¿Las personas que hablan rápido tienen mejor salud cerebral?

Actualidad 04 de marzo de 2024
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La comunicación oral, esa capacidad aparentemente sencilla y cotidiana que tiene el ser humano, es en realidad el resultado de un proceso cerebral complejo y detallado. Cada vez que una persona decide expresar una idea, su cerebro debe ejecutar una serie de pasos cognitivos minuciosamente coordinados. Esta dinámica abarca desde la concepción de las palabras, pasando por la planificación de los movimientos articulatorios, hasta la ejecución de las vocalizaciones correspondientes.

Recientemente, la ciencia profundizó en la mecánica del habla, no solo para entender mejor cómo funciona, sino también para investigar qué información nos puede revelar sobre la salud cerebral.  
 
Un estudio realizado por Baycrest -un centro académico de ciencias de la salud que brinda atención para adultos mayores- y la Universidad de Toronto, en Canadá, arrojó luz sobre un aspecto crucial del envejecimiento y el deterioro cognitivo. Según los autores, contrario a lo que muchos podrían pensar, no es la dificultad para encontrar palabras durante una conversación lo que debería preocuparnos, sino más bien la velocidad al hablar. El trabajo fue publicado en la revista Aging, Neuropsychology, and Cognition.

En un comunicado emitido por Bacyrest, los autores remarcaron que el estudio “muestra que hablar más rápido estaría relacionado con una mejor salud cerebral a medida que envejecemos”.

Asimismo, el doctor Jed Meltzer uno de los autores, subrayó: “Nuestros resultados indican que los cambios en la velocidad general del habla pueden reflejar cambios en el cerebro. Esto sugiere que la velocidad del habla debería evaluarse como parte de las evaluaciones cognitivas estándar para ayudar a los médicos a detectar el deterioro cognitivo más rápido y ayudar a los adultos mayores a mantener su salud cerebral a medida que envejecen”.

Para llegar a estas conclusiones, el estudio convocó a 125 voluntarios de un amplio rango de edad, desde los 18 hasta los 90 años. Estos participantes realizaron pruebas diseñadas meticulosamente para evaluar sus habilidades lingüísticas y cognitivas. Una de estas pruebas consistía en un juego de nombrar imágenes, durante el cual tenían que identificar y nombrar fotos mientras intentaban ignorar distracciones auditivas.

Adicionalmente, los participantes fueron grabados mientras describían imágenes complejas. Este material fue posteriormente analizado con el uso de un software de inteligencia artificial. Dicha tecnología permitió evaluar con precisión tanto la velocidad del habla de los participantes como las pausas que hacían al hablar.

Indicadores de salud cerebral
Según el hallazgo, uno de los principales indicadores de salud cerebral no resultó ser el tiempo dedicado a buscar palabras durante las pausas, sino más bien la velocidad con la que se habla durante esos intervalos. Así, una mayor velocidad al hablar podría indicar una mejor salud cerebral. De todos modos, los investigadores apuntan a realizar estudios longitudinales, evaluando a un mismo grupo de participantes a lo largo de varios años y confirmar, así, esta perspectiva.

El estudio en cuestión también incluyó pruebas estándar de evaluación cognitiva, focalizándose en la función ejecutiva. Esta es una capacidad crítica que decrece con la edad y está vinculada al riesgo de demencia, de acuerdo a los autores. Involucra la habilidad para manejar información contradictoria, mantenerse enfocado y evitar distracciones.

Aunque era previsible observar un deterioro en diversas habilidades cognitivas con el avance de la edad, los investigadores se sorprendieron al notar que la disminución en la habilidad para reconocer imágenes y recordar sus nombres no afectaba otras capacidades mentales. Es que no fue la frecuencia ni la duración de las pausas para encontrar palabras lo que se relacionó con una disminución en la salud del cerebro. Más bien, lo que demostró tener una conexión más fuerte con la salud cerebral fue la velocidad global del habla, incluso cuando esta estaba interrumpida.

Infobae analizó estos resultados con el neurólogo Alejandro Andersson, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA). “Según el estudio, hablar más rápido podría ser una buena señal de buena salud a medida que envejecemos. Esto tiene que ver con que la velocidad del habla está asociada a la función ejecutiva del cerebro. Esto incluye habilidades como la capacidad de manejar información contradictoria, mantenerte concentrado y evitar distracciones. Cuando una persona habla rápido está demostrando una mayor capacidad para procesar y organizar sus pensamientos de manera eficiente. Esto sugiere un buen funcionamiento de las áreas del cerebro responsables del lenguaje y de la parte cognitiva, es decir de la memoria, entre otras cosas”, observó Andersson.

Y sumó: “Por otro lado, la dificultad para encontrar palabras o hacer pausas en el habla puede estar relacionada con problemas de estas áreas del cerebro. Es decir que la velocidad del habla claramente puede ser un indicador indirecto de la salud cerebral porque refleja la capacidad del cerebro para funcionar de manera rápida y eficiente en la comunicación verbal. Hay otros factores, de todos modos, que pueden alterar esto: los niveles de educación, cómo está emocionalmente la persona, entre otros”.

“La velocidad del habla es un indicador -según los autores del estudio- incluso más importante que la dificultad para encontrar palabras, que se llama anomia. Cuando se busca diagnosticar un deterioro cognitivo, este hallazgo permitiría mejorar la detección temprana y comenzar antes los tratamientos, además de obtener una mayor precisión del diagnóstico. También puede servir para seguir la progresión de una enfermedad porque es posible ir evaluando la velocidad del habla en diferentes momentos y, si vemos que se va a lentificando, se puede inferir que el deterioro continúa avanzando”, amplió Andersson.

“Aunque es normal que los adultos mayores experimenten una pausa al buscar palabras, la lentificación del habla en general -independientemente de las pausas- podría ser el indicador más importante de cambios en la salud del cerebro. Para llegar a esta conclusión los autores hicieron tres pruebas distintas en el estudio, una primera evaluación en la que nombraban las imágenes, una segunda evaluación con dos imágenes complejas y, finalmente, las pruebas estándar de las capacidades mentales”, dijo el neurólogo.

Por su parte, Hugo Valderrama, neurólogo y máster en neurociencias, le dijo a Infobae: “En otras palabras, lo que indica la hipótesis de este estudio es que es más grave el tiempo que tarda una persona en responder verbalmente que la cantidad de palabras que se olvida. Pero esto no quita que se deben evaluar ambas características de su lenguaje, que de hecho es una evaluación básica en los test cognitivos para diagnóstico desde hace muchos años”.

Para Valderrama, “no necesariamente la velocidad del habla indica por completo una mejor salud cerebral: si solo tenemos en cuenta esa cualidad de la velocidad de forma aislada, una persona puede tener una respuesta muy rápida y decir muchas palabras por minuto, pero con un discurso totalmente incoherente o una sintaxis errante. Por ejemplo, alguien con deterioro cognitivo u otras patologías como esquizofrenia, puede llegar a decir una cantidad de palabras por minuto muy elevada, con muy buena pronunciación, pero un discurso totalmente incoherente y fuera de la realidad”.

“De todos modos -siguió el neurólogo-, si la velocidad de reacción y expresión oral o escrita está dentro de los parámetros normales o inclusive elevada, y se mantiene en el tiempo junto a otras características, como fluidez, sintaxis, coherencia y capacidad de nominación, entonces sí, la capacidad del lenguaje suma como una de las características de un cerebro saludable. Pero es una de las muchas capacidades cognitivas, con lo cual, un cerebro no se puede determinar como saludable solo por esa capacidad”.

“Cuantos más eficientes los indicadores y criterios diagnósticos que se van descubriendo para un patología, mayor la probabilidad de un diagnóstico certero y temprano. En el caso de patologías como la enfermedad de Alzheimer, permiten iniciar antes los tratamientos, con el objetivo de enlentecer la velocidad de progresión, generar menor dependencia y conservar mayor calidad de vida”, completó Valderrama.

Otro profesional consultado por Infobae fue Germán Picciochi (MN 161114), médico especializado en psiquiatría, neuropsiquiatría y neurología cognitiva. “En los consultorios de asistencia en neurociencias cognitivas (psiquiatría, neurología o neuropsicología), una de las principales preocupaciones luego de las fallas en la memoria y la atención, son las fallas en la expresión verbal. ‘No me salen las palabras’; ‘No puedo recordar nombres propios’; ‘Cambio los nombres de las cosas’; son motivos de consulta relativamente frecuentes”, dijo el especialista.

Al tiempo que resaltó: “La comprensión, procesamiento y expresión lingüística se encuentran supeditadas a otras competencias como son la atención, memoria, procesamiento semántico, integración de información, función ejecutiva, procesamiento fonológico y funciones motoras entre otras. A su vez, cada una de estas funciones cerebrales se asocia anatómicamente con áreas y vías neuronales que se ven afectadas de forma variable según los procesos patológicos que una persona podría llegar a padecer”.

“Debido a los aportes de la fonoaudiología y la neuropsicología se ha logrado avanzar significativamente en el conocimiento de la fisiología del lenguaje. Popularmente lo concebimos como una capacidad única, pero en realidad es sumamente compleja y se encuentra conformada por una heterogeneidad de dominios cognitivos que la subyacen. Es un multidominio cognitivo y para su análisis, evaluación e interpretación diagnóstica, contamos con una compleja batería de valoraciones neurocognitivas. Esto nos permite correlacionar los resultados de funcionalidad en evaluaciones cognitivas con ciertas estructuras cerebrales específicas, lo que. cotejado con biomarcadores como las neuroimágenes, brinda una orientación sustantiva sobre el nivel de salud o enfermedad de las mismas”, consideró Picciochi.

Y cerró: “Por ejemplo; las pruebas de fluencia verbal semántica y fonológica son usadas para evaluar la capacidad de almacenamiento semántico, la habilidad de recuperación de la información y la indemnidad de las funciones ejecutivas. Ante este tipo de evaluaciones alteradas, podemos orientarnos diagnósticamente desde un problema afectivo a un cuadro demencial tipo Alzheimer. Gracias a la relación que hay entre los resultados de las pruebas cognitivas y los distintos procesos de las enfermedades neurodegenerativas, podemos obtener información objetiva sobre las posibilidades de que una persona padezca cierta enfermedad. Además, se trata de métodos diagnósticos no invasivos y de muy bajo costo, lo que mejora su alcance a nivel poblacional”.

Finalmente, Cynthia Zaiatz, jefa del departamento de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros, conversó con Infobae y postuló: “La salud del cerebro relacionada con el habla se trata desde hace tiempo. Cuanto más la persona se aleja de estar consciente o de hablar y de hacer sus cosas cotidianas, mayor es el deterioro cognitivo. A los jóvenes, por ejemplo, los ves activos en ese sentido”.

“Las personas tenemos neuroplasticidad y nos adaptamos al entorno, no es que el cerebro viene preparado y uno lo dirige así. Lo que dice el estudio es que con la edad se va deteriorando, y eso es normal. El hipotálamo, el hipocampo que es la memoria, si uno no los desarrolla, se deterioran y es algo cognitivamente normal. El habla, que está muy ligada al Área de Broca del cerebro, si uno no la desarrolla es como que alguien se quede callado sin hablar con nadie y sin hacer nada; por lo que va a ser más lenta y tendrá menos recursos”, detalló Zaiatz.

“Nosotros operamos a pacientes con tumores en el área de Broca, y uno hace un estudio mientras lo va operando. Lo despertamos al paciente y le pedimos que nos hable, mientras tiene la cabeza abierta, y ahí se observa que el área de Broca está muy ligada a los conocimientos. Si tenemos un paciente con un tumor en el área del habla, pierde el habla y puede perder la comprensión. Hay veces que pierden el habla y no pierden la comprensión. La memoria está íntimamente ligada con las áreas del habla. Eso no significa, como dice el estudio, que una persona que pierda el habla deja de comprender o es menos astuta”, cerró la experta.

Nota:infobae.com

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