El inesperado efecto de Netflix: ¿más visitas al cine?
En un mundo donde las plataformas de streaming parecen dominar cada vez más el panorama del entretenimiento, parece fácil asumir que las salas de cine tradicionales están en declive. Sin embargo, un interesante estudio en Information Systems Research, «Return of the movie night? Analyzing the impact of Netflix subscriptions on offline movie spending«, viene a demostrar, sobre datos del mercado surcoreano, que la cada vez más ubicua suscripción a Netflix y a servicios similares de video on demand podría estar, contrariamente a lo que sugiere la intuición, incentivando a más personas a acudir al cine más a menudo.
Según el estudio, que analiza datos de transacciones individuales, los usuarios, tras suscribirse a Netflix, tienden a aumentar su gasto en entradas de cine, una correlación que desafía la creencia común de que el streaming reemplaza a las experiencias offline.
¿Por qué sucede esto? Una posible explicación es que, aunque Netflix ofrece comodidad y una amplia selección de contenido, no puede replicar la experiencia social y sensorial asociada con ir al cine. La gran pantalla, el sonido envolvente y la emoción compartida con otros espectadores son aspectos que las plataformas digitales no pueden igualar. Este efecto, además, resulta ser especialmente notable entre los jóvenes y las personas con ingresos más bajos. Para ellos, el cine no es un simple entretenimiento, sino también una forma accesible de socialización y una vía de escape de la rutina diaria. De hecho, estudios previos han señalado la importancia de las experiencias compartidas en la satisfacción del consumidor.
Por otro lado, los exhibidores tradicionales se han adaptado ofreciendo experiencias que van más allá de la proyección de una película. Salas con tecnología IMAX, 4D y eventos especiales añaden cada vez más valor a la visita al cine. Algunos cines han incorporado también restaurantes, opciones gourmet, servicios VIP, servicios de restauración en sala más allá de las clásicas palomitas, y zonas de ocio, convirtiendo la salida en una experiencia cada vez más completa.
Por otro lado, las plataformas de streaming han comenzado a explorar colaboraciones con cines para estrenos simultáneos o eventos especiales. Netflix, por ejemplo, ha llevado algunas de sus producciones originales a la gran pantalla, reconociendo el valor único que aporta el cine tradicional. Un caso destacado es el estreno de «El Irlandés» de Martin Scorsese, que tuvo una proyección limitada en cines antes de su lanzamiento en la plataforma, una estrategia que se ha repetido ya en múltiples ocasiones.
Este tipo de correlaciones parecen indicar que no estamos ante una competencia directa entre lo digital y lo tradicional, sino ante una coexistencia donde ambos formatos pueden complementarse. Las plataformas de streaming pueden despertar el interés por cierto tipo de contenido, que luego los usuarios, en muchos casos, desean experimentar en el cine. Para la industria cinematográfica, esto representa una oportunidad. Entender que el público busca experiencias que van más allá de simplemente ver una película puede impulsar innovaciones y mejoras en el servicio ofrecido. Y para las plataformas de streaming, colaborar con las salas de cine puede abrir nuevas vías de distribución y promoción.
Todo sugiere que el comportamiento del consumidor es bastante más complejo de lo que aparenta, y que la tecnología no siempre reemplaza a lo tradicional, sino que en ocasiones, puede llegar incluso a potenciarlo. Que tanto las empresas como los creadores de contenido reconozcan y se adapten a estas dinámicas cambiantes puede ser fundamental para aspirar a satisfacer las diversas necesidades del público, y para aspirar a mantener elementos de referencia cultural que han resistido muchas décadas y que pueden, posiblemente, seguir perpetuándose en generaciones sucesivas.
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