Cómo reconocer a un verdadero líder
Entre las cualidades cruciales que podrían ayudar a distinguir a los auténticos líderes de aquellos que meramente ostentan una posición de liderazgo se encuentra el arte de saber escuchar.
Los verdaderos líderes entienden que el poder de la escucha supera con creces al de la palabra, por lo que fomentan un ambiente donde cada voz es escuchada y valorada. Esto no implica que solo se limitan a quedarse callados mientras otros hablan, sino que escuchan de forma activa, comprendiendo tanto el contenido literal como emocional de lo que se expresa.
Los falsos líderes, por su parte, tienden a acaparar la conversación, monopolizando la toma de decisiones y mostrando una clara falta de empatía hacia las perspectivas de los demás: en las reuniones, son los primeros en hablar y los últimos en escuchar.
Otra de las características de los lideres es que practican la curiosidad activa. Cuando se enfrentan a un problema o situación, los auténticos líderes no se apresuran en ofrecer respuestas, sino que despliegan una batería de preguntas astutas para comprender más profundamente el asunto.
Su objetivo es, no solo resolver el problema, sino también inspirar a su equipo a tomar decisiones de forma independiente y reflexiva. Por el contrario, los no líderes tienden a brindar respuestas preconcebidas sin siquiera considerar las opiniones de los demás, con un enfoque directo y que carece de la profundidad que la verdadera curiosidad proporciona.
La habilidad de discrepar es otra de las características del verdadero liderazgo, ya que estas personas son dueñas de sus opiniones y no temen estar en desacuerdo, ya sea con su equipo o con otras figuras de autoridad. Son personas directas y transparentes en su comunicación, y se basan en hechos y resultados en lugar de preocuparse por las relaciones sociales o favoritismos, sabiendo que el desacuerdo es parte natural de cualquier proceso creativo y de toma de decisiones.
Los falsos líderes, en cambio, introducen política y artimañas en la toma de decisiones, oscureciendo el proceso y priorizando su propia agenda sobre la objetividad. Cuando, inevitablemente, ocurren fracasos o errores, los líderes auténticos no buscan culpables ni excusas. En su lugar, asumen la responsabilidad por el equipo y protegen a sus miembros de la cadena de mando superior.
Ven el fracaso como una oportunidad de aprendizaje y buscan introspección para evitar repeticiones. Por ello, la responsabilidad ante el fracaso es un activo valioso del verdadero líder, algo que, en aquellos jefes que no saben liderar, se evidencia con la búsqueda de excusas y chivos expiatorios, evitando asumir cualquier responsabilidad, son expertos en culpar a las circunstancias o a otros, y se esfuerzan por defender su posición a toda costa.
Finalmente, compartir el éxito es otra de las cualidades que todo buen líder posee, dejando a un lado la gloria personal, y destacando el trabajo y dedicación de su equipo. Atribuyen el éxito al esfuerzo conjunto y promueven la idea de que un líder está al servicio del equipo; mientras que los líderes falsos tratan de acaparar el reconocimiento y elogio, minimizando el papel del equipo en los logros que se han alcanzado.
¿Qué hace que un buen líder se convierta en uno malo?
Debemos considerar que muchos de los que hoy parecen ser “falsos lideres” en algún momento pudieron haber sido lideres excepcionales, y desviaron su camino. Esto pudo haberse dado por una serie de factores. El primero de ellos, aunque suene paradójico, es el éxito. El éxito puede ser un arma de doble filo para los líderes: por un lado, puede reforzar su confianza y su autoestima y, por el otro, también puede hacer que se vuelvan arrogantes y menos receptivos a las críticas.
Otro elemento de desvío es la presión. El liderazgo puede ser una labor muy estresante: la presión de cumplir con los objetivos, de satisfacer las expectativas de los demás y de lidiar con los conflictos puede hacer que los líderes se sientan abrumados y actúen de forma impulsiva si no saben administrar la presión.
Finalmente, la falta de autoconciencia: los líderes que no son conscientes de sus propias fortalezas y debilidades están más expuestos a cometer errores. Si un líder no se da cuenta de que está actuando de forma negativa, es menos probable que busque ayuda o que tome medidas para corregir su comportamiento.
Para todo lo anterior, existen mecanismos de protección para ayudar a evitar que un buen líder se descarríe. Antes que nada, deben ser conscientes de los factores de riesgo mencionados.
Luego, deben aprender a reflexionar sobre su propio comportamiento, tomándose el tiempo para recapacitar sobre sus conductas y evaluar si están actuando de forma consistente con sus valores y objetivos. Para esto, el coaching o mentoría, y una evaluación 360 grados para conseguir el feedback de colegas, subordinados y superiores para obtener una perspectiva objetiva será de gran utilidad para armar un plan de desarrollo personal para abordar sus áreas de mejora.
Ejercicio para futuros lideres
Para aquellos que desean saber si tienen “pasta” de buen líder, un interesante ejercicio consiste en evaluar las habilidades de liderazgo, la toma de decisiones, la comunicación y la capacidad de trabajo en equipo de una persona en un escenario simulado. Los pasos a seguir son:
1. Reunir un equipo reducido. Puede ser un grupo de amigos, colegas o conocidos dispuestos a participar en el ejercicio. Idealmente, el grupo debe consistir en al menos 3 a 5 personas.
2. Definir una tarea desafiante. Debe ser algo realista para completar en un determinado tiempo, como organizar un evento benéfico, resolver un problema empresarial ficticio o abordar un problema del barrio. La persona que se probara como líder deberá asegurarse de que todos los miembros del equipo estén de acuerdo con la tarea seleccionada.
3. Asignar roles. Deben pedirle a cada miembro del equipo que asuma un rol específico. Por ejemplo, uno puede ser el líder, otro el encargado de las actividades logística, otro el responsable de la comunicación, etc. El objetivo es simular un entorno de trabajo en equipo con roles claramente definidos.
4. Establecer un marco de tiempo. Es importante definir un plazo para completar la tarea (un día, una semana o un mes, dependiendo de la complejidad de la tarea)
5. Realizar el ejercicio. Debe dejarse que el equipo trabaje en el proyecto y en su tarea asignada. Como líder, el objetivo es guiar al equipo hacia el logro de los objetivos, tomar decisiones efectivas, motivar a los miembros y asegurarse de que todos estén alineados con la visión del proyecto.
6. Observar y registrar. Mientras el ejercicio avanza, es importante auto observarse. Ver cómo uno se desempeñan como líder. ¿Si se es capaz de comunicar eficazmente? ¿Puedo resolver conflictos de manera constructiva? ¿Tomo decisiones acertadas? ¿Motivo y apoyo al equipo? ¿Me siento bien en ese proceso?
7. Autoevaluación y retroalimentación. Al finalizar la tarea, es bueno reunirse con el equipo y realizar una autoevaluación junto con sus comentarios. Preguntar a cada integrante cómo percibieron nuestro liderazgo y en qué aspectos podríamos mejorar.
Este ejercicio permite evaluar la capacidad para liderar un equipo en un entorno simulado. De hecho, no solo sirve para futuros lideres, sino (a través de contextos diferentes, como preparar un menú en una cocina o actividades lúdicas en la naturaleza) poder tener una temperatura del tipo de lideres que forman parte de una organización. No puedo afirmar si líder se hace o se nace, lo que sí puedo decir es que líder se es o no se es, no importa si uno es jefe.
Por Diego Pasjalidis * Igeniero especialista en estrategias, innovación, educación y transformación digital, autor del libro Inspiración Extrema. Director de Innovación y conferencista. Miembro de la Comisión Directiva del Buenos Aires Tech Cluster y socio honorario de CEVEC. / Infobae