Discretos aprontes para otro reseteo económico

Economía 18 de noviembre de 2022
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El regreso al país de Sergio Massa tras la accidentada gira que compartió con Alberto Fernández por Europa y Asia no podría haber sido más amargo. Las dos bases sobre las que se asentaba la precariapax financieraque el superministro supo conseguir desde agosto -y que le valieron el respaldo que el kirchnerismo siempre le retaceó a Martín Guzmán- volaron por el aire en su ausencia. Tanto el rebrote de la inflación en octubre como el respingo que pegó esta semana el dólar paralelo en todas sus versiones sacudieron una estantería que todavía no había terminado de acomodarse y que ahora volvió a temblar peligrosamente.

La intranquilidad de Massa se entrevé mejor en las conversaciones que mantienen en privado con empresarios sus dos escuderos más fieles, Lisandro Cleri y Guillermo Michel, que en las advertencias altisonantes con las que el viceministro Gabriel Rubinstein puso en guardia el martes a los socios del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF). Desgastado por sus propios vaivenes, Rubinstein quedó en el margen del círculo de toma de decisiones del ministro. Son Cleri y Michel quienes admiten a puertas cerradas que variables como el circulante, la tasa de interés y los dólares paralelos volvieron a niveles críticos. Son ellos también quienes negocian con las grandes cerealeras y acopiadores de granos la segunda edición del “dólar soja”, otro sapo que -dicen- deberá digerir Máximo Kirchner.

Las alarmas ya habían sonado a principios de mes, cuando el Banco Central empezó a perder reservas otra vez a un ritmo acelerado a caballo de los pagos de importaciones que Miguel Pesce había exigido financiar a seis meses exactamente un semestre atrás. La factura llegó con los permisos para importar ya restringidos al mínimo y forzó a Massa a apretar más el torniquete. La orden le llegó al secretario de Comercio, Matías Tombolini, y al subsecretario de Política y Gestión Comercial, Germán Cervantes, un economista de bajo perfil que el propio jefe renovador ordenó designar en esa silla estratégica.

Tombolini y Cervantes son los dos hombres que administran el recurso más escaso y preciado de la economía: los dólares al valor oficial. Los industriales que los necesitan para importar insumos y máquinas y mantener en funcionamiento sus fábricas se lo hicieron saber al ministro la semana pasada en la Conferencia Anual de la UIA, con tal urgencia que desde el escenario les prometió que los tendrían. Pero la canilla apenas gotea y los que insisten son citados para que exhiban individualmente las razones de su impaciencia. Por eso las miradas de las tribus internas del Frente de Todos empezaron a posarse en el edificio de Diagonal Sur y Alsina, donde ambos tienen despacho. Es demasiado poder junto, con todas las tentaciones que eso conlleva.

Sobre ese tema se cuchicheó el martes en un ágape de Misión Productiva, unthink tankneodesarrollista donde abreva buena parte del equipo de asesores que supo acompañar a Matías Kulfas en su gestión al frente de la antigua sede de la Secretaría de Industria. Estuvo Paula Español, la primera de los cinco inquilinos que tuvo en lo que va del gobierno la silla que hoy ocupa Tombolini. También pasó media hora el ministro del Interior, Wado de Pedro, quien saludó por cortesía a Kulfas pero evitó quedarse a su lado siquiera un minuto. Ninguno de los dos quería esa foto. Por la oposición sorprendió la presencia de Facundo Manes, el neurólogo que mantiene en vilo al radicalismo con sus críticas a Mauricio Macri y sus tozudas exhibiciones de autonomía.

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