En un mundo cada vez más complejo, ¿es hora de nombrar un presidente de IA?

Actualidad 10 de enero de 2024
659c594a06d0b__822x460

En el ámbito de la ciencia ficción, los creadores exploraron a menudo el concepto de un presidente con inteligencia artificial. Sin embargo, con el avance de la tecnología, esta idea puede estar cada vez más cerca de convertirse en realidad. Pensemos en los problemas cada vez más complejos y fuertemente interconectados a los que se enfrentan los dirigentes de los países.

Además, reflexionemos sobre el creciente volumen de problemas y la velocidad de respuesta necesaria. ¿Sería un presidente con inteligencia artificial la respuesta? Analicemos las ventajas y los retos de tener una IA como presidente de un gran país.

Ventaja nº 1: Imparcialidad en la toma de decisiones
A la gente le suele preocupar quién puede estar influyendo en los líderes políticos y en las políticas que crean. Por lo tanto, una ventaja importante de un presidente de IA es su capacidad para tomar decisiones basadas en datos y lógica, libres de prejuicios personales o presiones políticas. A diferencia de los líderes humanos, una IA no se dejaría influir por las emociones, las relaciones personales o los incentivos económicos.

Esta imparcialidad podría conducir a decisiones políticas más objetivas y justas, centradas en el bien público. Por ejemplo, en política económica, un presidente con IA podría analizar grandes cantidades de datos para tomar decisiones informadas sobre política fiscal, acuerdos comerciales e impuestos, garantizando que las decisiones se toman por el bien común y no por conveniencia política.

Reto nº 1: Falta de juicio y empatía humanos
Por otro lado, una limitación crítica de un presidente de IA sería la ausencia de juicio y empatía humanos. La IA funciona con lógica y datos, y carece de la inteligencia emocional necesaria para comprender el aspecto humano de la toma de decisiones, especialmente en contextos sociopolíticos complejos. Por ejemplo, al responder a una tragedia nacional, una IA podría no proporcionar el apoyo emocional y la empatía que podría ofrecer un líder humano, lo que provocaría una desconexión con la población.

Ventaja nº 2: Resolución eficaz de problemas
Los sistemas de IA destacan en el procesamiento rápido de grandes volúmenes de información, así como en la identificación de patrones y soluciones que podrían eludir la observación humana. Por lo tanto, un presidente basado en la IA podría utilizar esta capacidad para abordar cuestiones nacionales e internacionales complejas con mayor eficacia y rapidez.

Además, también puede evaluar los impactos horizontales (impactos en otras áreas no asociadas directamente con el área focal) de una decisión política. Por ejemplo, durante una crisis como una catástrofe natural, un presidente de IA podría analizar rápidamente los datos entrantes de diversas fuentes, coordinar las respuestas de emergencia y asignar los recursos de forma óptima, lo que podría salvar vidas y minimizar los daños.

Además, puede evaluar las posibles repercusiones en las tasas de seguros, el impacto en el empleo, las necesidades actuales de salud mental, etc., y tenerlo en cuenta como parte de sus acciones generales de respuesta ante catástrofes.

Desafío nº 2: Diplomacia internacional
La diplomacia internacional requiere a menudo una comprensión matizada de las normas culturales, los contextos históricos y las emociones humanas. Una IA, con su enfoque basado en datos, podría tener dificultades en situaciones diplomáticas que requieren sutileza, tacto y un toque personal. Imaginemos que, durante unas negociaciones internacionales, un presidente de IA malinterpretara los matices culturales o no lograra establecer una relación personal con otros líderes mundiales, lo que podría dar lugar a un paso en falso diplomático o a unas relaciones tensas.

Ventaja nº 3: Transparencia y responsabilidad
En un mundo de giros políticos, a la gente le resulta difícil entender quién es el verdadero responsable de los efectos positivos o negativos de las políticas. Sin embargo, un presidente artificial podría actuar con un nivel de transparencia inalcanzable para los líderes humanos. Cada decisión podría registrarse, analizarse y explicarse en detalle, lo que aumentaría la confianza del público en el gobierno.

Además, los electores tendrían realmente un presidente en el que "la responsabilidad termina aquí". Considere la posibilidad de que, para cualquier política aplicada, la IA pueda proporcionar a los ciudadanos una explicación detallada de su proceso de toma de decisiones, incluidos los datos utilizados y los resultados previstos, mejorando así la comprensión y la confianza del público.

Reto 3: Posibilidad de sesgo en la programación
Mientras que las decisiones de un presidente de IA pueden ser transparentes, los datos de entrenamiento y las reglas de decisión proporcionadas al sistema de IA pueden no ser tan visibles. Los sistemas de IA son tan imparciales como los datos y algoritmos en los que se basan. Por lo tanto, existe un riesgo significativo de que un presidente de IA pueda perpetuar y amplificar los prejuicios existentes, dando lugar a políticas injustas y discriminatorias.

Por ejemplo, un presidente de IA podría aplicar políticas que discriminen inadvertidamente a ciertos grupos si su programación refleja los prejuicios sociales presentes en los datos con los que fue entrenado. Del mismo modo, un presidente de IA sería un objetivo de alto valor para los ciberataques. El riesgo de pirateo o manipulación podría tener consecuencias catastróficas, incluida la alteración de decisiones y políticas cruciales. Si actores malintencionados se hicieran con el control del presidente de IA, podrían manipular políticas nacionales o provocar conflictos internacionales, lo que supondría un importante riesgo para la seguridad.

Ventaja nº 4: Planificación a largo plazo
Por diversas razones, los líderes políticos humanos suelen centrarse en los beneficios a corto plazo, a veces a expensas del bienestar a largo plazo. Una IA, libre de las limitaciones de los ciclos electorales, podría dar prioridad a las estrategias a largo plazo, lo que podría conducir a políticas más sostenibles y con mayor visión de futuro. Por ejemplo, en política medioambiental, un presidente con IA podría aplicar estrategias de mitigación del cambio climático que fueran más allá de las consideraciones políticas inmediatas, centrándose en la sostenibilidad medioambiental a largo plazo.

Desafío nº 4: Dependencia de la tecnología y pérdida de competencias humanas
El uso tecnológico degrada la competencia humana en áreas automatizadas. ¿Cuántos números de teléfono recuerda la gente? ¿O es que la gente todavía sabe leer y crear una ruta manualmente en un mapa? Depender de una IA para las responsabilidades presidenciales podría llevar a una dependencia excesiva de la tecnología, erosionando potencialmente las habilidades políticas y de liderazgo humanas. En caso de fallos tecnológicos, esto podría dejar a un país vulnerable y desprevenido. Imaginemos que el sistema de IA experimenta un fallo o una interrupción. Podrían faltar líderes humanos cualificados preparados para intervenir y gestionar la crisis con eficacia.

Ventaja nº 5: Eliminación de la corrupción y el clientelismo
El liderazgo de la IA podría reducir significativamente, si no eliminar, la corrupción y el clientelismo en la política. Al no ser humano, un presidente de IA no sería susceptible a la corrupción, el nepotismo o el favoritismo, lo que llevaría a un gobierno más meritocrático y justo. Así, los nombramientos para cargos públicos y los contratos gubernamentales podrían concederse en función de criterios objetivos y métricas de rendimiento, en lugar de por conexiones políticas o contribuciones a campañas electorales.

Reto 5: Toma de decisiones éticas y morales
La IA carece de la capacidad de emitir juicios éticos y morales del mismo modo que los humanos. En situaciones que requieren un equilibrio de consideraciones éticas, una IA puede tener dificultades para sopesar dilemas morales complejos frente a resultados lógicos. Por ejemplo, a la hora de tomar decisiones sobre intervenciones militares, el presidente de una IA podría dar prioridad a los resultados estratégicos sobre las consideraciones éticas, como el impacto humanitario de dichas acciones. Así, un presidente de IA podría sobreponderar la necesidad de ganar (potencial a cualquier precio) sobre la vida humana.

Encontrar el equilibrio: ¿Asistente presidencial de la IA?
El concepto de un presidente de IA representa un cambio radical en nuestra forma de pensar sobre el liderazgo y la gobernanza. Aunque ofrece numerosas ventajas potenciales, como imparcialidad, eficiencia, transparencia, planificación a largo plazo y reducción de la corrupción, también plantea complejos retos éticos y prácticos. A medida que la tecnología de la IA sigue evolucionando, es crucial entablar debates informados sobre su posible papel en la gobernanza, garantizando que, si alguna vez se implanta, esté en consonancia con los objetivos más amplios de la sociedad y el bienestar humano.

Quizá la solución no sea sustituir a un presidente humano, sino complementarlo con un asistente presidencial de inteligencia artificial. De hecho, se emplearía una inteligencia híbrida: mejorar las capacidades humanas con las de las máquinas. Un presidente humano se apoyaría en el asistente presidencial de IA para realizar análisis objetivos y rápidos, recomendaciones basadas en la lógica y no en las encuestas y el clientelismo, y comprender las repercusiones a largo plazo y horizontales.

Sin embargo, el presidente humano conservaría y tomaría las decisiones políticas reales, garantizando que la empatía, la ética y otros factores humanos se incorporen al proceso de toma de decisiones. Como resultado, un presidente humano con un asistente presidencial de IA puede lograr el mejor equilibrio.

 

*Con información de Forbes US. 

Te puede interesar

Ultimas noticias

Suscríbete al newsletter para recibir periódicamente las novedades en tu email

                  02_AFARTE_Banner-300x250

--

                

Te puede interesar