Ahora que todo está bien...

Actualidad12 de noviembre de 2024
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Ahora que todo está bien y los planetas se alinearon en favor de la Argentina, habrá que ver cómo derramarán las bondades del modelo libertario sobre la sociedad.

Ahora que Donald Trump ganó apoyado por Javier Milei (que, como él dice, son los dos líderes más importantes del mundo), es tiempo de ir planeando cómo el proteccionismo republicano va a beneficiar el ingreso del comercio argentino a los Estados Unidos. 

Ahora que ya hay índices económicos que señalan que la actividad mejora con respecto a los meses anteriores, habrá que pensar cómo hacer para que dejen de caer en comparación con el año pasado.

Ahora que se comienza a naturalizar que este presidente puede seguir apretando a los que piensan distinto o insultando al Congreso o a un expresidente de la democracia como Raúl Alfonsín, entonces podremos asumir que se consolida un cambio de época que no incluye a aquellos que se quedaron anclados en los vetustos valores democráticos de la posdictadura.

Por eso, ahora que todo está bien, al menos para esa mitad de la población que según las encuestas sigue apoyando al Gobierno, queda el desafío de convencer a la otra mitad de lo mismo.

De que ahora todo está bien.

Ahora que ganó Trump. Ya se sabe que su triunfo es asumido como un éxito del propio Milei. La incógnita es cómo transformar un éxito individual en un éxito para el país.

Ahora que ganó Trump,que terminó la recesión y que Milei no es autoritario sino que es “parte de su frescura”...

En 2017, Milei sostenía que “creer que Trump es liberal es de zurdo burro”. Claro, desde la óptica de un anarcocapitalista que quiere destruir el Estado, cualquiera que no vaya en esa dirección es un “zurdo”.

Milei puede haber cambiado con respecto a Trump, pero Trump no cambió. Sigue siendo un entusiasta defensor del Estado que promete la aplicación de fuertes medidas proteccionistas, aún más duras de las que ya aplicó en su primer mandato. Si hoy no se hubiera vuelto un cholulo de Trump, sería el típico político al que Milei consideraría un “zurdo” proestatista que va en contra del libre comercio mundial.

Por eso, no se vislumbra aún cuál sería el beneficio para el país de que las fronteras estadounidenses se cierren más para los productos nacionales. Durante el primer Trump, con Macri en el gobierno (él sí tenía una relación amistosa que venía de años y de negocios compartidos), el comercio hacia aquel país se enfrentó a sus restricciones arancelarias.

¿Habrá un guiño de Trump al FMI, adicional al de la gestión Biden, para flexibilizar las condiciones de la deuda externa argentina? Si se diera, serviría al país.

La pregunta es si el mayor beneficiario será el propio Milei, a través de su posicionamiento dentro del multifacético y colorido colectivo llamado “nueva derecha”. O si será la sociedad argentina.

Ahora que la economía explota. La otra buena noticia de la semana fue financiera. El riesgo país descendió hasta los 850 puntos, el dólar se mantuvo estable, el Central compró US$ 450 millones en la semana y se blanquearon US$ 22.500 millones.

Ahora que los funcionarios, los opositores amigables y los medios oficialistas y paraoficialistas comienzan a exponer la teoría de que “la economía va a explotar” (para bien, se supone), ya no habrá lugar para los escépticos que se reían cuando Milei decía que le iban a dar el Nobel de Economía.

El prime time mileísta no halla palabras para describir la genialidad de haber terminado con el déficit de una forma “inteligente y sustentable”.

... Ahora que todo está bien... habrá que convencer a la mitad de la población que no la ve, de que todo está bien

Como no lo suelen repetir demasiado cuando lo explican, habrá que recordar que el ajuste incluye (según datos oficiales) una baja del 29% en las transferencias a universidades, un 6% menos de ayuda social, un 31,7% menos de remuneraciones, un 60% menos de transferencias corrientes a las provincias y un recorte del 19% en las jubilaciones. Entre otros ahorros “inteligentes y sustentables”, como el no pago de las deudas contraídas por el Estado.

Esta semana, los medios amigos también destacaron los últimos datos de la industria y de la construcción “que muestran una clara recuperación”, según titularon. En las notas, casi al final, aceptaban que la “clara recuperación” se refería a la comparación con el mes anterior, ya que frente a un año atrás la industria volvió a caer un 6,1% y la construcción un 24,8%.

La buena noticia interanual la dio la variación de las ventas pymes del 2,9% (el primer dato positivo del año de CAME), aunque en el acumulado el retroceso es del 13,2%.  

En cambio, las cadenas de supermercados indican que en octubre se repetirán los malos números interanuales de septiembre, que marcó una caída del 21%.

La baja interanual del empleo es del 2,2% (en el empleo privado es mayor: el 2,7%). Desde abril, incluso, subsiste una merma en el ritmo de contratación privada. Pero mientras los títulos informaban que los salarios recuperaron en septiembre 0,6 puntos sobre la inflación, las notas aclaraban que la variación interanual marca una pérdida de más de 12 puntos en el poder adquisitivo del salario promedio.

Ahora que todas son buenas noticias en la economía, Milei acaba de asegurar que “se terminó la recesión”.

Todos esperan que así sea. Aunque, por el momento, la comparación con el “annus horribilis” 2023 sigue dando más “horribilis” aún y el último informe REM del Central empeoró el anterior pronóstico de caída del PBI. Ahora da -3,6%. Unos 0,2 puntos más de recesión que en la proyección pasada. Vale recordar que la caída de este año es en comparación con un 2023 en el que la sequía le hizo perder al país US$ 20 mil millones.

Quizá, entonces, la economía no está tan bien como dicen, pero es probable que el próximo año el PBI sí ofrezca variaciones positivas. La comparación de cada mes va a ser sobre la base de este nuevo “annus horribilis maximus” 2024.

Sería muy difícil que dé todavía peor.

Ahora que Milei es fresco. Ahora que se empieza a aceptar que “Javier es como es”, también parece normal que los gobernadores radicales hayan ido a almorzar empanadas a la Casa Rosada después de que Milei tildara a Alfonsín de golpista y que sugiriera que Martín Lousteau, presidente del Comité Nacional de la UCR, podría ser el responsable del ataque que sufrió ese comité.

El encuentro tuvo lugar el martes y se extendió por más de dos horas. Participaron los gobernadores Alfredo Cornejo, Maximiliano Pullaro, Leandro Zdero, Gustavo Valdés y Carlos Sadir. Según las crónicas, fue un almuerzo cordial.

Cuando a la salida los periodistas preguntaron si habían hablado sobre el ataque al Comité Nacional y los dichos del Presidente, el gobernador Valdés respondió: “Venimos a trabajar sobre el futuro y no sobre el pasado”. Y cuando le preguntaron si Milei se había disculpado por el insulto a Alfonsín, justificó: “Es parte de la frescura de Milei”. Por su parte, Pullaro explicó: “Él (por Milei) tiene sus formas y nadie vino acá a pedirle una disculpa (…) fue una reunión para mirar al futuro”.

El empeño de los gobernadores por naturalizar a Milei y por “mirar hacia el futuro” guarda una relación directamente proporcional con lo que fueron a pedir: obras públicas para sus provincias y que el Estado les pague lo que les debe.

Ahora que ganó Trump, que terminó la recesión y que Milei no tiene rasgos autoritarios ni violentos, sino que son “parte de su frescura”. Ahora que se empieza a pasar del “hagamos de cuenta que todo esto es normal” al “todo esto es normal”. Ahora que todo está bien, esa mitad de la población que no la ve tiene la obligación de hacer un esfuerzo adicional de cordura.

Para no ceder a las presiones, para defender la racionalidad democrática, para no naturalizar la crueldad y para entender que hay otra mitad de la Argentina que tiene el derecho a la ilusión.

Porque ahora que todo está bien es necesario no olvidar todo lo que en realidad está tan mal.

Por Gustavo González / Perfil

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