En la segunda etapa del plan de Milei, crece la tensión de aliados con el Gobierno

Actualidad - Nacional19 de julio de 2024
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Las acusaciones oficialistas contra Mauricio Macri parecieron quedar freezadas. Después de que el ecosistema mileista saliera con los tapones de punta contra el ex presidente, se bajó un poco la espuma. El Gobierno coqueteó con una guerra propia de la casta, ostentando el monopolio de las quejas públicas. El PRO optó por no gritar abiertamente, sino marcar la cancha política. Su juego es más subterráneo, pero logró anticipar la pelea electoral que el ala dura del gobierno quiso evitar hasta el momento. 

En medio de ese torbellino, Javier Milei no se atrevió a quitarle la subsecretaría de Deportes al PRO mientras que en el Congreso se confirmaron conversaciones entre Cristian Ritondo y Oscar Zago, del MIR, para juntar voluntades y actuar en conjunto en un posible interbloque. La decisión será de cada bloque, pero Ritondo y Zago se conocen hace mucho: "Coincidimos muchas de las miradas, es una de las posibilidades que nos haría agrandar a nosotros dentro del Congreso", lanzó el jefe del bloque macrista.

Los amarillos se mostraron firmes frente al Gobierno, aunque comparten el rumbo económico. Como en otros ámbitos, la pelea es enormemente simbólica y los macristas guardaron las formas, evitando cualquier tipo de agresión pública al oficialismo. “¿Escuchaste a alguien de PRO agrediendo a alguien de otro partido? ¿O es al revés?”, se preguntó alguien que conoce a Mauricio. 

La observación no es menor. El PRO de Macri no echa (los casos de Patricia Bullrich o del partido en Buenos Aires son bastante claros), y tampoco pelea. No quiere ser responsable de un fracaso ni de una batalla estéril para un año no electoral. Los amarillos empujan: a la ministra para que rompa (ya armó líneas internas) y al Gobierno para que se embarre en casta. 

Cuando estalló la guerra entre Mauricio y Patricia en Buenos Aires, el bullrichismo conversó con el presidente y quedaron en no levantar polvo para no ensuciarse con problemáticas propias de la política. Duró poco, ya que la batalla por cargos quedó explicitada desde filas libertarias, sin contestación macrista. Fue Agustín Romo el encargado de llevar al oficialismo a una tierra desconocida.

Este tipo de discusiones, interpretó una fuente que conoce los pormenores del PRO, no le juega a favor al gobierno porque la gente no la está pasando bien y tanto Patricia como Javier Milei tienen que ocuparse de gobernar, no de pujar por cargos, posiciones y boletas electorales.

El macrismo prefirió marcar esas falencias. Tanto, por lo bajo, desde el entorno de Macri como públicamente en voz del diputado Martín Yeza, se le recomendó a la ministra mileísta y ex presidenta del PRO que se concentre en lo que le compete, que es la gestión en seguridad. Los amarillos, en vez de subirse al ring propuesto por los libertarios, apostaron por hacer sentir su poder.

Mauricio quiere que Milei se de cuenta que necesita del PRO para poder avanzar. Aún teniendo una excelente elección el año que viene, los amarillos serán clave para el gobierno. Por eso, está dispuesto a tensionar un poco y, sin proyectos de peso económico, ya se marcaron diferencias. En reuniones de este jueves, tanto en Casa Rosada como en el Congreso, se propusieron caminos propios pero coincidentes con LLA.

 
Ritondo fue bastante claro cuando marcó la estrategia: el partido no quiso mezclar el debate de la Ley Bases con otros proyectos pero, terminado el trámite, ahora sí puede hacerlo y surgieron algunas diferencias: que, según sostuvo el jefe de bloque amarillo, tomó el gobierno para achicar distancias. Los macristas no quieren eliminar las PASO, sino hacerlas optativas. Tampoco quieren bajar la edad para habilitar el sufragio opcional. Para los dialoguistas lo ideal sería que el Senado el que avance con el tratamiento de la Boleta Única en Papel.

Este instrumento, entienden los dialoguistas en Diputados, es suficiente para colaborar con el ahorro del Estado en materia electoral, sin necesidad de eliminar las PASO. 

Según enumeró Ritondo luego de la reunión con el gobierno, hay un rumbo parecido con el gobierno y voluntad para tratar este año boleta única en papel, ficha limpia, las Primarias Abiertas y Simultáneas (no obligatorias), financiamiento de partidos políticos, votos argentinos al exterior, publicidad en campañas, y modificaciones sobre elecciones partidarias. También, algunas iniciativas de otros aliados.

Oscar Agost Carreño, de Hacemos Coalición Federal, presentó dos proyectos sobre esta materia. Uno, para que el vice pueda ser elegido después de las PASO, 48 horas después de la proclamación al candidato a presidente, y otro para que la afiliación pueda ser enteramente remota y digital. 

Agost Carreño y Miguel Ángel Pichetto son dos figuras de Hacemos Coalición Federal de diálogo con el gobierno pero, en este y otros bloques, crece el malestar con la conducción de Diputados. Martín Menem tiene vínculo directo con Karina Milei, que está con la misión de generar el armado libertario en las provincias, por lo tanto de impacto directo sobre los gobernadores.

Lo que hizo estallar el escándalo en Hacemos fue la conformación de la comisión bicameral de inteligencia. Gracias a un acuerdo con la Coalición Cívica e Innovación Federal, llegó a 31 firmas reconocidas por Menem para lograr una silla allí. Para ese lugar se propuso a Emilio Monzó, así como sucedió con Nicolás Massot en la bicameral de DNU. Pero, en este caso, eso no sucedió.

Tras una convocatoria de Menem el martes feriado 9 de julio, durante la semifinal de la Copa América que jugó la Argentina, apareció un diputado libertario en lugar de Monzó. De este modo, el jefe de diputados inclinó la cancha en favor de su espacio, dándole dos sillas en vez de una, que es la que le corresponde por sistema D'hondt. Por matemática y acuerdo político, si no le dan el espacio a Hacemos, le corresponde a Unión por la Patria, no al gobierno.

La bicameral de inteligencia fue convocada ese día a los apuros, después de que en Casa Rosada se enteraran de dos denuncias contra el oficialismo, una bajo el nombre de Bullrich y otra bajo el de Milei. Como no se eligieron las nuevas autoridades, las viejas siguen activas y Leopoldo Moreau continúa como presidente. Con ese rol, se planteó que el diputado peronista tomó testimonio a personas apresadas en la represión del 12 de junio y que denunciaron a la ministra de Seguridad por maltratos en la cárcel.

Ante esta situación, conocida por el asesor todopoderoso Santiago Caputo, Menem avanzó. El hombre de confianza de los Milei y Bullrich no quieren a Monzó en esa comisión por ciertas desconfianzas. Buscan blindarla con nombres propios: LLA, el PRO y la UCR. Frente al enojo pichettista, Menem le ofreció a Monzó la presidencia de otra comisión bicameral, pero el diputado de Hacemos no aceptó. Quiere que se cumplan los acuerdos políticos, algo que ya se demostró no suelen practicar.

Por estos episodios repetidos, el malestar con Martín Menem es cada vez más grande en el Congreso. No es una persona que se haya mostrado resolutiva, sino más bien generadora de frustraciones. Así como algunas figuras funcionaron de contención, hasta el momento, para marcar críticas pero votar a favor, ahora podrían estar para votar en contra.

A futuro, la pregunta es si Menem logrará conseguir votos, cuando le llegue el momento, para renovar como autoridad de la Cámara o si los distintos bloques opositores podrían unir fuerzas para solucionar los destratos de estos meses.

Por Carla Pelliza / El Destape

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