El gobierno profundiza la desregulación, pero el consumo no repunta y hay remarcaciones arriba de la inflación
A poco de cumplirse un año del Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023 que desreguló un sinnúmero de actividades del comercio, los servicios y la industria, el gobierno nacional sumó ahora una nueva ola desreguladora que implicó la derogación de unas 43 normas nacionales. Sin embargo, el impacto en la población lejos está de mostrar las bondades del libre mercado: los datos de consumo continúan siendo poco alentadores -en octubre mostró otra caída del 20%- a la vez que comercios anticipan remarcaciones de fin de año con subas (7 a 10%) por arriba de la inflación mensual, y se multiplican los reclamos de consumidores por compras de bienes, pagos de tarjetas de crédito, telefonía, alquileres, y otros tantos rubros que fueron totalmente desregulados.
Así las cosas, la autorregulación el mercado muestra un impacto directo en usuarios o consumidores que, con bolsillos más flacos, enfrentan también una problemática creciente: el sobreendeudamiento familiar y la imposibilidad de hacer frente a esa deuda, con el agravante de intereses usureros frente a la vulnerabilidad social y la necesidad de llegar a fin de mes, recesión económica mediante. “El salto inflacionario en diciembre pasado generó un shock regresivo que, en conjunto con el severo ajuste fiscal, impactó en el poder adquisitivo de los hogares y provocó un freno en la actividad económica por el derrumbe del consumo, con el consecuente impacto en el empleo. Lejos de ser un efecto indeseado, las medidas adoptadas buscaron inducir una recesión con el objetivo de recomponer las cuentas externas”, analizó un informe del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP).
En ese sentido, los datos del mercado de trabajo ponen sobre la mesa las dificultades que enfrentan las y los trabajadores que vienen sufriendo, desde hace al menos una década, la licuación de sus ingresos. “A partir de abril los salarios volvieron a crecer gracias a paritarias que miraban a la inflación pasada con un IPC que mostraba números decrecientes pero este fenómeno está llegando a su fin. En septiembre el aumento del salario real fue el más bajo desde entonces”, analizaron desde la CTA-A. Así, "en promedio, el salario real de los trabajadores registrados tiene a cristalizar una caída de casi el 10% en comparación con el promedio de 2022-2023 (-25% contra fines de 2016)”. Se suman la creciente informalidad laboral que llega a la mitad de las y los trabajadores activos, la reforma laboral del oficialismo que legaliza prácticas del llamado fraude laboral, y un salario mínimo que dejó de ser base de referencia para satisfacer las necesidades más esenciales de supervivencia y acumula hoy una pérdida del poder de compra del 28%, quedando incluso por detrás del de 2001, según datos de Económicas de la UBA.
Si bien desde hace tiempo tener un trabajo en Argentina no alcanza para salir de la situación de pobreza, este año la situación se agudizó aún más: en el primer trimestre el porcentaje de ocupados pobres trepó al 44,7% (9,3 millones de trabajadores) y la indigencia en este grupo saltó al 13,8% (más que se duplicó). En este escenario, tras un año de gestión libertaria para la mayoría de las familias argentinas es prácticamente imposible llegar a cubrir el costo de vida básico, es decir que los ingresos sean suficientes para pagar alimentos, salud, vivienda y tarifas de servicios, por lo que terminan por recortar gastos que son esenciales.
Más desregulación, menos consumo
El Ministerio de Economía avanzó en la derogación de una serie de normas, entre ellas, regulaciones sobre precios de la carne vacuna, lácteos, neumáticos, mientras que dio de baja el programa Precios Justos y el Sistema Informativo para la Implementación de Políticas de Reactivación Económica (SIPRE). Mediante la Resolución 1212/2024 de Economía y las Resoluciones 433/2024 y 434/2024 de la Secretaría de Industria y Comercio, “se suprimieron 43 normas con potencial para limitar la libertad de los ciudadanos”, según la información oficial.
Hay que remitirse al DNU 70/2023 que, desde hace casi un año, puso en marcha “un programa general de desregulación de la economía” para lo que se dispone “la más amplia desregulación del comercio, los servicios y la industria en todo el territorio nacional”. Desde entonces se eliminaron, a la par, un conjunto de normativas que regían para el abastecimiento en las góndolas, exigían información en rótulos de productos, obligaban a informar aumentos de cuotas en colegios, así como las tasas de interés y hasta fijaban regímenes de precios máximos en bienes esenciales. De hecho, la medida actual se sumó a otras 107 derogaciones ya implementadas.
Pese a esta política económica presentada desde el inicio de la gestión de Javier Milei como el camino para "promover la libre competencia y la libertad de los ciudadanos" lo cierto es que, a esta altura del año, el consumo masivo no repunta y aún con la desaceleración de la inflación de los últimos meses las familias sienten el golpe de los tarifazos que vacían bolsillos que no terminan de recuperarse (desde diciembre el costo de cubrir transporte, energía, agua y gas creció 400%, duplicando el peso en un salario promedio). Según datos privados actualizados, las ventas cayeron en octubre 20,4% interanual, acumulando en el año una contracción del 12,8%. Por rubros, las principales bajas se dieron en productos de higiene (-26%), bebidas (-22%), desayuno (-19%), limpieza (-18%), perecederos (-17%) y alimentación (-17%).
Por su lado, este martes el INDEC difundirá los datos oficiales para septiembre, no obstante, en el año la contracción se hace evidente: las ventas en supermercados a precios constantes acumularon de enero a agosto un retroceso de 11,5% y las de autoservicios mayoristas del 13,5%. Un dato no menor, en ambos canales se impone el uso de la tarjeta de crédito como principal medio de pago (46,2% en super y 30% en mayoristas) alcanzando máximos históricos. Todo ello ocurre en un contexto donde la actividad económica volvió a mostrar resultados desfavorables: registró en septiembre una caída del 3,3% interanual y del 0,3% mensual desestacionalizado, con once sectores de actividad con descensos en la comparación interanual, entre los que se destacan Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-8,3%).
Estos números tienen impacto concreto en las condiciones de vida de la mayor parte de la población que enfrenta una crisis alimentaria alarmante: el 52% de los hogares argentinos con niños y adolescentes dejó de comprar alimentos esenciales, con la leche y la carne entre los productos más recortados. Esta situación ha provocado que el 7,4% de las infancias deba saltearse una comida diaria, según el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), que detalló que el 67% se encuentra en situación de pobreza y el 27% bajo la línea de indigencia.
A pesar de que muchas familias tuvieron que dejar de consumir alimentos esenciales como carne y lácteos, entre las regulaciones eliminadas se encuentran normas que regulaban el precio de la carne vacuna, fijando precios máximos para toda la cadena, tanto para los cortes destinados a la industria frigorífica como los de consumo comercial minorista o mayorista (Resolución 1/2006 y 38/2008) y que establecían un registro de industrias elaboradoras de bienes finales lácteos para acordar precios y aportes no reintegrables a los pequeños productores tamberos (Resolución 26/2007).
¿Qué está pasando con estos bienes esenciales? En el caso de la carne vacuna, el consumo per cápita llegó a 47,2 kilos por habitante por año, marcando el nivel más bajo en 28 años, según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA). Entre enero-octubre de 2024, se registró una caída del consumo del 11,2%, quedando en niveles históricos muy bajos. A la vez, el consumo lácteo descendió 11,8% entre enero-septiembre. Según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) el consumo per cápita del 2023 fue de 189,7 litros de leche equivalentes y en mayo de este año había bajado 37 litros (se ubicó en 152,7 litros). Si bien a partir de junio se registró una recuperación, para el cierre de 2024 se estima “una caída anual de consumo per cápita del 6 al 8% (unos 178 litros de leche equivalentes).
Mientras tanto y en las vísperas de las fiestas de fin de año, comercios comienzan a recibir listas de precios con subas por arriba del dato mensual de inflación. “Manaos aumentó 20% sus productos a principios de octubre, Guaymallén 7% cuando comenzó este mes, Coca Cola otro 10%, todo arriba del 3% de inflación”, indicó un comerciante del barrio de Almagro a este medio y anticipó que dos grandes alimenticias están “demorando aumentos” que podrían llegar finalmente en el mes de las fiestas.
En ese esquema aumentan las promociones y descuentos porque “la gente busca la oferta, la promoción, debido a que no hay un mango”. De esa manera, las cuentas no cierran para los pequeños negocios en una coyuntura donde dejaron de funcionar más de diez mil kioskos en todo el país, según datos del propio sector: “Hicimos un comparativo el 18 de noviembre que fue feriado, y teníamos un 10-12% abajo en ventas con respecto al a octubre, y ese mes ya había vendido un 20% menos que en septiembre, o sea que el panorama es bastante delicado y complicado. Ahora traje unas promociones de pan dulce y budines, vamos a ver si sumamos con eso, pero las ventas no acompañan para nada”.
En el mismo sentido,, si bien las ventas minoristas pymes que releva la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) arrojaron un alza del 2,9% interanual en octubre, tras veintiún meses de bajas en las ventas, los comerciantes encuestados señalaron en un 51% que "el principal obstáculo que enfrenta la pyme es la falta de ventas” con “una visión incierta sobre lo que puede esperarse para fin de año”, en un mes en el que ayudó además, en parte, las compras por el Día de la Madre.
Por otro lado, en los barrios populares la situación es aún más compleja. Según el Índice Barrial de Precios que elabora el Instituto de Investigación Social Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) una familia de dos adultos y dos hijos pequeños necesitó en octubre $414.923 para solventar sus necesidades básicas alimenticias, contra $398.562 de septiembre (+4,1%). Un año atrás, en octubre de 2023, la misma familia precisó $159.153 por lo que la variación llegó a 160,1%. “En octubre, de la mano de fuertes incrementos de algunos de los productos de almacén, la canasta de alimentos volvió a acusar importantes subas”, señalaron desde el centro de estudios y detallaron: el almacén aumentó 8,9% (polenta 36,4%; pan 13,6%; yogurt 18,2%; queso de rallar 13,5%; gaseosas 15,4%), la verdulería influida por algunas bajas (papas -16,67%; manzanas -4,55%; lechuga -11,76%) tuvo un descenso de 2,03%; mientras los precios de las carnes permanecieron estables.
Entre las regulaciones recientemente eliminadas se encuentra el programa Mercado en tu Barrio y Mercado Federal Ambulante que pretendían fomentar otros espacios de comercialización que favorecieran tanto a productores locales como garantizaran precios más accesibles para la población en diferentes puntos del país.
Los precios se aceleran en noviembre
Según diferentes consultoras privadas que siguen habitualmente la evolución de los precios, los alimentos se habrían acelerado en noviembre, presionando el nivel general de precios del mes, tras el 2,7% de octubre y mientras el gobierno espera mantener el dato por debajo del 3% en lo que resta del año. “Les aviso que, si durante dos meses más repetimos números en esta línea, vamos a estar bajando el crawling peg a 1% y cuando repitamos tres meses de 1% vamos a estar liberando el mercado de cambios”, aseguró el presidente Milei tras el dato de octubre. “En los últimos 30 años, las 4 veces que el tipo de cambio real fue tan bajo como el actual (al final de la Convertibilidad, al final de CFK, con Macri en 2017 y al final de AF) eso vino seguido de grandes devaluaciones”, planteó al respecto un informe de la consultora 1816.
De acuerdo con el Relevamiento de Precios Minoristas de la consultora Eco Go, en la tercera semana de noviembre los alimentos mostraron una variación del 0,8%, lo que anticiparía un índice en torno al 3% en el mes. Asimismo, la consultora LCG midió una suba del 1,5% en el precio de alimentos y bebidas en idéntica semana, lo que implicaría una aceleración de 0,8 puntos respecto a la anterior. "La suba promedio mensual se ubicó en 2,4% y en la medición punta a punta en 2,3% de las últimas 4 semanas. En lo que va del mes acumula una inflación del 2,2%", indicaron. Los mayores aumentos fueron en azúcar, miel, dulces y cacao (11,4%), bebidas e infusiones (4,4%), frutas (3,8%), panificados (3,6%), aceites (1,7%), lácteos (0,9%).
“Aumenta la inflación mensual de Argentina, según las mediciones de PriceStats. En los primeros 20 días de noviembre, subió del 2,1% al 2,8%”, agregó, por su parte, el economista Alberto Cavallo en un posteo en su cuenta de X.
Finalmente un relevamiento realizado en supermercados y negocios barriales de la Ciudad de Buenos Aires por Consumidores Libres señaló que “el precio de los 21 productos de la canasta básica de alimentos tuvo un aumento del 1,1% durante la primera quincena de noviembre, y desde enero la suma acumulada es del 99,9%”. Las subas más importantes se evidenciaron en fideos guiseros 500grs (+3,7%), leche (+2,2%), huevos color docena (+1,9%), manzana kg (+7,9%), zanahoria (+5,4%), y acelga (+5,0%).
Por Eugenia Rodríguez / El Destape