El Twitero iracundo y la casta saqueadora

12 de febrero de 2024
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Juegan a «primero yo» y después a «también yo» y a las «migas para mí» y cierran el juego. Porque ya saben que el tonto nunca puede oler al diablo, vida mía, ni si caga en su nariz.

Indio Solari, El tesoro de los inocentes.

 
La caída de la mega ley en la Cámara de Diputados desató la ira presidencial en plena gira místico-política por Israel y el Vaticano. Su viaje religioso no le impide proferir amenazas y escraches a dirigentes, diputados y gobernadores. En tanto, la doctrina de shock que anunció el presidente Javier Milei en su asunción ya está aquí. No hay alternativa, dijo, y empezó a crear el caos necesario para llevar adelante sus planes de demolición de la Argentina. La investigadora canadiense Naomi Klein describió este proceder de la ortodoxia neoliberal en su libro La doctrina del shock, el auge del capitalismo del desastre.

Apenas asumió, el twitero inició un ajuste feroz, cruel y ejecutado sin piedad. El DNU publicado en el Boletín Oficial confirmó el plan de aniquilamiento de derechos y la entrega demencial de los recursos naturales y los activos económicos y tecnológicos de la Argentina.

Inmediatamente comenzó la movilización popular y la resistencia de los trabajadores y organizaciones sociales. Varios amparos judiciales con fallos favorables detuvieron en parte la sangría programada, la inmensa movilización que generó el paro general demostró que hay una fuerte resistencia en marcha.

Las amenazas presidenciales de fundir a todas las provincias que se opongan a sus planes también comienzan a concretarse. La desregulación de los precios de transporte público y la quita de los subsidios es la primera medida presidencial de venganza contra los gobernadores, para desfinanciar a las provincias.

Ante el fracaso de la mega ley, no tardó en expresarse la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina (AmCham), una entidad que nuclea a 700 empresas de origen estadounidense que se desempeñan en la Argentina y describe su poder en nuestro país: emplean directamente a 420.000 personas y representan 42 rubros de la actividad económica, aportando el 24% del PBI, el 39% de la recaudación fiscal, el 35% de las importaciones y el 45% de las exportaciones de nuestro país. En un comunicado en que llaman “nuestro país” a la Argentina advierten que “Es un momento de inflexión donde necesitamos de líderes políticos que promuevan la transformación profunda de la Argentina hacia un modelo de país viable. Instamos a que estos liderazgos estén a la altura de las circunstancias.” Pareciera que un país viable, para ellos, es un país hambreado y desquiciado.

El nuevo gobierno logró en pocos días que la incertidumbre se convierta en angustia, miedo o depresión: ir a comprar alimentos o medicamentos se tornó devastador. El aumento de los combustibles redujo de manera drástica la cantidad de vehículos que circulan, las ventas en comercios caen en picada, la recesión ya se inició. Alta inflación y recesión, el combo maldito para los pueblos. “Todavía hay más” amenazó Milei con una sonrisa socarrona. Sadismo, cinismo y desprecio contra el pueblo.

¿Dónde hay un mango viejo Gómez? Algunos analistas económicos calculan que cuando se apliquen los aumentos a las tarifas de luz, gas y agua, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones puede rondar el 50%. También auguran una nueva devaluación de la moneda.

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Para defender el DNU inconstitucional y llevar adelante el desguace económico de la Argentina la herramienta que dispusieron como prioritaria es un protocolo antipiquetes, también inconstitucional. La represión de la protesta social para disciplinar al pueblo parece el camino elegido nuevamente.

En 1977, un año después del golpe de Estado, Rodolfo Walsh denunció el proceder económico de la última dictadura genocida: “En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar.”

Walsh fue asesinado por la dictadura el 25 de marzo de 1977 mientras distribuía las copias para hacer pública su Carta abierta a la Junta Militar. En ella describió los mecanismos que utilizaron los genocidas: “Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9%. Prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.”

“Los resultados de esa política han sido fulminantes”, continúa Walsh. “En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares (…) Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete.”

Los mecanismos represivos se van sofisticando: gas pimienta, balas de goma, reconocimiento facial, monitoreo con cámaras de seguridad, armado de causas judiciales, desfinanciamiento e intervención de sindicatos y criminalización de la protesta, son algunos elementos del combo actual. El falseamiento de la historia de las luchas populares, el desprestigio político, la manipulación masiva llenan otros casilleros.

“Otra razón para recordar la historia de la lucha social es que nos dice algo muy importante” expresa Naomi Klein a un auditorio sobre el final del documental basado en su libro La Doctrina del Shock: “Nos enseña que si queremos políticas contra la crisis, que hagan de este mundo un sitio más sano, justo y pacífico, tendremos que salir ahí afuera y obligarlos.”

Por Rubén Fernández Lisso * periodista 

(para La Tecl@ Eñe)

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