El dilema Scaloni

Deportes 26 de noviembre de 2022
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Lo atípico de los Mundiales con respecto a otras competencias hace que, a sólo horas de un partido terminal contra México, estemos con un pico de ansiedad que, honestamente y sin ninguna soberbia, no esperábamos. El equipo daba muestras de buena salud: formación estable, excelente relación entre los futbolistas, gran comunicación entrenador - plantel, un Messi pleno de felicidad y madurez, un grupo de jugadores de la nueva camada formando un equipo alrededor del líder con la asistencia de dos antiguos compañeros de Leo sobreviviendo de la purga inicial de Scaloni... Todo cuadraba como casi nunca, a esta altura de la soiree. Argentina no llegó con esta paz ni siquiera al 86. Acaso podría compararse con el 94, cuando Maradona --beso y abrazo al cielo-- volvió a la Selección de Basile después del oprobioso 0-5 con Colombia. Diego era el líder de un grupo de futbolistas notables (Caniggia, Batistuta, Redondo, Balbo, Simeone, Ruggeri) y, además, se había cargado al hombro al conjunto para ganar un repechaje durísimo contra Australia.

Nadie quiere mencionar al 2002 y hacen bien. A Corea - Japón, Argentina llegó siendo la mejor selección del mundo (este no es el caso) y con un entrenador que ya tenía un gran camino hecho, Marcelo Bielsa (tampoco este es el caso). El único parentesco, forzado a buscar uno, es la cantidad de jugadores que no están al 100. De todos modos, para tranquilidad de todos, los lesionados del 2002 eran jugadores irrecuperables para la competencia (Ayala, Caniggia) y aquí, en Qatar, Scaloni tiene a todos a disposición, aunque con actualidades diferentes. Otra gran diferencia --en favor de los futbolistas de hoy-- es que en 2002 y en el 94 y en todos los Mundiales, los jugadores venían de extenuantes temporadas de 60/70 partidos y aquí llegan en plena competencia de ligas y copas con un promedio de 18/20 partidos. Los dolores o molestias que puedan tener son habituales en esta parte del año. El propio Messi no está 10, pero está 7.5/8 puntos y jugará sin ninguna merma física.

En este aspecto, acaso el Cuti Romero y Leandro Paredes sean los más comprometidos. Cuando llegó el partido contra Arabia Saudita, el defensor del Tottenham llevaba casi un mes sin competencia y el volante de Juventus, apenas tenía dos partidos en similar lapso. De hecho, fueron los dos de los tres primeros futbolistas que el entrenador quitó de la cancha después del segundo gol de los saudíes.

Aquí surge otro asunto delicado: ¿Están todos en el tope de sus posibilidades físicas? Si Cuti Romero o Paredes están faltos de ritmo y esos lugares tienen muy buenos reemplazos en Lisandro Martinez y Enzo Fernandez (a quien Scaloni siempre utilizó de volante central), ¿vale la pena arriesgar en un partido extremo como el del sábado?

Tanto Cuti como Leandro son héroes del Maracaná y eso pesa en la cabeza del DT. Son futbolistas clave en la estructura que Scaloni fue construyendo a lo largo de estos años. Paredes es un jugador insignia del ideario del entrenador, si es que nos afiliamos al concepto de que “el 5 es el que marca el estilo del equipo”. Este axioma se cumple en la Selección Argentina en toda su dimensión. Pero contra Arabia Saudita, a Paredes se lo vio con poco ritmo, como sobrellevando con mucho esfuerzo situaciones incómodas. La mala tarde de De Paul y la encerrona estratégica de los saudíes que dejó sin potenciales receptores a Messi, hicieron el resto. Entiendo que es muy difícil para el entrenador tocar una pieza como esta, pero los niveles de Enzo Fernández y Alexis Mac Allister hacen inútil el riesgo que, aparentemente, Scaloni está dispuesto a correr.

Cuti Romero es un caso diferente. Fue una aparición fulgurante en el equipo argentino. Se destacó tanto, que Tottenham fue corriendo a buscarlo al Atalanta y se lo llevó. Pero lo de caso diferente tiene que ver con cierta propensión a las lesiones musculares. Algunos médicos de alta competencia dicen que estas lesiones ocurren por su forma de jugar, siempre al límite, siempre tenso. De hecho, en los 363 días previos a la competencia, Cuti no estuvo óptimo para jugar en 128, casi un 35 por ciento del tiempo. Es mucho. Y si recordamos más, encontraremos que, en la Copa América que Argentina ganó en 2021, Romero estuvo en el primer partido y recién volvió a jugar, infiltrado, en la final.

Cuti es un futbolista decisivo en el equipo ideal que Scaloni tiene permanentemente en su cabeza. Pero si no está con ritmo, y, sobre todo, si el primer defensor suplente, Lisandro Martinez, está teniendo una gran temporada en el Manchester United, es zurdo, entrega una salida clara, sabe marcar, es fuerte, tiene técnica... Vale la misma pregunta que con Paredes: si hay relevos de calidad, si para un Mundial se hace una lista minuciosamente estudiada, ¿por qué arriesgar con un futbolista que no está con sus posibilidades completas?

Son todas preguntas, cavilaciones, reflexiones para matar el tiempo, la angustia y la ansiedad futboleras que nos provoca una situación extrema a una altura del torneo que no esperábamos. El plantel argentino es rico en posibilidades y en características, según uno puede ver. Y esas posibilidades y características, dicho esto con mucho respeto, están por encima de las de México. Pero en el fútbol, esto sólo tiene valor en los cálculos previos. Argentina debe recuperar fortaleza anímica, esa que no tuvo cuando se encontró 1-2 en el resultado. Se le quemaron los papeles a todos, se llenaron de viejas dudas y perdieron lucidez. Esta es la materia en la que Argentina reprobó y de la que más difícil es volver.

Va llegando la hora de la verdad. Obviamente, Scaloni tiene sus dilemas y los irá resolviendo según su leal saber y entender.

El país futbolero está hasta el tope de ansiedad y de dudas y eso nos incluye, aunque tengamos este desahogo de la escritura y el análisis. Nada evita que esperemos el partido contra México como si fuera el último de nuestras vidas. Mañana, más o menos a las 18 (hora argentina) el país gritará el desahogo o llorará la frustración.

En todos los casos, la Argentina futbolera será lo de siempre: todo o nada. Y así es este partido contra México: o vamos por el sueño o una enorme decepción nos llenará de replanteos.

Ambitoweb

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