El punto de inflexión de la etapa

Actualidad 16 de abril de 2024
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La Política doméstica y el contexto internacional

Sería un grave error escindir las últimas decisiones de Milei y la aceleración de estas del contexto internacional.

Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) acaban de ampliarse con la integración de dos países africanos, Egipto y Etiopía, y dos países de Asia, exportadores de petróleo de primer orden como Irán y Emiratos Árabes. A partir del 1° de enero, la Argentina debía incorporarse para fortalecer junto a Brasil la presencia de América Latina.

Ellos acumulan hoy un PBI que supera en un tercio el de los países del G-7, los más desarrollados del capitalismo financiero globalizado. Además, encabezan la producción de nuevas tecnologías y nuevos materiales, de trenes de alta velocidad, automotores a base de energías limpias, el registro de derechos de propiedad intelectual, la graduación de profesionales en ciencias duras aplicadas al avance tecnológico, la tecnología de quinta generación, los acuerdos comerciales y de inversión. Es decir, constituyen el bloque de naciones que está en ascenso en el mundo.

A partir de ello, también han adquirido mayor capacidad para estabilizar políticamente áreas muy conflictivas del planeta como el Asia Central, lo cual es otra demostración de la pérdida de hegemonía del eje nor-atlántico.

Y están ofreciendo al mundo nuevas instituciones financieras, comerciales y de fomento al desarrollo polimodal como la Franja y la Ruta de la Seda, el Banco BRICS, el Banco de Inversión en Infraestructura, la Organización para la Cooperación de Shanghái. Y la posibilidad de abonar los contratos del comercio internacional con un mayor componente de monedas locales.

Quien no quiera ver esto, es porque no está dispuesto a quitarse la venda de sus ojos. Esta tendencia es un dato de la realidad y es irreversible. No verlo es sostener una postura anacrónica, que, en este caso sí, nos aislaría de la parte del mundo en ascenso.

En este marco, América Latina está ante una oportunidad excepcional de constituirse en un bloque autónomo y poderoso. El pre-requisito es la integración y la unidad.

El capitalismo financiero globalizado, que ha llevado al mundo a los actuales niveles de desigualdad, a la catástrofe climática y a la multiplicación de las guerras, ante la pérdida de su hegemonía en el resto del mundo, se aferra a su retaguardia que es América Latina y trata de endurecer sobre nuestro continente sus mecanismos de control.  

De aquí que, la decisión de Milei y del presidente de Ecuador de enfrentarse con los países hermanos de la región, es parte de la estrategia pro-imperialista de despedazar la unidad latinoamericana. Al contrario de lo que debiera hacer una Nación soberana, asumen actitudes de vasallaje neo-colonial.

Lacayo del imperio  

En este marco se inscriben las visitas del secretario de Estado Antony Blinken, del jefe de la CIA William Burns, de la jefa del Comando Sur Laura Richardson y del cuerpo de ingenieros del ejército estadounidense para el control de la vía troncal de nuestro Río Paraná.

Y, en el mismo sentido, los viajes de Milei para sellar a fuego su subordinación a dos de los soportes fundamentales del sistema financiero que está depredando al planeta y a la Humanidad, los gobiernos de EE. UU. y de Israel.

El primero de ellos, EE. UU., enfrenta, en pleno año electoral, el dilema de no poder sostener financieramente los conflictos bélicos en Ucrania y en Medio Oriente, a menos que incremente sustantivamente el volumen de su aparato militar industrial y el complejo armamentista. Y, pese a las diferencias que ostensiblemente tienen respecto de la política interna de los EE. UU., ni el candidato republicano ni el demócrata son capaces de detener la colosal e inmoral arrogancia del capital financiero expresado en los grandes monopolios privados.

Grandes jugadores globales a quienes lisa y llanamente molesta la existencia del Estado, y por lo tanto buscan terminar con él. Ese es el proyecto del cual Milei es uno de sus utensilios.  

Y el segundo, el gobierno de Israel, portador de la denigración ética más contundente como es ser acosado por toda la comunidad internacional por los crímenes que comete en Gaza.

Con estos dos Estados, en pleno declive económico y moral respectivamente, es con quienes está alineado incondicionalmente el presidente argentino. Lo cual lo hace responsable de las graves consecuencias que acarrea el alejamiento de Brasil, de otros Estados hermanos de América Latina y del bloque de poder asiático en ascenso.

Como si esto no fuera suficiente, se involucra en la guerra en Ucrania, procura ingresar a la OTAN como socio global y reitera su voluntad de desplazar la embajada argentina en Israel a Jerusalén. Alinearse incondicionalmente a uno de los contendientes en la zona de Medio Oriente, cuando Irán promete represalias a Israel por el bombardeo de su sede diplomática en Siria y los iraníes acaban de ser condenados por la justicia argentina en el juicio de la AMIA, aparece como una decisión de riesgo para los intereses de la Argentina, que aspira a la paz como uno de sus valores superiores.

javier-milei-junto-a-laura-richardson-en-IEH6FAGIJFAAHOJKD7N5TWIMFU Javier Milei en Ushuaia junto a Laura Richardson
 

La entrega de Malvinas

Ante la visita de Laura Richardson, Milei definió la construcción de una base militar conjunta con los EE. UU. en Ushuaia como el acto de soberanía más importante de los últimos 40 años para nuestra soberanía en Malvinas.

La presencia militar de los EE. UU., es decir la OTAN, en Ushuaia, es inadmisible, cuando es la propia OTAN quien usurpa nuestro territorio en las Islas del Sur y sus mares circundantes.

En ese sentido, utiliza el mismo trágico y penoso razonamiento que la Dictadura: pensar que una relación de pleitesía con los EE. UU. nos puede favorecer en la disputa de soberanía, cuando, en realidad, es la peor señal de neocolonialismo en medio de una disputa anti-colonial. En aquel momento, nuestro país también estaba alineado con los EE. UU. en su afán de detener al comunismo, y sin embargo aquel país le brindó toda la logística a la Armada Real durante la guerra, incluso la detección del Crucero General Belgrano para su hundimiento, cuando se encontraba fuera de la zona de combate.

El compromiso estratégico que los EE. UU. tienen con el Reino Unido en materia financiera, sus acuerdos en la guerra en Ucrania, sus pactos en el Pacífico para la defensa de Taiwán y para contener la expansión de China, son tanto más duraderos y consistentes que el montaje entre Milei y Richardson, que no resisten comparación.

Está claro cuál de las dos relaciones de los EE. UU. es estratégica, y cuál de ellas es la de un lacayo del poder del imperio.

Por último, creo que la estrecha relación entre los hechos de política interna y el contexto internacional, debiera ser materia de un abordaje mucho más profundo de parte de nuestro sistema educativo. Hoy día, lo doméstico y lo internacional son dimensiones inescindibles.

Corolario

El proyecto está claro: entrega del Estado y de sus resortes estratégicos, saqueo de los recursos naturales y apropiación de su renta por los grandes monopolios privados. Para ello hay que militarizar la sociedad, porque en la medida que un Estado se desentiende de la cuestión económica y social, más debe reforzar su aparato represivo.

La aspiración oficial de hacer converger las políticas se seguridad interior y defensa nacional, recae inevitablemente en la reedición del concepto de Seguridad Nacional de la Dictadura. Es decir, el enemigo es el enemigo interno.

Si el objetivo es erradicar al colectivismo, el comunismo y el populismo, es natural que deba reprimirse a los estudiantes, empleados estatales y jubilados que se manifiestan por sus derechos elementales, porque desde la perspectiva oficial no se trata de derechos –“la justicia social es una aberración”- sino de reclamos populistas y demagógicos, que sólo han servido a los privilegios y negocios de la llamada casta política. Estos legítimos actores sociales son su enemigo interno de esta etapa.

Se trata, además, de un modelo que busca degradar la organización del trabajo y la vida familiar, el tejido productivo y hasta el propio lenguaje; un modelo que persigue la psicosis social a través de un discurso dislocado; un gobierno que odia el diálogo y denigra la diversidad en todos sus aspectos, en lugar de reconocerla y relacionarse con ella.

Un modelo que empobrece se convierte en la antítesis de la libertad que proclama, porque la pobreza acerca a la servidumbre, no a la libertad. Un modelo inhumano y anti-social no es un modelo democrático.

La legitimidad de origen, consagrada por el voto popular, no es suficiente, como ya lo reconociera el propio Papa Francisco. La legitimidad es un atributo de la convivencia cuyo ritmo de construcción es permanente. Por lo tanto, cuando las instituciones de ese modelo pierden legitimidad y dejan de ser democráticas, es aquella misma voluntad popular, expresada pacífica y multitudinariamente en las calles, quien re-institucionaliza a la democracia, quien re-constituye la legitimidad.

El empobrecimiento colectivo, la deshumanización, el desprecio por las personas que necesitan del Estado y de la comunidad es lo no-democrático. Y la ocupación masiva y pertinaz del espacio público lo que re-democratiza.

Todo lo que está sucediendo es demasiado grave, demasiado destructivo y perentorio, como para que nosotros nos limitemos a enumerar el listado de atrocidades. El deber principal de la política -incluidos sindicatos, movimientos sociales, estudiantes- es converger con la creciente intolerancia del pueblo, las y los trabajadores y las clases medias, para edificar cuanto antes el punto de inflexión de la presente etapa.

El ¿Hacia dónde?, en una próxima nota.   

 

Por Carlos Raimundi / La Tecl@ Eñe)

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