América Latina, Inteligencia Artificial, y poder

Recursos Humanos 13 de marzo de 2024
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La inteligencia artificial (IA) es una teoría, y sostiene que un aparato podría desarrollar funciones cognitivas propias del ser humano como razonar, conversar, y hasta simular conciencia de sí mismo. Su verosimilitud cambió cuando el poder de cómputo comenzó a resolver los algoritmos de Deep Learning, y fue posible para la máquina conversar, aprender, y razonar. El promteo, o la instrucción a un vehículo no piloteado son el input a partir del cual un artefacto electrónico activa una inédita capacidad de cálculos estadísticos que generan respuestas correctas, una conversación coherente, anticipan los precios de mercado, predicen el clima, o “ven” el camino correcto.

Los grandes modelos generativos de IA controlarán buscadores de internet, plataformas de red, y redes sociales. Definirán tránsito vehicular, redes eléctricas, y cadenas de suministros. La medicina está viviendo una revolución de la magnitud del comienzo de la farmacología. Casi no queda disciplina fuera de la IA.

Pero la IA nos permea de una forma larvada mediante las plataformas de red; comienza a conocer nuestros hábitos, gustos, e inclinaciones, y luego decide nuestros itinerarios, la información a que accedemos, con qué nos entretenemos, con quienes interactuamos en redes sociales, y las conversaciones que sostenemos. Sobre esto no tenemos control alguno, y la mayoría de los gobiernos no tienen control en absoluto. Un algoritmo desarrollado en una empresa tecnológica gigante crea fenómenos sociales transnacionales nunca vistos. La NATO comienza a hablar de “guerra cognitiva”. No hay esfuerzo regulatorio capaz de controlar a la IA debido a su eficiencia. No usarla significará quedar fuera de cualquier industria, actividad social, o carrera laboral.

Privilegio de algunos
Pero estos sistemas son extremadamente costosos y difíciles de entender y desarrollar. En el mundo hay pocas computadoras capaces de competir con los grandes modelos generativos de OpenAI (ChatGPT) o DeepMind (Gemini), entre unos pocos más. Estos grandes modelos se entrenan con 30 a 1.000 veces mayor poder de cómputo que los otros. Y son tan complejos que es muy difícil saber cómo funcionan, y sus dueños emplean a miles de ingenieros y expertos en matemáticas e informática a una escala imposible de emular. Aproximadamente 80% de la investigación en IA en el mundo se origina en industrias privadas y solo 20% parte de centros académicos. En USA se invierten actualmente 140 mil millones de dólares anuales en IA, mil veces más que Brasil y diez mil veces superior a la Argentina. Asistimos a un nuevo poder, quizás el más grande jamás inventado, y reservado a unas pocas empresas y dos o tres países.

América Latina y la Inteligencia Artificial
 
Fuera de algunas respetables iniciativas, circunscriptas a algún tipo de problema o campo de acción, hoy no existe ningún gran modelo generalizado de IA generativa radicado en América Latina. Necesitaríamos grandes cantidades de científicos en IA e ingente inversión, como ya se discutió. Según el Center for Security and Emerging Technology la Argentina había publicado hasta 2021 unos 454 estudios académicos internacionales sobre IA, Chile 768, Brasil 4.875, Estados Unidos 61.823, y China 177.078. Hasta el mes pasado el mismo informe contaba más de 9.000 compañías dedicadas a IA en Estados Unidos, 2.000 en China, unas 300 en Brasil, y 32 en la Argentina.

Un recurso crítico son los expertos en computación o matemáticas con doctorado en IA. Para esto hace falta un país muy educado en matemáticas. Excepto Brasil, hoy entre los primeros 20 países en las olimpiadas mundiales de matemáticas, el resto de la región ranquea por debajo de los países desarrollados (Argentina es número 35). En las pruebas PISA 2022 las matemáticas son lideradas por China, Singapur, Estonia, y Corea del Sur; los países de América Latina están muy por debajo del promedio de la OCDE.

Sin inversión y recurso humano el futuro de la IA en América Latina es ominoso. Y sin desarrollo propio será imposible ejercer ningún control sobre la IA. Henry Kissinger advertía que la inacción en el desarrollo de IA relegaría a la intrascendencia a los países, como remarcan Sam Altman de OpenAI o Jen-Hsun Huang de NVIDIA(r).

Plan de Acción para las Américas
Debe aumentarse la inversión en IA, aunque este camino es demasiado cuesta arriba. Debe competirse entonces creando talento y desarrollando grandes modelos de IA generativa en otro ecosistema.

Respecto de las matemáticas, debemos comenzar por la escuela. Hay experiencias exitosas de planes nacionales de mejora en matemáticas en Singapur, Finlandia, China, y Japón, hoy materializadas en elevados puntajes en las pruebas de evaluación educativa. En la región destaca Chile. Programas efectivos son una urgencia impostergable en tiempos de la IA. Y representan una exigencia mayor para los docentes.

Además, necesitamos un proyecto democrático, diverso, e inclusivo de IA. Una posibilidad sería un gran modelo de IA generativa latinoamericano, asentado y sostenido por un consorcio regional de universidades e institutos dedicados a matemáticas, ciencias de la computación, física, y toda disciplina universitaria que quiera involucrarse en el entrenamiento y desarrollo de aplicaciones basadas en IA. Cada universidad e institución podría aportar capacidad de cómputo para correr el modelo, escalando rápidamente las capacidades regionales, lo cual podría ser enriquecido con aportes de las supercomputadoras existentes en cada uno de los países. El proyecto permitiría generar algoritmos transparentes, públicos, basados en investigación académica, y situados social y culturalmente en la región. La salud podría ser un punto de partida, con un modelo de ayuda a la toma de decisiones en atención primaria, de vigilancia epidemiológica, y de optimización de los recursos sanitarios. Desarrollos educativos en matemáticas, ciencias, e idiomas, sería otra iniciativa. Eventualmente el sistema podría integrarse a las plataformas de gobierno digital de los países de la región.

Lo cierto es que debemos ser creativos, colaborativos, y arraigados en nuestros valores, para encontrar nuestro lugar en un nuevo mundo donde la única manera de controlar el poder de la IA será dividiéndolo, haciendo surgir múltiples iniciativas, y democratizando su conocimiento. América Latina debe afrontar el futuro, y solo puede hacerlo colaborativamente.

Nota:infobae.com

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