las actividades diarias, y puede afectar los pensamientos, las emociones y el comportamiento. Según detalló Mayo Clinic no se trata de una debilidad ni de algo que desaparece rápidamente, a menudo necesita un tratamiento sostenido, que puede incluir medicación, apoyo psicológico o ambos. La mayoría de las personas logra mejorar con la intervención adecuada.

Eventos traumáticos como el fallecimiento de un ser querido o el diagnóstico de una enfermedad severa pueden ser algunos de los desencadenantes, pero existen otros factores menos visibles, igualmente significativos en el desarrollo de esta condición: problemas sociales, predisposición genética, circunstancias personales y conflictos existenciales que contribuyen al crecimiento de los casos.

Ante este panorama las investigaciones en materia de depresión avanzan día a día. El medio The Economist dio a conocer estudios recientes que abordan al cuerpo humano como un sistema profundamente interconectado, donde el equilibrio hormonal aparece como un factor clave para entender casos que no responden a los tratamientos tradicionales y para desarrollar nuevas estrategias terapéuticas.

La intervención en Colombia se trata de otra puerta que se abre. Básicamente consiste en la implantación de electrodos en áreas específicas del cerebro, en este caso de Rodríguez Moreno, conectados a una batería similar a un marcapasos en la región pectoral. Estos impulsos eléctricos buscan regular la actividad cerebral alterada por la depresión.

“La estimulación cerebral profunda es una técnica neuroquirúrgica que consiste en implantar electrodos en áreas específicas del cerebro para modular su actividad con la intención de corregir la actividad de circuitos disfuncionales mediante estimulación eléctrica. El sistema consta de electrodos implantables, un generador (tipo marcapasos) y un cable subcutáneo que los conecta y funciona sobre la base de circuitos cerebrales existentes”, explica a Infobae el neurólogo Santiago Tizio.

Y ejemplifica: “En el Parkinson, se coloca en el núcleo subtalámico o al globo pálido interno, con el objetivo de reducir la sobreexcitación de ciertas vías motoras. En trastornos psiquiátricos como la depresión resistente, se apuntan regiones como el cíngulo o el núcleo accumbens, con la idea de mejorar el equilibrio de redes límbicas disfuncionales".

El procedimiento que se extendió durante seis horas con la paciente colombiana despierta, fue liderado por el neurocirujano William Contreras y un equipo multidisciplinario integrado por especialistas en neurología, psiquiatría, neuropsicología, epidemiología y electrofisiología.

Desde los 17 años, Rodríguez Moreno, originaria de Garagoa, Boyacá, enfrentó episodios de depresión y ansiedad que progresivamente le arrebataron la energía y la capacidad de disfrutar lo cotidiano.

Tras años de tratamientos psicológicos, psiquiátricos y alternativos sin éxito, la joven llegó a un punto crítico en diciembre de 2024, cuando, según sus palabras, “tocó fondo” y perdió la capacidad de realizar incluso las acciones más simples del día a día.

“Terapias psicológicas, cambios de médicos, terapias alternativas, y una larga lista de psiquiatras y fármacos que mi cuerpo terminaba rechazando. Pero nada funcionaba. Me sentía atrapada en un túnel sin salida”, relató la colombiana.

El proceso de preparación para la cirugía se extendió durante dos años, con evaluaciones exhaustivas por parte del equipo médico.

Rodríguez Moreno subrayó el trato recibido: “Nunca me vieron como un diagnóstico, sino como una persona”. La operación, realizada con la paciente consciente, le resultó sorprendente: “Estuve seis horas despierta durante la cirugía. Superó toda la ficción (...) Nunca imaginé que el cambio fuera posible”.

A tres meses de la intervención, la paciente reportó avances notables en su vida cotidiana, según trascendió en algunos medios de ese país.

También se supo que ha recuperado el interés por actividades simples como salir a un centro comercial, comprar un helado, maquillarse o vestirse con ilusión. “Es como si me hubieran dado una segunda oportunidad. Es volver a nacer”, expresó la joven.

La mujer enfatizó la importancia de hablar sobre los trastornos mentales y buscar ayuda profesional, equiparando el acompañamiento psicológico al de cualquier médico de cabecera, ya que la salud mental puede incapacitar tanto como una dolencia física.

“Operar” la depresión, qué dicen los expertos
¿Se pude operar la depresión? “Nunca es un tratamiento de primera línea, y se indica solo cuando hay refractariedad al tratamiento médico y psicoterapéutico convencional”, explica el neurólogo Tizio.

El Dr. Matías Baldoncini, médico neurocirujano, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, coincide y apunta: “Es importante aclarar que la DBS para depresión aún está en fase experimental y en ensayos clínicos, sin aprobación oficial general (FDA en EE.UU. aún evalúa)”.

Antes de operar, según detalló el experto, el equipo multidisciplinario de neurocirujanos, neurólogos y psiquiatras, realiza:

Historia médica exhaustiva: fallos previos a múltiples tratamientos farmacológicos, etc. Solo candidatos con depresión verdaderamente resistente son considerados.
Imágenes cerebrales (MRI/CT): para mapear zonas objetivo, evitar vasos y planificar trayecto de la colocación del estimulador.
Evaluación psiquiátrica estandarizada, con escalas de depresión y trazabilidad de síntomas.
Estimulación intraoperatoria (a veces despierto) para testear efectos en tiempo real.
Revisión de riesgos quirúrgicos: sangrado, infección, convulsiones, efectos adversos de la estimulación.

“La DBS está aprobada desde hace años para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson, temblor esencial y distonías. Su eficacia está bien documentada en estos trastornos del movimiento”, señala por su parte el neurólogo, Alejandro Andersson.

“El objetivo no es ‘desactivar’ una zona, sino restablecer un equilibrio en circuitos cerebrales disfuncionales. En el caso de la depresión resistente, por ejemplo, se suelen estimular áreas como el cíngulo subgenual o el núcleo accumbens, que forman parte del circuito límbico relacionado con la emoción, la motivación y el placer“, agrega el experto, en coincidencia con sus colegas.

En las últimas dos décadas, explica Andersson, se ha explorado su uso en condiciones psiquiátricas resistentes a tratamiento convencional, como:

Depresión mayor resistente
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) severo
Síndrome de Tourette
Adicciones (en protocolos experimentales)
Trastornos alimentarios como la anorexia nerviosa

“En todos estos casos -resalta el neurólogo- la DBS se considera una opción de ´último recurso´, para pacientes que han probado múltiples tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos sin respuesta suficiente".

Por su parte, el doctor Juan Eduardo Tesone, médico psiquiatra de la Universidad de París XII, psicoanalista titular didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina, postula sobre esta intervención y su relación con la depresión: “No hay ningún trabajo longitudinal debidamente avalado por la comunidad científica, ni probado por una casuística significativa. Pertenece a una cierta ‘exploración’, cuyo resultado no está avalado y no hay suficiente experiencia".

Tesone sostiene que las motivaciones de una depresión “suelen ser multicausales y que no dependen exclusivamente de una localización cerebral, ni de una estimulación eléctrica, sino, en lo que respecta al eje biológico, de mediadores químicos entre neuronas en todo el cerebro, incluido las neuronas que se encuentran en el tubo digestivo”.

Por otro lado, sigue el médico psiquiatra, “existen causales metafóricas intrapsíquicas, interpsiquicas y disruptivas del entorno que pueden influir en los trastornos del estado de ánimo. Reducir la depresión a una localización cerebral me parece una concepción reductora. Y ese tipo de intervenciones quirúrgicas, no son sin riesgo para otras funciones cerebrales que pueden verse afectadas”.

La ciencia avanza. Tizio sostiene para cerrar que, en cuanto a los usos psiquiátricos, la evidencia es más limitada pero prometedora.

“En los cuadros de depresión mayor resistente la DBS ha demostrado mejoras en aquellos pacientes con depresión grave que no respondían ni a medicación, ni a psicoterapia, ni a terapia electroconvulsiva”, apunta.

“También hay estudios en pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) que han demostrado eficacia en el largo plazo, pero es más raro su uso en estos pacientes,- sostiene-. El respaldo empírico es muy fuerte, en trastornos del movimiento, y moderado pero creciente en salud mental, particularmente para depresión y TOC refractarios. Cuando un paciente cumple con ciertas características que lo hacen candidato a DBS, la evaluación es multidisciplinaria. Lo primordial es analizar si el paciente realmente es refractario a otros tratamientos, si hay comorbilidades que contraindiquen el procedimiento y si los síntomas encajan con las indicaciones más aceptadas”.

Seis claves para actuar frente a la depresión, según especialistas y evidencia científica
Estas son 6 claves respaldadas por profesionales y estudios internacionales para tratar la depresión

1. Consultar ante los primeros síntomas
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) señala señales como falta de energía, cambios en el sueño, ansiedad, desesperanza o pensamientos de autolesión. “Muchos pacientes no reconocen los síntomas o temen ser juzgados”, explicó en una nota previa a Infobae la psiquiatra María Eugenia Rojas.

Un estudio en Journal of Affective Disorders, liderado por el psiquiatra Roger McIntyre, alertó sobre los retrasos diagnósticos. En España, una investigación reveló que el promedio entre síntomas y diagnóstico es de 10 semanas.

2. Romper con el estigma y activar una red de apoyo
“El estigma aleja a las personas del tratamiento y de su entorno”, advirtió el psiquiatra Marcelo Cetkovich (INECO). En países con más prejuicios, la búsqueda de ayuda es menor, según un estudio europeo publicado en Frontiers in Sociology.

Familiares y amigos cumplen un rol clave. “El entorno debe escuchar sin juzgar y compartir responsabilidades”, afirmó Rojas. En EE.UU., una encuesta reveló que muchas mujeres con depresión sintieron que sus síntomas fueron ignorados por sus cercanos.

3. Sumar actividad física
Una revisión de 1039 estudios publicada en el British Journal of Sports Medicine mostró que el ejercicio mejora síntomas depresivos, ansiosos y de angustia. El equipo liderado por Ben Singh recomienda incluirlo en cualquier tratamiento.

4. Personalizar el tratamiento
Según la OMS, en casos leves, se priorizan las terapias psicológicas; en cuadros moderados o graves, pueden sumarse antidepresivos. “Cada paciente necesita un enfoque adaptado”, dijo Rojas.

5. Incorporar terapia cognitiva
La psicóloga Violeta Heredia (UBA) explicó en una nota con Infobae que esta terapia ayuda a identificar pensamientos negativos y creencias limitantes. Se entrenan habilidades como regulación emocional y tolerancia al malestar.

6. Practicar meditación con enfoque terapéutico
Un estudio de las universidades de Exeter, Oxford y Magdeburgo, publicado en Mindfulness, demostró que combinar meditación con terapia cognitiva reduce el riesgo de recaída. Para John Denninger de la Universidad de Harvard: “La meditación entrena al cerebro a volver al foco y reducir pensamientos negativos”.

Nota:infobae.com

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email