Amazon y la vuelta a la oficina

Recursos Humanos20 de diciembre de 2024
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La deriva de Amazon con respecto a las posibilidades de sus trabajadores de trabajar desde sus casas desde el fin de la pandemia ha sido verdaderamente espectacular: de decir, en septiembre de 2022, que no tenían planes para hacer volver a sus trabajadores a la oficina, a exigir en febrero de 2023 tres días a la semana de trabajo presencial, y de ahí a exigirles la vuelta total al trabajo en la oficina si no quieren perder sus empleos, o directamente a invitarlos a irse si no les gusta la política de vuelta a la oficina.

Semejante deriva en tan poco tiempo ha probado ser enormemente impopular entre los trabajadores de la compañía. En algunos sitios han llevado a cabo manifestaciones, han protestado airadamente en la red y en los chats corporativos, y hasta la mitad de ellos están, según una reciente encuesta, buscando otros empleos. Todo ello, además, en un movimiento que coincide con un repunte de la sindicación y con el pico de conflictividad laboral de sus trabajadores de almacén.

Al final de la pandemia, el 60% de los trabajadores afirmaban querer seguir trabajando de manera distribuida, y un tercio afirmaba que se cambiaría de trabajo si le obligaban a volver a la oficina. La compañía, sin embargo, se mantiene impasible ante esas demandas y parece importarle muy poco la posible descapitalización intelectual, y todo ello ante una total ausencia de datos referentes a productividad: nada prueba que los trabajadores sean más productivos cuando trabajan desde la oficina frente a hacerlo en sus casas, y sí existen evidencias de lo contrario, debido no solo al tiempo invertido en los desplazamientos, sino también a los peores niveles de concentración, una demanda muy habitual entre los desarrolladores. Por lo pronto, resulta que el mandato de vuelta a la oficina se ha hecho tan precipitadamente y con tan mala planificación, que las oficinas corporativas no tienen ahora espacio para acomodar a todos los trabajadores a los que han ordenado volver a trabajar en ellas.

Algunos apuntan al efecto que podría tener sobre algunas ciudades norteamericanas y sus mercados inmobiliarios si los varios cientos de miles de empleados de Amazon dejasen de ir a la oficina, con tremendas caídas en el valor de las oficinas y de los negocios en el centro de las ciudades y en los barrios en los que hay oficinas de la compañía, pero se trata fundamentalmente de especulaciones, y que se encuadra, además, en una deriva prácticamente inexorable: podemos resistirnos lo que queramos, pero a medida que mejora la tecnología, el trabajo distribuido es una tendencia que no puede ser detenida, y que sin duda conmina a las arcaicas políticas corporativas a ponerse más pronto o más tarde del lado correcto de la historia y a evitar, además, unas emisiones de dióxido de carbono completamente absurdas.

¿Qué lleva a Amazon a arriesgarse a una fuerte descapitalización intelectual y a dejar de ser una compañía deseable en la que trabajar y por tanto menos capaz de atraer talento, a cambio de una especie de obsesión por terminar con el trabajo distribuido, más cuando hace no tanto tiempo decían que no tenían ningún problema con él? ¿Qué razones provocan esa especie de fiebre por la vuelta a la oficina, si no han podido de ninguna manera comprobar que afectase negativamente a nada? ¿Por qué hacer que muchos de tus trabajadores, y posiblemente muchos de los más valiosos y que pueden irse fácilmente a otras compañías (como ya le ocurrió a Bezos en Blue Origin), te muestren el dedo corazón extendido, cojan sus bártulos y se vayan sin decir nada bonito de ti y de tu cultura corporativa?

Y sobre todo… ¿vale la pena?

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