Las fuerzas del cielo se afirman en sus propuestas neofascistas

Actualidad27 de diciembre de 2024
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Desde la campaña electoral en la que Milei ganó las elecciones caracterizamos sus propuestas como neofascistas, alertando del peligro de banalizar su estilo o, lo que es peor, poner el eje en psicologizar su modo de difundir sus ideas (“Salud Mental es luchar contra el neofascismo” Consejo de Redacción de la revista Topia). Luego de un año de gobierno creemos necesario profundizar en la fundamentación de esta interpretación, dejando en claro que la memoria colectiva es la que establece su uso público más allá de la precisión política.

Esto nos lleva a desarrollar algunas cuestiones. 

El neofascismo: continuidades y rupturas con el fascismo clásico

Es evidente que en la actualidad no existen las condiciones mundiales desde las cuales surgieron, en los inicios del siglo XX, los fascismos clásicos (en especial, el fascismo italiano, el nazismo alemán y el falangismo español). Estos se distinguían -entre otras cuestiones-: A) Porque eran proyectos dirigidos por las burguesías nacionales con los sectores más concentrados del capital que resolvían de modo despótico la crisis del capitalismo; B) Consolidaron un Estado fuerte; C) Generaron políticas y acciones para movilizar a las masas y D) Hacían uso del nacionalismo para disputar “el reparto del mundo” y la expansión de los mercados de cada país. Definitivamente, estamos en un mundo diferente. Por ello, hablar de neofascismo apunta a entender las complejidades internacionales donde las nuevas derechas encuentran continuidades y diferencias con el fascismo clásico.

La palabra “fascista” se puede usar como un insulto, en cambio cuando algunos autores hablan de “post-fascismo” es para señalar algunos grupos de ultra derecha, en especial en Europa, que tienen sus raíces en el fascismo clásico adaptando sus políticas a la actualidad, por ejemplo, Alternativa para Alemania (partido apoyado fervientemente por Elon Musk), el Partido de la Libertad en Austria y el Partido de los Finlandeses, partidos totalitarios centrados en un anti-islamismo furibundo de rechazo a los inmigrantes. En cambio, en el neofascismo encontramos continuidades y rupturas con el fascismo clásico, ya que eleva al neoliberalismo como una concepción autoritaria que deja de ser solamente una propuesta económica para atravesar el conjunto de la vida del sujeto, es decir, su corposubjetividad.Como veremos más adelante, todas las actividades sociales son medidas en términos de una eficiencia que debe dar un beneficio económico.

En esta perspectiva, el neofascismo intenta dar respuesta a la actual crisis del capitalismo y la necesidad de generar un “orden nuevo” tal como se lo propone el neoliberalismo, dando cuenta de las necesidades propias de cada país, ya sea en su versión de apertura de los mercados (Javier Milei, Viktor Orbán, Georgia Meloni) o de proteccionismo (Donald Trump, Jair Bolsonaro). Cada uno, a su manera, invocando identidades diferentes combaten al mismo enemigo: “los izquierdistas socializantes”, los grupos identitarios (mujeres, disidencias sexuales, inmigrantes), los pobres que protestan y el centrismo republicano liberal, los socialdemócratas y los progresismos K (considerados la casta) sin dios ni patria; de allí que resurge el lema fascista: Dios, Patria y Familia.

Lo que se suele olvidar es que hubo una “violencia fundadora” del neoliberalismo encarnada en las sangrientas dictaduras de América Latina que instalaron a fuego de represión el modelo neoliberal (Lazzarato, Mauricio). En Chile, la dictadura de Augusto Pinochet y sus Chicago Boys, después de derrocar a Salvador Allende en 1973. En Argentina, la dictadura de Videla que a través de una represión feroz llevó adelante el neoliberalismo de su ministro de economía José Alfredo Martínez de Hoz. Por ello, la hegemonía neofascista se mide por la capacidad de odiar al llamado “Estado Benefactor” y al sistema político y mediático democrático para establecer un orden represivo donde los que se benefician son los ricos; el paradigma es Elon Musk referente fundamental del gobierno de Trump y amigo de Milei. Los pobres deben esperar.

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El sujeto-objeto del consumo

En este sentido, el desarrollo neoliberal produce un régimen de poder que pone como centro la idea de una libertad no democrática: el oxímoron autoritarismo libertario es heredero de este liberalismo reaccionario. Este se aboca a desarmar el vínculo social y el bienestar público en aras de un individualismo donde cada uno debe protegerse a sí mismo (abandono de la salud pública y la educación, limitar los beneficios laborales y de los jubilados, etc.). Una sociedad así desintegrada que no protege a los individuos pide una autoridad fuerte que garantice el orden, refuerce a la familia y proteja a los sectores medios. Estas circunstancias no quieren decir que el neoliberalismo sea fascista o que esta sea una época fascista, sino que convergen algunos elementos del fascismo del siglo XX con la racionalidad del proyecto neoliberal (Brown, Wendy). Este neofascismo se presenta valorando el proyecto económico y el “sacrificio” como un bien mayor.

La propuesta del “sacrificio” que se sostiene para los sectores populares corresponde a esta época de austeridad del neoliberalismo. Por lo contrario, en la era de los gobiernos de Ronald Reagan en EE.UU. y de Margaret Thatcher en Inglaterra, prometían la economía del “chorreo” del dinero; es decir, las riquezas iban a generar enormes beneficios a los empresarios que necesariamente se tenían que distribuir en la población. La realidad fue que los ricos se hicieron más ricos y los pobres más pobres. En la actualidad, estos últimos reciben la promesa del “sacrificio” en la ilusión de la espera de un mundo mejor.

Como decíamos anteriormente, a diferencia del liberalismo clásico la lógica neoliberal lleva la regulación del mercado a todas las esferas y actividades de la vida que configuran a los seres humanos. Estos se transforman en un capital humano -tal el nombre del ministerio de Sandra Pettovello, que se llamaba de Bienestar Social- cuyo objetivo es la eficiencia y la ganancia que debe mover el consumo. El neoliberalismo entroniza al sujeto consumista. El sujeto es sinónimo de consumo.

Georges Bataille ve a la droga como la mercancía por excelencia del capitalismo ya que produce al consumidor que no puede dejar de consumir. Este sujeto-objeto del consumo es lo que ha logrado el neoliberalismo.Es decir, un sujeto-objeto en el que su subjetividad está sometida a la tiranía del mercado: el mercado es todo y el consumo su hábitat necesario para existir; sino consume desaparece como sujeto. Ante la caída de todos los indicadores del consumo, este sujeto-objeto es un sujeto-objeto del miedo, de la violencia destructiva y autodestructiva. Un sujeto-objeto de la pulsión de muerte. Un sujeto-objeto de las pasiones tristes. El cual queda atrapado en la ilusión neofascista. 

El neofascismo de Milei

A un año del gobierno de Milei éste se fue constituyendo en un líder neofascista al llevar adelante una batalla cultural y política para afirmar las ideas de la nueva derecha. Ideas que sostiene en todo congreso o actividad en la que se reúne la internacional neofascista: estar en contra de las agendas de género y medio ambiente, reducir los cálculos de las indemnizaciones, limitar el derecho de huelga, que los empresarios tengan más facilidades para emplear y despedir personal. Ideas que la derecha liberal aprueba con entusiasmo.

Durante este año fuimos planteando las razones que hicieron posible el gobierno de Milei: no llega del aire; no es una anomalía del sistema democrático liberal. Si bien hubo muchos factores (la pandemia, las redes sociales, la corrupción generalizada) debemos destacar el resultado de años de gobierno cuyas políticas progresistas fracasaron al convivir con el neoliberalismo tratando de paliar sus consecuencias sin plantear modificarlo. Aún más, si sigue liderando sus propuestas en algunos sectores de la población es porque la oposición progresista continua con más de lo mismo. De allí que Milei y quienes lo rodean se montan sobre este fracaso para sostener una esperanza en “las fuerzas del cielo” que se van afirmando en propuestas neofascistas.

Cómo dice Leo Ypi: “La esperanza es algo por lo que hay que luchar. Pero se llega a un punto en que se convierte en una ilusión; eso puede ser peligroso. Todo se reduce a cómo se interpretan los hechos.” De allí que para enfrentar al neofascismo la salida no es desde arriba, sino construyendo un nosotros a partir de una esperanza activa que permita construir una democracia participativa sobre bases sociales y económicas igualitarias. Este es el desafío.

Por Enrique Carpintero * Psicoanalista. Director de la revista y la editorial Topia. Su último libro publicado es Baruch Spinoza militante de la potencia de vida, editorial Topía, Buenos Aires 2024.  / La Tecl@ Eñe

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