Energía eólica, mitos y estupideces

Actualidad 16 de enero de 2024
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Es, sin duda, una de las críticas más habituales a los parque eólicos: la supuestamente terrible mortalidad de aves que conllevan. De hecho, se ha llegado a plantear la demolición de instalaciones de explotación de energía eólica en determinados lugares, debido a la presencia de poblaciones de aves.

Ahora, un interesante estudio publicado en Environmental Science and Technology titulado «Quantifying the effects of energy infrastructure on bird populations and biodiversity« viene a demostrar de manera fehaciente que las palas de los aerogeneradores no suponen una amenaza real para las poblaciones de aves o murciélagos, y que en la práctica, toda explotación dedicada a la extracción o explotación de combustibles fósiles supone una amenaza para las aves cuantificable y muchísimo mayor. De hecho, no es posible encontrar evidencia alguna de declive de poblaciones de aves en zonas con abundancia de aerogeneradores, y sí lo es en zonas en las que se desarrollan explotaciones de fracking o en las inmediaciones de centrales térmicas.

Pese a lo fácil que puede ser hacer demagogia con los cadáveres de unas cuantas aves muertas recogidos al pie de un aerogenerador, la realidad y los datos rigurosos muestran que esos aerogeneradores, aunque en efecto puedan causar la muerte de algunas aves por colisión, no son para nada significativos: la evolución del clima, la pérdida de habitats naturales y hasta los gatos son amenazas muchísimo más importantes para las aves que los aerogeneradores.

De hecho, la mortalidad debida a colisiones se soluciona en gran medida a medida que pasa el tiempo y las aves aprenden a convivir con unos aerogeneradores que no son en absoluto agresivos con sus habitats, un fenómeno que ha sido comprobado tanto en parques eólicos terrestres como marinos, y puede además ser solucionado en gran medida con una solución de muy baja tecnología: simplemente pintando una de las tres aspas de aerogenerador en color negro.

Hablamos de mitos que no se sostienen científicamente, pero que son esgrimidos por algunos para oponerse sin sentido a uno de los cambios más importantes para el futuro de nuestro planeta: la descarbonización de la generación de energía. Pero no es el único: también está la estúpida idea de que «oh, dios mío, las palas de los aerogeneradores son enormes y no pueden reciclarse». En efecto, el reciclaje de la fibra de vidrio resulta complicado y, en muchos casos, las palas de los aerogeneradores, terminada su vida útil (que es de varias décadas), son enterradas o reutilizadas para otras infraestructuras.

Pero la severidad de ese tipo de problemas es absolutamente nula comparada con lo que supondría haber generado toda la energía que produjeron mediante combustibles fósiles, y además, cuando hay un problema, la tecnología siempre está ahí para proponer soluciones: de hecho, los aerogeneradores más recientes ya se construyen con materiales reciclables, y existen formas tanto de reciclar las palas antiguas como de generar una economía circular en su explotación. Pero claro, es mucho más sencillo chillar como histéricos contra cualquier cosa nueva y pretender falsamente que no soluciona nada. Pretender comparar los efectos de una tecnología que simplemente gira movida por el viento con una que se dedica a quemar sustancias nocivas es tan absolutamente estúpido, que clama al cielo.

¿Cuántos mitos y estupideces hay que soportar contra los cambios que nos llevan a un mundo mucho más limpio y más sostenible? ¿Cuánta demagogia barata sustentada por fotos escandalosas y por falsos ecologistas de salón carentes de evidencia científica? La energía eólica supone cada vez más una proporción creciente en los tejidos de generación de la mayoría de los países civilizados (una quinta parte de la generada en Europa ayer, sin ir más lejos), genera riqueza y puestos de trabajo, y sobre todo, es muy barata, lo que conlleva que esa proporción vaya a seguir creciendo a expensas de los incomparablemente más nocivos combustibles fósiles.

Por mucho que pretendan los imbéciles que afirman que matan pájaros, que las palas no son reciclables, que hacen mucho ruido o que son antiestéticos, no existe prácticamente ninguna razón lógica para oponerse a un parque eólico. Cuanto antes procedamos a desmentir científicamente los mitos y las estupideces asociados con las energías renovables, mucho mejor para todos.

Nota:https://www.enriquedans.com/

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