El escenario para el PRO tras el quiebre en Buenos Aires

Actualidad - Nacional20/07/2025
bbx_252842199_lfaldsf

Después de arduas negociaciones bonaerenses, la alianza entre el PRO y La Libertad Avanza se concretó, pero no todos los intendentes quedaron adentro. No todos quisieron aceptar las condiciones libertarias y prefirieron priorizar sus territorios, sus gestiones y alianzas previas para enfrentar las elecciones locales. Así, el macrismo mostró notables diferencias internas en la provincia, aunque para la conducción no se trata de un proceso dramático, sino un comportamiento lógico, dadas las circunstancias. 

En el PRO, se argumentó, nunca existió una posición unificada en torno a un acuerdo con La Libertad Avanza. Ni a nivel dirigencial, ni local, ni provincial. Por eso, para la conducción nacional, el quiebre en Buenos Aires no es una ruptura, no es una crisis organizacional, sino más bien una expresión lógica derivada de esas miradas divergentes.

En todas las elecciones provinciales, en total seis, el PRO y el partido libertario fueron separados, sin chances de arribar a un entendimiento. Así, Buenos Aires se transformó en el único distrito en que sus autoridades definieron explorar el acuerdo y avanzar con ese entendimiento. No lo hicieron como cuentapropistas, sino con el aval de Mauricio Macri que autorizó esa conversación.

¿Los intendentes que decidieron poner sus candidatos por fuera de la alianza contrariaron las decisiones de ambas cúpulas, la local y la nacional? La situación no se leyó de una manera tan teatral. Incluso, de forma retórica, alguien se preguntó cuál hubiera sido la alternativa: “¿Obligarlos a seguir un camino que no consideran (adecuado)?”. La respuesta es no.

Dentro de las razones que llevan a no tomar la situación de una forma trágica están el reconocimiento de las disidencias internas y de un proceso esperable de reorganización dada la aparición de un fenómeno extremo y novedoso, como lo es Javier Milei. Pero también de demandas nuevas por parte del electorado. No todos leen la misma respuesta a esos pedidos sociales.

El macrismo tiene sectores, en el parlamento, más cercanos a La Libertad Avanza que otros. Unos que, sin romper, ya no están tan cercanos a la conducción amarilla. Otros que, según el asunto debatible, son más próximos al gobierno o más lejanos. En las intendencias, concejalías y referencias territoriales se vio claramente con la negociación bonaerense. Varios buscaron ubicarse en otro marco de alianzas.

En las provincias, como viene contando El Destape, tampoco hay un único criterio. Los mandatarios amarillos llegaron impulsados por el PRO pero, salvo en la Capital Federal, donde la situación está más difusa, tanto Ignacio Torres en Chubut como Rogelio Frigerio en Entre Ríos manejan sus propios frentes electorales, más provinciales.

Tanto Torres como Jorge Macri fueron mencionados como dos dirigentes que claramente tienen una posición compleja a la hora de concebir los vínculos con el gobierno. En la CABA, el primo de Mauricio no maneja la mejor de las relaciones, compitieron duramente en las elecciones de mayo y no está claro qué pasará en octubre. Pero el ex intendente de Vicente López gusta de la idea de priorizar el sello y la identidad PRO, aunque eso signifique una derrota.

En Chubut, el gobernador tuvo varias críticas a la administración central, desde el inicio, aunque con acompañamientos parciales en el Congreso. Se estima que en esa provincia no habrá alianza con LLA por una cuestión de conveniencia, pero que habrá un entendimiento tácito para desplazar al peronismo a un tercer lugar, dejándolo sin la posibilidad de meter un diputado nacional, ya que solo se ponen en juego dos bancas.

En Entre Ríos, la cosa es diferente. Se espera que Rogelio Frigerio avance en un acuerdo con los libertarios, tanto por su relación como por la conveniencia de un entendimiento para lograr senadores y diputados nacionales. “Negociará lo que crea que conviene, y está bien”, se dijo cerca de Macri para bajarle el dramatismo a la situación.

Como se ve, en el PRO no hay una línea que ordene al partido. Cada uno pareciera hacer, negociar y optar por lo que cree más conveniente para su distrito. Esto no es fruto de un proceso de horizontalidad en donde nadie manda, todos conducen, sino de una “reorganización” que intenta interpretar a su electorado.

Hay quienes piensan que no se trata de una carrera, sino de una maratón. Por lo tanto, la paciencia es clave para afrontar el proceso sin tomar decisiones apresuradas, porque no está claro qué pasará en un futuro. ¿Quién tiene razón, los que acuerdan o los que van por afuera? ¿Quién respeta más al PRO? No se sabe. Se verá después. Pero en Buenos Aires ya se escucharon algunas críticas al ritondismo, al que acusaron de no representar el espíritu del partido amarillo, ese que convocó dirigentes hace una década.

En definitiva, el macrismo se abraza a la idea de que los dirigentes que tenían precio ya se fueron, ya fueron comprados. Los casos de Patricia Bullrich y Diego Valenzuela son los ejemplos a mano. “Si quedó alguno suelto por ahí, ya nos vamos a enterar”, se resumió.

¿Cuál es la diferencia entre estos dos dirigentes que pasaron del PRO a LLA el año pasado y los que, desde el PRO, acordaron con LLA este año? El acuerdo de Buenos Aires contó, se justificó, con el aval del partido nacional, pero los otros saltos fueron individuales, por intereses personales. Por lo que no pareciera haber intenciones de cuestionar a los que, ahora, jugarán fuera del entendimiento bonaerense. No rompieron, se buscó aclarar, sino que decidieron no formar parte del acuerdo.
 
 
 

Te puede interesar
Lo más visto

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email